La Gran y Última Apostasía

El apóstol Pablo habla sobre la gran apostasía que vendrá sobre la tierra en los últimos días. Pero, ¿qué es apostasía? Es el “rechazo de la verdad habiendo ya creído y proclamado”. Simplemente significa alejarse de la verdad de Dios. Pablo escribe sobre la apostasía que vendría:

“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo….os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra....en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2:1-3).

Recientemente el Espíritu Santo me llamó a estudiar Ezequiel 16 donde habla sobre la iglesia apóstata. Al leer este capítulo, me sentí abrumado por la aflicción de Dios. Este pasaje revela su corazón roto por la iglesia que ha olvidado sus fundamentos y ha dejado atrás sus gloriosos inicios. De acuerdo con Ezequiel, Israel había aumentado a tal grado su corrupción que se había convertido en una iglesia ramera, peor que Sodoma. Este pueblo a quien Dios había liberado, limpiado y bendecido se había puesto en su contra al rechazar la verdad en la que una vez creyeron y predicaron. Su apostasía los penetró.

El Señor entonces envió a Ezequiel a Israel para llevarles un mensaje severo, el cual consistiría en una profecía con doble aplicación, pues se dirigiría tanto a Israel como a la iglesia actual. Ezequiel inició su mensaje con estas duras palabras: “Por tanto, ramera, oye palabra de Jehová” (Ezequiel 16:35). He aquí el mensaje de parte de Dios:

“Cuando te encontré, no hubo ojo que se compadeciese de ti….sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida…. te vi sucia en tus sangres. Yo te salvé y te amé. Te limpié con agua pura y creciste para ser una mujer hermosa. Te sumergí en bendiciones, te vestí, te atavié de adornos… y entré en pacto contigo y fuiste mía. Te prosperé dándote a conocer y a ser respetada entre todos los paganos” (Ezequiel 16:5-10, mi paráfrasis).

Medité acerca de la descripción de Ezequiel sobre Israel en este capítulo. Aquí observamos a un pueblo que una vez fue liberado de ataduras y muerte, a una iglesia que fue ataviada de las bendiciones destinadas a una amada y hermosa novia. ¿Acaso no es este el testimonio de Dios para su gente en la actualidad? Cuando Jesús nos encontró todos estábamos cubiertos en sangre, en pecado, más Él nos limpió e hizo completos. Jesús ha liberado a todos los que acuden a Él, haciéndonos nuevas criaturas y sumergiéndonos en bendiciones y dándonos un testimonio ante el mundo.

Cuando pienso sobre nuestros padres espirituales de la iglesia del Nuevo Testamento, vienen a mi mente siervos que dieron su vida para defender el evangelio. Desde su inicio, los discípulos y apóstoles predicaron el íntegro propósito de Dios, proclamaron hasta el final de sus vidas a Cristo como el Mesías. El Señor derramó sus dádivas y bendiciones en esta iglesia del primer siglo, y le dio crecimiento y prosperidad en espíritu y verdad. De tal forma que la influencia de estos siervos tuvo un impacto en los gentiles de todo el mundo.

De las raíces cimentadas por esta primera iglesia brotaron muchas ramas. Nosotros les llamamos a estas ramas denominaciones, organizaciones, convivencias, movimientos, las cuales han tomado diferentes expresiones y formas: bautistas, metodistas, presbiterianos, episcopales, pentecostales, luteranos, carismáticos, entre otras. Conforme estudiamos los distintos orígenes de estas ramas encontramos que la mayoría iniciaron por siervos llenos de Cristo. Muchos de estos hombres de Dios fueron martirizados por su devoción a la Palabra pura de Dios.

En mi biblioteca personal existen nueve volúmenes escritos por John Wesley, fundador de la iglesia metodista. En mi opinión Wesley es uno de los hombres de Dios más grandes en la historia. Este hombre lloró y oró sin cesar por la condición espiritual de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales. Su devoción conllevó a unos de los avivamientos más grandes en la historia.

Wesley cabalgaría en la oscuridad para predicarles a los mineros a las seis de la mañana antes de que éstos iniciaran sus labores. Resistió increíbles penas por su ministerio, inclusive fue víctima de actos violentos de parte de pandillas. Aún así Wesley continúo trabajando fielmente hasta que surgió un avivamiento, el cual transformaría a la sociedad británica desde las prisiones hasta los niveles más altos del gobierno.

