LA RAZÓN DE DIOS PARA MOSTRAR SU PODER
En el tercer capítulo de Hechos, después de que Pedro y Juan sanaron a un mendigo paralítico en la puerta que daba al templo, varios espectadores quedaron asombrados al verlo. Habían conocido al hombre durante años, y la sanidad era innegable. Cuando las personas preguntaron a los discípulos al respecto, Pedro les dijo: “Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús” (3:12-13).
Cuando Dios decide mostrar su poder en la presencia de los incrédulos, lo hace por una razón. La intención es glorificar a Jesús, atraer a las personas a sí mismo, para darnos una pequeña mirada de cómo será el cielo. Él quiere demostrar las asombrosas posibilidades que le esperan a quienes eligen servirle. Él está mostrando su autoridad completa y vasta sobre el mundo natural y cuando decide hacerlo, no estamos en la posición de cuestionar o manipular la situación. Debemos aceptarlo y darle el reconocimiento y la alabanza que él merece.
Tristemente, he encontrado más resistencia al poder sobrenatural de Dios desde dentro del cuerpo de Cristo que desde fuera de él. Muchos creyentes son escépticos porque no han visto a Dios obrando tales milagros en sus propias vidas y dudan que lo haga en las vidas de otros.
Esto solía preocuparme mucho, pero ahora elijo simplemente seguir adelante, continuar ministrando y predicando y moviéndome en el Espíritu de Dios. Si otros buscan el poder y el Espíritu de Dios, él se los revelará.
Propón en tu corazón que no te perderás el gozo y el poder que Cristo puede traer a tu vida. ¡Abre tu corazón y acéptalo!
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.