LEVÁNTENSE EN UNIDAD
¿Qué pasaría si el Cuerpo de Cristo como un todo pudiera reunirse en unidad, descartar nuestras diferencias de opinión y nuestras disputas sociales y doctrinales; y enfocarse en una meta específica: alcanzar a los perdidos? ¿Y si recurrimos al Espíritu Santo para sanar heridas y traer perdón a nuestros corazones y almas, olvidando el pasado y en lugar de ello, concentrándonos en el futuro? ¿Qué clase de avivamiento espiritual experimentaría el mundo cuando nos vieran parados juntos delante de ellos en un frente unido?
Ese es el tipo de amor y unidad por el que oró Jesús justo antes de ir a la cruz: "Ruego…también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste…que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado" (Juan 17:20-23).
Jesús oró por la unidad entre sus seguidores porque sabía que sin ésta estaríamos indefensos en medio de un mundo enojado y hostil. Es sólo a través de un espíritu unificado, al estar unidos como uno contra los ataques del Maligno, que somos capaces de llevar efectivamente el mensaje de amor y esperanza de Dios a un mundo impregnado de pecado. No podemos ofrecer paz y amor a una cultura caótica si no lo tenemos dentro de nuestras propias filas.
Anhelo ver el día en que los cristianos de todas partes “se levanten en unidad" y les pidan a todas las personas de este planeta que doblen sus rodillas delante de nuestro misericordioso Salvador. Ese sería un día que la humanidad nunca olvidaría, el día en que los seguidores de Jesús se unieron con un solo corazón, una sola mente, un solo Espíritu y un solo propósito: Lanzar un fuego santo sobre el mundo.
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.