En los primeros tiempos de América, los predicadores metodistas llevaron a cabo reuniones al aire libre similares a las de Wesley mejor conocidas como “reuniones-campamento.” Estos hombres llenos del fuego del Espíritu y con el mismo sello de Wesley, trabajaron como “cabalgantes de circuito”, es decir viajaron a caballo por Kentucky, Tennessee y el Medio Oeste. Sus reuniones se realizaron en provincia, trayendo así a gente de todas partes. El mensaje fue muy poderoso y con una convicción profunda sobre el pecado. De ahí que los espectadores cayeran rendidos y clamaran por recibir perdón.

Ahora consideremos los inicios de movimiento pentecostal moderno. Este movimiento comenzó a principios del siglo pasado en una pequeña iglesia rural en la calle de Azuza en Los Ángeles. La congregación consistió en un grupo pequeños de hombres blancos y negros dedicados a al ayuno y a la oración. En este lugar el Espíritu Santo se manifestó de manera poderosa. La convicción de este templo fue tan fuerte que mucha gente caía postrada al momento de entrar. Visitantes de toda la ciudad iban para experimentar este avivamiento. Inclusive muchas personas de diversas partes del mundo también la visitaron, lo que produjo un avivamiento mundial. De una pequeña iglesia emergieron hombres justos y mujeres llenas del fuego del Espíritu Santo, siervos quienes no se inclinarían a ninguno de los ídolos de su generación. De este avivamiento surgieron muchas de las organizaciones pentecostales que conocemos hoy en día, tales como: las Asambleas de Dios, la Iglesia de Dios, la Iglesia del Evangelio Cuadrangular, entre otras.

De la misma manera que el Señor habló sobre la antigua Israel, Él lo hizo con la mayoría de estos grupos: “Yo te encontré en tu tiempo de necesidad y te levanté, te vestí en ropas de justicia, te amé y bendecí. Fuiste pobre pero yo te hice próspera y tu influencia se propagó entre todas las naciones. Pero después de esto, te inundó el orgullo y te convertiste en ramera. Mal empleaste los dones que te di. Olvidaste cómo te encontré: desnuda, olvidada y sin esperanza”. “Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre (Ezequiel 16:22, mis itálicas).

He aquí la apostasía en su manera más clara: cuando el pueblo de Dios abandona la verdad que lo salvó. En esencia el Señor le estaba diciendo a Israel, “Tú una vez profesaste y creíste pero te hiciste traidora de la verdad. Abandonaste los caminos antiguos e inventaste métodos humanos. No me amaste más y dejaste de confiar en mí. En cambio, seguiste tu propio camino y provocaste en mí furia. Como mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos” (Ezequiel 16:32). Claramente aquí podemos observar la tendencia del pueblo de Dios. Es decir, somos proclives a descarriarnos. En nuestro camino con el Señor en algún momento dado muchos de nosotros nos olvidamos de nuestro origen. Olvidamos lo que era ser encontrado en pecado, ser limpiado, amado y bendecido por Dios. De ahí que poco a poco nos convirtamos en seres tibios o fríos en nuestro amor por él. Permitimos que otros amores entren a nuestra vida.

Usted puede objetar, “Pero ésta no es la interpretación correcta de Ezequiel 16. El profeta se refería solamente a Israel”. No obstante, Pablo sostiene que las verdades del Antiguo Testamento tienen una aplicación doble, para esa época y para la actual: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11). Leída en este contexto, la profecía de Ezequiel claramente es una parábola. Ésta revela el corazón de Dios cuando su pueblo cae en apostasía.

Permítame presentarle un ejemplo claro y actual sobre la existencia de la apostasía. Durante muchos años la iglesia episcopal ha ocupado los encabezados al respecto. Ésta es una de las denominaciones más antiguas y grandes del mundo. Era una iglesia cuyos orígenes se encontraban sólidamente fundamentados en la enseñanza de la Biblia. Predicaba el evangelio de un Salvador resucitado y sus púlpitos estaban bendecidos por profetas y maestros santos. Inclusive la bendita influencia de la iglesia episcopal se difundió alrededor del mundo, desde Europa a África y las Américas.

