Ninguna Tentación Que no Sea Humana
Es sabio recordar que no importa cuán puro, santo e impecable te sientas o cuán seguro creas que eres, ¡no estás libre de ser tentado! Cuando amas a Jesús, cuando él es el Salvador de tu corazón y el gobernante de tu voluntad, eres una persona marcada en el infierno. Satanás tratará de derribarte y sólo un creyente sabio se da cuenta de esto y estará equipado para la batalla.
Pablo explica por qué Dios permite que el diablo nos pruebe con tanta severidad: “Tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2 Corintios 1:9). El propósito de Satanás es enredar a los creyentes en la culpa, el miedo y la condenación; y desanimarlos y abatirlos, pero el Señor cuida a sus hijos.
David dijo: “A no haber estado Jehová por nosotros, cuando se levantaron contra nosotros los hombres, vivos nos habrían tragado” (Salmos 124:2-3).
David fue muy tentado, cayó en adulterio, mintió y asesinó a un hombre inocente. Cuando el profeta Natán lo expuso, Satanás seguramente estaba convencido de que David estaba fuera de combate. Esperaba que el rey levantara las manos y exclamara: “¿Qué sentido tiene? He deshonrado a Dios y he cometido los mismos pecados contra los que he predicado. ¡Dios nunca podrá usarme ahora!”
Pero escucha el clamor de David después de arrepentirse: “Me castigó gravemente JAH, mas no me entregó a la muerte” (Salmos 118:18). Él dijo: “Fui tentado y probado, ¡pero Dios no me entregó al poder de Satanás!”
Amado, si el diablo viene a ti con poderosas tentaciones, no siempre es porque hay pecado en tu vida. Él podría estar atacándote porque te has vuelto al Señor y él está tratando de destruir tu fe. Deja que la siguiente escritura aliente tu corazón:
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).