LA RESPUESTA DE DIOS A UN MUNDO EN CRISIS

David Wilkerson (1931-2011)

¿Dónde está la iglesia en medio del caos? Está llena de actividad religiosa, pero en su mayor parte es carne. Eso es trágico, porque nuestro Señor siempre tiene un remedio para un mundo en caos. Un remedio probado por el tiempo, que él ha usado por generaciones para despertar a su iglesia muerta y apartada, es simplemente este: Dios levanta hombres y mujeres escogidos.

Nuestro Señor usa individuos para responder a un mundo en crisis. En primer lugar, él los transforma sobrenaturalmente y luego los llama a una vida de sumisión total a su voluntad. Estos siervos tocados por Dios están mejor descritos en el Salmo 65:4: “Bienaventurado el que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habite en tus atrios”.

En resumen, Dios aparta a tal siervo y allí, en la asombrosa presencia del Señor, el siervo recibe la mente de Dios, un llamado divino. Repentinamente, su alma se llena de una urgencia y él emerge con una palabra dada por Dios, listo para andar en autoridad espiritual.

La historia bíblica revela este patrón una y otra vez. Vez tras vez, el pueblo de Dios lo rechazó y se volvió a los ídolos, adoptando prácticas paganas. Y en todos los casos, Dios levantaba a un siervo piadoso: un juez, un profeta, un rey justo.

Samuel es uno de esos ejemplos. Él reprendió a Israel: “Y olvidaron a Jehová su Dios, y él los vendió en mano de [sus enemigos] ... Y ellos clamaron a Jehová, y dijeron: Hemos pecado, porque hemos dejado a Jehová” (1 Samuel 12:9-10).

Tales siervos tocados por Dios se convirtieron en los instrumentos de liberación de Dios. Ellos pudieron discernir los tiempos y, porque conocían el corazón de Dios, el Señor los usó como sus oráculos.

Hoy, Dios está llamando a muchos a salir del ajetreo de la vida y buscar su presencia. “Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas” (Isaías 40:31).

¿Has experimentado esta urgencia divina de tener comunión con el Señor de una manera más profunda? Él quiere que pasemos tiempo con él en una adoración apacible, esperando para oír su voz.