LA GRACIA DE DIOS OBRANDO EN NOSOTROS
La mayoría de nosotros admitiría que rara vez siente la gracia de Dios obrando en su vida. Es por ello que rápidamente dudamos que Su presencia mora en nosotros. Pablo nos menciona este dilema en Gálatas, cuando escribe: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).
Suena bastante sencillo, ¿cierto? Pero tendemos a tomar este consejo de Pablo como un duro mandamiento para ser obedecido con mucho esfuerzo. Apretamos nuestros dientes y decimos: “Yo voy a andar en el Espíritu hoy”. Entonces, cuando tropezamos, pensamos que no estamos “siendo espirituales”, así que nos esforzamos aun más por andar en el Espíritu. De pronto, nos hallamos otra vez bajo la ley, porque nos hemos tornado a nuestra habilidad carnal en lugar de confiar en que ya estamos en el Espíritu.
Pablo dice: “Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley” (Gálatas 5:18). En otras palabras, el Espíritu de Dios mora en ti, dándote acceso en todo tiempo a Su gracia, la cual te hace apto. Cuando Pablo dice: “Andad en el Espíritu”, él está diciendo: “Anda bajo la gracia, no bajo la ley”.
Luego Pablo nos muestra el resultado de andar en el Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23). Presta atención: Estas cosas no suceden debido a lo que hacemos. Son el fruto de la justicia que Dios ha puesto en nosotros; el resultado de Su obra en nosotros.
A lo mejor, no te sientes muy amado en ocasiones, pero el amor está en ti porque Dios lo ha puesto allí. Quizás no sientas gozo y paz, pero Dios ha implantado ambos en lo profundo de ti. Su Espíritu está obrando en ti cada hora de cada día, para Su gran gloria y para tu bendición más profunda.