Actualmente, sin embargo, esta iglesia devota ha caído en apostasía. Hablamos de gente que se ha alejado de sus raíces:

  • Esta denominación es una de las primeras en ordenar a un obispo homosexual.

  • Algunos líderes episcopales están tratando de “desprestigiar” la divinidad de Jesús.

  • Recientemente, obispos y los miembros que la lideran a nivel nacional afirmaron que la diócesis de esta iglesia podía interpretar a la Trinidad como ésta quisiera. Así también sostiene que Dios puede ser una “ella,” que Jesús es un pensamiento de amor, y que el Espíritu es una elección individual. ¡Ésta es una gran blasfemia!

  • El último obispo electo fue una mujer quien ha adoptado la agenda homosexual. Esta denominación está destinada a la división. Iglesias locales están recortándoles fondos. Durante mucho tiempo, obispos africanos han declarado que las iglesias americanas han caído en apostasía. Mientras que en Estados Unidos un gran número de iglesias están menguando.

En Inglaterra observamos la misma situación con la iglesia Anglicana. Esta denominación ha ido perdiendo fuerza. Un pequeño número de iglesias que predominaron durante siglos ahora están cerrando permanentemente. Este proceso se conoce como “desantificación”. En un momento dado estas magnas instituciones se encontraron llenas de fervientes creyentes. No obstante, la condición de los anglicanos creció de manera tan apóstata que los condujo a su desaparición. De ahí que muchas iglesias terminaran convirtiéndose en discotecas, museos de ocultismo e incluso mezquitas.

Tanto Harvard como Yale fueron fundadas por predicadores llenos de la presencia de Dios así como respaldadas por escuelas bíblicas. Grandes avivamientos alguna vez surgieron en estas universidades y poderosos predicadores salieron de ellas. Hoy estas reconocidas universidades se han convertido en la cuna del ateismo y opositoras de la divinidad de Cristo. Se han transformado en instituciones apostatas, apartadas de sus raíces bíblicas.

Lo mismo sucede con Columbia, en Nueva York, y Princeton, en Nueva Jersey. Ambas universidades fueron fundadas por hombres de Dios pero hoy han dado lugar a la apostasía. Dios, por la mayoría de sus miembros es concebido como una deidad femenina. Mientras que Cristo no es visto como el Hijo de Dios sino como un hombre bueno o un maestro carismático.

Inclusive en universidades cristianas y seminarios evangélicos alrededor del mundo, la “levadura” de la apostasía ha emergido. Hoy parece ser una batalla perdida para estas escuelas las cuales están luchando por mantener los caminos antiguos debido a que cuentan con profesores apostatas que no se apegan más a la verdad bíblica. El nuevo evangelio que presentan desecha la divinidad de Cristo, la realidad del infierno y el juicio, y los estándares bíblicos de pureza y moralidad.

Considere nuevamente las palabras de Dios dirigidas a Israel en el tiempo de Ezequiel: Ustedes se han corrompido aún más que Sodoma. “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que Sodoma tu hermana y sus hijas no han hecho como hiciste tú……te corrompiste más que ellas en todos tus caminos… ellas…más justas son que tú” (Ezequiel 16:48,47,52).

En los siguientes versos el Señor entonces describe los pecados de Sodoma y el por qué los destruyó: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad…y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité” (16:49-50).

Note que los pecados principales de Sodoma fueron: orgullo y arrogancia. Usted seguramente ha escuchado sobre el “orgullo homosexual”. La Ciudad de Nueva York tiene un desfile anual del Orgullo Homosexual, el cual cuenta con 400,000 participantes. Sus integrantes portan pancartas que dicen “Dios es homosexual”, “Cristo era homosexual”, “Soy homosexual y estoy orgulloso de serlo”. Una vez vi a manifestantes atacar a un pequeño grupo de personas quienes cargaban letreros que decían “Jesús ama a los homosexuales. Él solamente odia el pecado”. Este grupo salió solamente a ofrecer amor pero fueron cruelmente tratados.

A pesar de ser ésta una absoluta arrogancia, Dios establece en Ezequiel 16: “El orgullo y arrogancia de la iglesia apóstata es peor que el orgullo de los homosexuales. Inclusive Sodoma nunca pecó como ustedes”. No obstante, el orgullo total y la arrogancia extrema son el difamar el nombre de Cristo…llamarle a Dios “ella”…decir que la iglesia no tiene un Padre celestial. (Si no hay Padre entonces no puede haber Hijo lo cual es la mentira central del Islam).

