NIÑOS NECESITADOS
Cristo a menudo comienza Su ministerio en nosotros como si fuéramos niños que tienen necesidades a ser suplidas. Esto pasa a través de los evangelios cuando restablece la vista al hombre ciego, cuando sana a la mujer del flujo de sangre y alimenta a las multitudes hambrientas. El se encontraba con la gente que sufría justo donde estaban y les daba lo que necesitaban. Esta era razón suficiente para que la gente lo siguiera. Incluso algunos de los Fariseos seguían a Jesús por sus milagros.
Personalmente, yo quedé convencido de seguir a Jesús después que el suplió mi necesidad mas profunda. Cuando era adolescente yo no estaba seguro de que Dios fuera real. Yo descendía de un largo linaje de ministros, así que ¿Cómo podía estar seguro de que mi fe no era tan solo un adoctrinamiento de parte de mis padres? Jesús vino a mí en mi alma herida y me mostró lo que necesitaba saber: Que no fue Buda el que me amó, ni Mahoma, ni Confucio, sino Cristo. El me reveló la verdad pura de Su amor, y esto dio un vuelco a mi vida.
Jesús nos bendice en nuestro tiempo de necesidad, pero, verás, ese es solo el lugar donde comienza en nuestras vidas. El nos toma de la bendición al quebrantamiento porque es la única forma de llevarnos a la madurez real. El camino del quebrantamiento es la manera como comenzamos a adquirir Su naturaleza generosa.
Aceptémoslo, nuestra carne odia el pensamiento de una vida generosa porque requiere quebrantamiento. Piensa en todos aquellos libros de mayor venta cuyos títulos implican bendiciones. Ahora imagina un título diferente en las repisas, en éste título llamado La Vida Generosa por ejemplo. Tú piensas: “Yo quiero ser generoso”, así que das vuelta a las páginas. Lees acerca de Pablo, que habla acerca de haber naufragado, y de haber sido golpeado y apedreado porque fue llamado a dar. Lees acerca de los otros apóstoles que fueron perseguidos porque Jesús los llamó a una vida que dá. Mientras lees pronto te das cuenta: “Esto no va a ser un éxito de ventas”
Eso quedó demostrado en los días de Jesús. Las multitudes dejaron de seguirlo cuando comenzó a predicar verdades difíciles (Ver Juan 6). Cuando las personas estaban yéndose, “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿A quien iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente” (Juan 6:67-69)
La pregunta de Jesús nos sitúa en la misma posición de los discípulos. Tenemos que confiar en que Él es bueno y fiel. Veras, nosotros no elegimos la agenda de nuestras vidas. Si así fuera, todos seriamos del tipo de persona que recibe, no de los que da. Esa es la razón por la que es Jesús quien establece la agenda. Y cuando Él nos guía por un camino difícil, podemos estar seguros de que lo hace con amor.