La Gran Preocupación de Dios
En medio de esta “remoción de todas las cosas” mundial, ¿cuál es la gran preocupación de Dios en todo esto? La Biblia nos dice que la visión de Dios está enfocada en sus hijos: “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia” (Salmos 33:18).
Nuestro Señor está al tanto de cada movimiento en la tierra, de cada ser viviente. Y, sin embargo, su mirada se centra principalmente en el bienestar de sus hijos. Él fija sus ojos en los dolores y necesidades de cada miembro de su cuerpo espiritual. En resumen, todo lo que nos duele le preocupa.
Para demostrarnos esto, Jesús dijo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). Incluso en medio de las grandes guerras mundiales, el enfoque principal de Dios no está en los tiranos. Su atención se centra en cada circunstancia de la vida de sus hijos.
Cristo dice en el versículo siguiente: “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre” (Mateo 10:29). En los días de Cristo, los gorriones eran la carne de los pobres y se vendían dos por un centavo. Sin embargo, Jesús dijo: “Ninguna de estas pequeñas criaturas cae al suelo sin que tu Padre lo sepa”.
El uso que le da Jesús a la palabra “caer” en este versículo significa más que la muerte del pájaro. El significado arameo es “posarse sobre el suelo”. En otras palabras, “caer” aquí indica cada pequeño salto que hace un pequeño pájaro.
Esencialmente, Cristo nos está diciendo: “El ojo de tu Padre está sobre el gorrión no sólo cuando muere, sino incluso cuando se posa sobre el suelo. Cuando un gorrión aprende a volar, cae del nido y comienza a saltar por el suelo. Y Dios ve cada pequeña lucha que tiene. Él está preocupado por cada detalle de su vida”.
Luego, Jesús añade: “Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (10:31). De hecho, dice: “Aun vuestros cabellos están todos contados” (10:30). En pocas palabras, Aquel que hizo y contó todas las estrellas, que supervisó cada acción del Imperio Romano, que mantiene las galaxias en sus órbitas, tiene los ojos puestos en ti. Y Jesús pregunta: “¿No vales mucho más para él?”