¡Qué orgullo tan profundo debe existir como para remover la divinidad del Único que murió para salvarnos! Este mismo orgullo es el que esta destruyendo a algunas organizaciones evangélicas, convirtiendo a la iglesia en contra de la verdad de sus padres fundadores. Es una ola de apostasía total.

Dios odia el evangelio tibio, de medias verdades y el cual está siendo difundido en todo el mundo. Este evangelio dice, “Solo cree en Jesucristo y serás salvo. No hay nada más que esto”. Ignora la completa instrucción de Dios la cual habla sobre el arrepentimiento de nuestros pecados pasados, de tomar tu cruz, de ser transformado acorde a su imagen por medio de la obra del Espíritu Santo en nosotros. No menciona nada acerca de la existencia real del infierno y del juicio después de la muerte.

Isaías advierte acerca de este evangelio ligero, no ofensivo, y el cual la gente proclama hoy en día. Su profecía se aplica directamente al tiempo actual pues Dios le dijo “Ve, pues, ahora, y escribe esta visión… para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre” (Isaías 30:8). “Porque este pueblo es rebelde… hijos que no quisieron oír la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel” (Isaías 30:9-11).

De acuerdo con Isaías no había ninguna predicación acerca de la santidad y el arrepentimiento, ¿por qué? El pueblo no quería ser corregido ni reprendido. Se rehusaban a escuchar cualquier cosa excepto a un evangelio ligero. Pero un evangelio ligero no es evangelio.

Ezequiel describe este evangelio como: “Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos” (Ezequiel 22:26). Llamó al evangelio diluido como meramente encubierto o “lodo suelto” (Ezequiel 22:28). En otras palabras: “Están construyendo sus muros con lodo suelto. Esos muros lucirán imponentes, fuertes por ahora, pero el Señor enviará lluvia torrencial y piedras de granizo que la harán caer, y un viento tempestuoso la romperá”. (Ezequiel 13:11).

De esta manera, Ezequiel enumeró en una lista los grandes juicios a través de los cuales Dios le diría a su pueblo: “Yo expondré su desnudez. Juicios severos están por venir, ellos llegarán. Su evangelio blasfemo será expuesto como vacío y sin esperanza”.

Isaías profesó en ese día, “La altivez de la mirada del hombre será abatida; la soberbia humana será humillada. Sólo Jehová será exaltado en aquel día…” (Isaías 2:11,15,17).

Ahora mismo, creo que estamos enfrentando Armagedón. Alrededor de nosotros observamos naciones sacudiéndose y corazones de hombres estremecerse de miedo. Sostengo que hoy no es tiempo para un evangelio diluido. Ese evangelio es absolutamente falso y se colapsará tan pronto como los vientos del juicio fluyan. Dios advierte que el juzgará a aquellos que prediquen un evangelio sin vida:

“Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío para que no se apartara de su mal camino, infundiéndole ánimo, por eso, no veréis más visión vana ni practicaréis más la adivinación. Yo libraré a mi pueblo de vuestras manos. Y sabréis que yo soy Jehová" (Ezequiel 13:22-23).

“Yo te juzgaré por las leyes de las adúlteras y de las que derraman sangre, y traeré sobre ti sangre de ira y de celos…. Por cuanto no te acordaste de los días de tu juventud y me provocaste a ira en todo esto, por eso, yo también traeré tu conducta sobre tu propia cabeza, dice Jehová, el Señor; pues ni aun has pensado sobre toda tu lujuria” (16:38,43, mis itálicas).

Cuando el juicio venga, ¿qué sucederá con aquellos quienes pusieron su seguridad en un evangelio diluido? Ellos buscarán en toda dirección una palabra verdadera de parte del Señor pero no serán capaces de encontrarla. Sus predicadores apostatas dirán, “No se preocupen. El mundo ha padecido estos problemas anteriormente. Hemos visto guerras mundiales. Todas las cosas continúan como desde el principio. Ellas desaparecerán.”

¡No, no es así! Nunca ha habido un tiempo como este. Hoy existen armas nucleares en manos de hombres malvados, misiles mortales que pueden viajar miles de millas, bombas, guerras biológicas que pueden afectar a gran parte de la humanidad.

