A LOS QUE AMAN A DIOS
Dios nunca pretendió para nosotros, como sus hijos, que seamos mendigos espirituales, pobres en las cosas del Señor. ¡Por el contrario, él quiere que seamos sus siervos prósperos, que disfrutemos una revelación de todas las grandes provisiones que él ha preparado para nosotros!
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Corintios 2:9-10).
Pablo nos está diciendo: “Nuestros antepasados no pudieron comenzar a comprender todas las grandes provisiones que Dios preparó. Nunca entró en su imaginación. Pero no hay razón para que nosotros estemos ciegos acerca de estas cosas, viviendo sin saber lo que es nuestro. Nuestros ojos deben ver, nuestros oídos deben oír, debe entrar en nuestros corazones y mentes. ¡Porque somos el pueblo para quien Dios lo ha preparado todo y el Espíritu Santo nos lo ha revelado!”
“Y nosotros...hemos recibido...el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido...Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios...porque se han de discernir espiritualmente” (2:12 y 14).
La Biblia dice que debemos buscarlo para recibir revelación de su gran provisión, pero yo creo que la mayoría de cristianos no ha encarado honestamente el poder de estas promesas. Las hemos leído muchas veces, pero simplemente son letra muerta para nosotros. Necesitamos clamar: “Señor, revélame lo que has preparado, para poder declararlo para tu gloria”.
No te desanimes ni desmayes fácilmente de hacer el bien. ¡Pasa tiempo con tu Padre y deja que sus promesas penetren en tu corazón, llenándote de fe y esperanza!