La Necesidad de Compañerismo de Los Santos
“Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25).
Hay un elemento sobrenatural en los tiempos de adoración y compañerismo colectivo. Cuando nos unimos a un cuerpo local de creyentes y tenemos comunión con ellos, no sólo estamos obedeciendo las Escrituras, sino que permitimos que Dios obre en nosotros mediante el aliento y la amonestación de otros cristianos.
Cuando un grupo de cristianos se reúne, Dios nos habla a través de un ministro o una canción u otros creyentes. Dios aprovecha la oportunidad para edificar a cada uno individualmente mientras se mueve entre nosotros, hablando y tocando a cada uno, a menudo de una manera diferente. Esa es la belleza de la familia de Cristo. A través del compañerismo, encontramos fuerza, poder y disciplina. Y al reunirnos, nuestra fe crece.
El compañerismo saludable también es importante fuera de los servicios de adoración. Cada uno de nosotros debería encontrar personas con ideas y valores similares, personas que no sólo se comprometan a ser nuestros amigos, sino a las que también rindamos cuentas. Personas que nos guiarán en nuestra fe, nos ayudarán a resistir la tentación y nos levantarán cuando caigamos. Personas que estarán allí para alentarnos en momentos de estrés y agitación; y para amonestarnos cuando estemos perdiendo el barco. Personas que quieran vernos triunfar en nuestro caminar cristiano y a quienes podamos alentar cuando ellos también enfrenten dificultades.
El enemigo de nuestra alma es temible, pero nuestro Comandante en Jefe no nos deja indefensos ante él. Nos da armas forjadas y templadas para llevar su poder a la lucha.
“Ninguna arma forjada contra ti prosperará… Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová” (Isaías 54:17).
Ora fervientemente y adora con todo tu corazón. Permanece en comunión con otros creyentes. Examina las Escrituras todos los días y ponte toda la armadura de Dios. Con las armas que él te da, estarás preparado y en control.
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958. La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal”, escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.