LOS BENEFICIOS DEL ARREPENTIMIENTO
Conocemos a Daniel como el valiente y talentoso joven que sirvió lealmente a Nabucodonosor, rey de Babilonia e interpretó sus sueños. Pero sus mayores hazañas vinieron como resultado de ser un hombre justo de oración.
Daniel vivió una vida tan dedicada y santa que no esperarías verlo arrepintiéndose delante del Señor. Pero su corazón era muy sensible al pecado y se identificaba con los horrendos pecados del pueblo de Israel. Observa el sujeto tácito en su oración.
“[Nosotros] hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra” (Daniel 9:5-6).
“Estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios” (Daniel 9:20). Daniel estaba diciendo, en esencia: “Señor, trata conmigo mientras estás tratando con tu pueblo. Si hay algo de iniquidad en mi corazón, ¡sácalo y muéstramelo!”
¿Hay realmente beneficios para el arrepentimiento? ¡Sí! Un beneficio realmente maravilloso es el regalo de una nueva y más clara visión de Jesucristo. Después de que Daniel se arrepintió, él tuvo una visión: “Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino” (Daniel 10:5). ¡Daniel fue el único que vio al hombre, que en realidad era Jesús en toda su gloria!
Entiende, Daniel no estaba orando por esta visión; él sólo estaba arrepintiéndose, confesando y gimiendo por el pecado. Jesús se encargó de acudir a Daniel en esta revelación: ¡El Señor fue quien lo provocó! Como ves, cuando nos humillamos ante el Señor y arreglamos las cosas con él y con los demás, no tenemos que buscar una revelación. ¡Jesús se manifestará a nosotros! Puede que no sea en una visión, pero sabremos que él está presente.