LA SIMPLICIDAD QUE HAY EN CRISTO
“Pero tengo miedo de que les pase lo mismo que a Eva, que fue engañada por la astuta serpiente. También ustedes pueden ser engañados y dejar de pensar con sinceridad (simplicidad) y pureza acerca de Cristo” (2 Corintios 11:3 TLA).
Pablo nos advierte que no nos alejemos ni nos corrompamos de “la simplicidad de Cristo”. La palabra griega para sinceridad en este verso quiere decir simplicidad, individualidad y exclusividad. En otras palabras, “Cristo no es una entidad compleja. La verdad sobre él es bien simple: Jesús es Dios. Él es divino, nacido de una virgen, crucificado y levantado de los muertos. Pero temo que ustedes están siendo corrompidos y alejados de esta sencilla y exclusiva verdad”.
Pablo advierte de ministros que predican a un Jesús diferente: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis (11:4). Pablo, en esencia, le estaba diciendo a los corintios: “Ustedes están escuchando a otro evangelio, no el evangelio de Cristo. Están escuchando sobre otro Jesús, no el que les salvo. Y me temo que ustedes van a ser corrompidos por este Jesús que no es el Cristo verdadero.”
“Ustedes no lo saben, pero se les está apartando de la divinidad de Cristo. ¡Y no puedo creer que ustedes lo toleran! Están soportando a estos maestros que los están corrompiendo. Ni siquiera examinan lo que dicen para ver si está en las escrituras. Ahora mismo, están perdiendo su discernimiento. Están escuchando un evangelio diabólico, otro Jesús está siendo exaltado y ustedes no saben hacia dónde los está llevando.”
Mi mensaje aquí se resume a un solo verso: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6) Esta declaración de Jesús es absolutamente exclusiva. Ningún Musulmán, ni Hindú, ni Judío, ni gentil, ni nadie puede venir al Padre sino es a través de Cristo.
Así como Jesús les pregunto a sus doce discípulos, él nos pregunta hoy: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?” (Marcos 8:27) Los discípulos respondieron: “Juan el Bautista, pero algunos dicen Elías y otros alguno de los profetas.” (8:28) Pero la pregunta real de Jesús a sus seguidores vino luego: “Entonces, él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? (8:29)
Nuestra respuesta debe ser la misma que la de Pedro: “Tú eres el Cristo” (8:29) Que esta sea nuestra confesión delante del mundo, ahora y siempre.