NOSOTROS NO PODEMOS, PERO ÉL SÍ
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Muchos piensan que Jesús está haciendo una invitación a las multitudes de gente herida en este versículo, pero es mucho más que una invitación. Él nos está diciendo; mandándonos, de hecho, que vengamos a Él porque sólo Él puede proveer el descanso que nuestras almas necesitan.
¿Es, incluso, posible para nosotros, “venir a Él” por nuestra cuenta? Según Jesús, no lo es: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44). ¿Por qué Cristo nos mandaría hacer algo que no somos capaces de hacer?
Él nos da una lección importante aquí, una lección crítica para la vida cristiana. Cuando se nos da una orden, no podemos simplemente envalentonarnos y decir: “Puedo hacer esto. ¡Soy tu hombre, Señor!” Si hacemos eso, estamos en problemas antes de comenzar. Un mandamiento en los evangelios expone nuestra incapacidad. Dios lo hace a propósito, porque cuando nos revela Su voluntad, también nos muestra nuestra incapacidad para lograrlo por nuestra cuenta.
¡Qué maravilloso es que Jesús prosiga cada mandato imposible con una promesa! Después de decir: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre lo atraiga”, Él añade inmediatamente: “y yo le resucitaré en el día postrero” (versículo 44). Dios nos atraerá hacia Él mismo, pero también nos elevará a una vida nueva de resurrección. La vida nueva vida viene solamente a través de Él.
“Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3:21, énfasis añadido). Me encanta cómo traduce la última parte de este versículo, la versión “King James”: “Para que sus obras sean hechas manifiestas, que son hechas en Dios”.
Dios está formando la obra en nosotros. Tan pronto como Él revela nuestra incapacidad, Él revela Su capacidad y disposición para lograrlo todo.