Los Vastos Recursos de nuestro Padre Celestial
Imagina un banco celestial donde el Espíritu Santo se sienta listo para entregar todos y cada uno de los recursos del cielo. Los creyentes tienen la capacidad de acercarse a la ventanilla del cajero y retirar infinitas reservas de gracia, poder, fe y esperanza de Dios.
Muchos en la iglesia hacen muchos depósitos, pero no hacen casi tantos retiros. En cambio, se acercan a la ventana y piden una simple miseria. “Señor, no quiero molestarte, pero necesito un poco de gracia para superar este problema actual. Si tú pudieras ayudarme a empezar, yo me encargaría del resto”. ¿Qué? ¿No quieren molestar a su Padre celestial? Bueno, Dios no quiere que ellos “se encarguen del resto”, él quiere hacerlo por ellos.
Dios quiere que le depositemos todo a él: nuestras ansiedades, luchas, pecados y angustias. Y luego quiere que retiremos sus recursos infinitos, que están almacenados para nosotros en sus bóvedas. Él anhela que digamos: “Señor, ya me cansé de pedir tan sólo una pequeña cantidad de fe para ayudarme a superar un problema. ¡Necesito tu gracia en abundancia! Y necesito más de tu vida, tu aliento, tu mover dentro de mí”.
El profeta Zacarías veía a través de la historia hasta nuestros días al escribir estas palabras.
“En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos” (Zacarías 12:8).
Debido a la obra de Cristo para nosotros, incluso el cristiano más débil será tan fuerte como David, el más grande rey de Israel. Y el creyente más fuerte será “como Dios”, es decir, como Cristo. Suena extravagante, pero en esta profecía Dios nos da una imagen de los recursos que él ha puesto a disposición de su iglesia. Las reservas del banco del cielo están destinadas a derramarse sobre nosotros, para su gran gloria, especialmente durante nuestros tiempos de prueba.
No importa cuán grande sea tu necesidad, te insto a que vayas a la ventanilla del cajero y hagas un retiro. Pídele a Dios que te suministre su poder sanador y restaurador; y luego sigue pidiendo. Él está complacido con tu fe y será fiel para dar a conocer su gloria en tu situación, asombrando al mundo que te rodea.