Limitando al Santo de Israel
“Y volvían… y provocaban al Santo de Israel.” (Salmos 78:41). La palabra "provocaban" aquí proviene de dos raíces que significan "entristecer a Dios al tachar una huella". En resumen, limitar a Dios significa trazar una línea o un círculo y decir: "Dios está aquí y no va más allá".
Eso es exactamente lo que hizo la iglesia primitiva en Jerusalén. Limitaron a Cristo a un pequeño círculo, confinándolo a la población judía. Podemos burlarnos de esta idea ahora, pero este pensamiento también describe a muchos creyentes hoy. Hemos marcado en nuestras mentes una huella o concepto muy pequeño de la magnitud de Cristo.
Jesús no puede ser confinado. Él está constantemente saliendo de nuestros pequeños y confinados círculos y siempre se está extendiendo hasta el extremo.
Déjame dar un ejemplo. Hace años, parecía que los pentecostales tenían al bautismo del Espíritu Santo confinado a su movimiento. Muchos pentecostales pensaban: "¡Somos la iglesia llena del Espíritu de Dios!" Los predicadores pentecostales lamentaron la muerte de las principales denominaciones. "Ellos no tienen el evangelio completo como nosotros", declararon. De pronto, el Espíritu de Dios irrumpió en los círculos trazados por todos. El Espíritu Santo cayó sobre los creyentes de todo tipo de denominación. Se escribió un libro clásico sobre este mover del Espíritu, llamado: “Hablan en otras lenguas”, por John Sherrill.
El Señor también usó mi libro “La Cruz y el Puñal”, especialmente en círculos católicos. Como Pedro en el capítulo 10 de Hechos, yo tuve que permitir que Dios obre en mi corazón antes de poder aceptar lo que estaba pasando. Yo había sido criado como pentecostal y, por primera vez en mi vida, veía a los sacerdotes llorando con convicción, clamando a Jesús.
Pronto hubo predicadores evangélicos contendiendo conmigo, exigiendo: “¿Qué pasa con la ‘Mariología’ de esos católicos? ¿Cómo puedes ministrar a las personas que creen en eso?” Me encontré respondiendo con el mismo espíritu que Pedro: “No sé nada sobre ‘Mariología’. Todo lo que sé es que hay personas espiritualmente hambrientas en la iglesia católica; y hay verdaderos adoradores de Jesús entre los sacerdotes. Dios está llenando a estas personas con su Espíritu”.
Dios tiene a su pueblo en todo lugar y no debemos llamar inmundo a ninguno de ellos. Como se le dijo a Pedro en su visión: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común” (Hechos 10:15). Tenemos que tener cuidado de no representar a Jesús como pequeño y encerrarlo con nuestro pensamiento insignificante.