LA VERDADERA AUTORIDAD ESPIRITUAL

David Wilkerson

Muchos de nosotros comparamos el poder con algo visible, llamativo e impactante. Pero esto no es verdad respecto a la autoridad espiritual. Pedro dice que Dios confía su autoridad espiritual al hombre “interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible” (1 Pedro 3:4).

La palabra griega que Pedro usa para “afable”, significa gentil. Y la palabra usada para “apacible” significa seguro, sin perturbación. Pedro habla de un corazón que siempre está en paz con su posición en Cristo. Tal corazón posee la verdadera autoridad espiritual.

Desde luego, esto golpea en la cara a todas filosofías seculares que hablan del poder y de la autoridad. El mundo nos dice: “Afírmate. Utiliza el poder a través de la intimidación. Haz contacto visual, usa el lenguaje del cuerpo, mira a los otros fijamente. Pon tus propias necesidades primero”. Vemos esta actitud reflejada en las portadas de los álbumes de los grupos de música de hoy. Miembros de grupos fruncen el ceño, amenazan, “se imponen sobre ti”. Ellos piensan que dicha postura es lo mismo que tener autoridad.

Nuestra actitud como creyentes es completamente diferente. Perseguimos el poder y la autoridad con un propósito: Hacer huir a Satanás. Queremos ser capaces de confrontar sus ataques a nuestras vidas, a nuestras iglesias y a nuestras familias. Y debemos reconocer que sin un espíritu de mansedumbre y apacibilidad en nuestro hombre escondido, no tenemos ningún poder verdadero.

David escribe: “Tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido” (Salmos 18:35). La frase “me ha engrandecido”, significa “aumentó abundantemente mi misericordia para con los demás”. David está declarando lo siguiente: “Señor, tu gentileza hacia mí ha aumentado mi propia capacidad para tener misericordia”.

Piensa en lo que David está diciendo. Este rey había dudado de la fidelidad de Dios para con Israel. Él había cometido adulterio y luego hasta asesinó a un hombre para cubrir su propio pecado. Aun así, el Señor le mostró a David su increíble misericordia y perdón.

David estaba asombrado de cuán apacible y amoroso fue Dios hacia él durante este terrible período. Y ahora, él dijo: “El Señor ha sido tan tierno al tratar conmigo. ¿Cómo podría yo alguna vez ser duro con alguien que atraviese lo que yo atravesé? La gracia de Dios hacia mí ha engrandecido mi corazón, de tal manera que ahora quiero mostrar ternura a los demás; a mi cónyuge, a mis hijos, a todos”.