Justamente como Sodoma y Gomorra intentaron ignorar las advertencias de Dios y fueron juzgadas, el Señor así también juzgará a la generación de los últimos tiempos. Pero la diferencia es que muchos de estos juicios cuentan con la redención, mientras que aquellos que cayeron sobre Sodoma fueron ejemplo para cada generación: “También Sodoma y Gomorra… fueron puestas por ejemplo” (Judas 7).

Este capítulo es una de las expresiones más grandes de la misericordia y gracia de Dios en las Escrituras. El Señor dice que mientras los juicios caen por todas partes con fuego y furia, “Así haré que dejes de ser una prostituta y que ceses de prodigar tus favores” (Ezequiel 16:41). Una vez más la humanidad se conduce a un destino infernal. Y nuevamente Dios hará una obra sobrenatural en el Corazón de su pueblo, trayéndolo de vuelta de sus ídolos y dioses falsos.

Conforme a Apocalipsis, dos cosas suceden cuando la terrible ira es derramada. Primero, muchos corazones endurecidos se rehúsan a arrepentirse: “Los hombres fueron quemados con el gran calor y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle Gloria…y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras….Y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo, porque su plaga fue sumamente grande” (Apocalipsis 16:9,11,21).

La Escritura dice que en medio de tiempos terroríficos, otros regresarán con arrepentimiento ante el Señor. Los descarriados y tibios, aquellos quienes probaron en algún momento la Palabra de Dios, se arrepentirán y lo buscarán. Entonces la profecía de Ezequiel se cumple: “Te traeré de tu soberbia apostasía”.

“Incendiarán tus casas, y harán en ti juicios en presencia de muchas mujeres. Así haré que dejes de ser una prostituta y que ceses de prodigar tus favores” (Ezequiel 16:41, mis itálicas). Los juicios en ese tiempo serán terrenalmente estremecedores. Toda la humanidad sabrá que es el tiempo de “hacer o morir”. En ese momento, Dios hará temblar y estremecer a cada descarriado a quien conoció y mostró la apostasía en su corazón. Muchos pastores apostatas serán traídos de nueva cuenta a la Cruz, dejando a un lado su indolencia para predicar sobre el arrepentimiento y la justicia. Esto será una obra sobrenatural, una manifestación de la gracia de Dios que será evidente en todo el mundo.

Por lo pronto, Alá fallará para liberar a sus adoradores de la ira de Dios. Mientras que masas de adoradores hindúes serán aplastados al ser sus millones de deidades incapaces de rescatarlos. Inclusive, el mundo entero dirá, “Estos juicios son sobrenaturales”, y multitudes clamaran a Cristo. (Ya hemos visto esto tras el devastador tsunami en Asia).

“Sino por mi pacto que confirmaré contigo. Y sabrás que yo soy Jehová; para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu vergüenza, cuando yo perdoné todo lo que hiciste, dice Jehová, el Señor” (Ezequiel 16:62-63).

En suma Dios nos dice: “En lugar de todas tus apostasías, todos tus rechazos hacia mí, todos tus descarríos, – en el momento de la dificultad que vendrá a la tierra, yo recordaré el pacto que hice contigo en tu juventud”. En otras palabras, ello sucederá gracias a su misericordia sobrenatural.

Amados, en esto consiste el Nuevo Pacto hecho en el Calvario. Piense en esto: Jesús vino a un mundo en total apostasía, muerto en ritualismo, atado a la corrupción. Él no vino como respuesta a las oraciones del hombre debido a que eran pocos quienes le buscaban. El mundo en ese tiempo adoraba a ídolos y a dioses falsos, justamente como la humanidad de hoy en día. Israel era apóstata. La venida de Cristo fue un mero acto de misericordia, no merecedor de nadie.

Creo que una gran cosecha de almas aún está por venir a la Sodoma moderna. En todo el mundo, muchas iglesias serán bendecidas y sorprendidas por una heredad de creyentes hambrientos quienes emergerán en cada nación. Ellos reconocerán la voz del Señor decir, “Te traigo de regreso a tus primeros tiempos conmigo”. Y sus corazones despertarán, responderán, “Señor tráeme de regreso a mi primer amor por ti”.

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