LA GRAN NUBE DE TESTIGOS
Dios nos ha dado una poderosa arma para usar contra cualquier ataque a nuestra fe. “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).
Quita la vista de aquellos que caen a tu alrededor. ¡En lugar de eso, fija tus ojos en la “grande nube de testigos” que ya han llegado a la gloria! ¡Este versículo representa un ejército de santos victoriosos de todas las épocas que están arriba de nosotros, como si estuvieran sentados en tribunas, animando a los santos que aún quedan en la carrera! Escucha su grito: “¡Quita aquel pecado; hay victoria! ¡Ganamos! ¡Luchamos hasta la muerte y no caímos…porque Dios nos guardó! Nuestra fe nunca flaqueó. ¡Corre con paciencia, continúa, la verdad funciona! ¡Somos vencedores!”
¡Sea que unos pocos predicadores caigan, sea que unos pocos miles de predicadores caigan, sea que aquellos en quienes confías caigan! ¿Acaso eso significa que el diablo está ganando poder? ¿Significa que sólo habrá unos pocos victoriosos? ¡Mira hacia arriba y ve la gran nube de testigos, todos vestidos de blanco!
¿Valió la pena todo? Pregunta a Noé. “¡Toda mi generación cayó! Sólo ocho de nosotros guardamos la fe, pero no nos rendimos por 120 años a pesar de la violencia, el pecado desenfrenado y la burla. Tú también puedes vencer.”
Dile al diablo: “Si el pecado es tan todopoderoso y dices que todos son unos farsantes, entonces ¿qué pasa con esa gran nube? ¿De dónde vino ese ejército de testigos? Si el pecado es tan fuerte, ¿Cómo es que muchos fueron libertados? Mira a ese ejército triunfante de testigos, agitando palmas y llevando coronas de justicia. ¿Cómo lo hicieron?”
“Satanás, tu robaste y arruinaste sus hogares, enviaste tus secuaces a tirar a sus hijos en los ríos, los cortaste en pedazos, les cortaste sus cabezas, clavaste espadas en sus vientres, los azotaste y los golpeaste, cortaste sus gargantas, y sin embargo no sucumbieron. ¡Su fe prevaleció!”