Obteniendo la plenitud de la bendición de Cristo

“Y se que cuando vaya a vosotros, llegare con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.” (Romanos 15:29).

Pablo escribió estas palabras a los cristianos en Roma. Él les estaba diciendo, “No tengo duda que cuando me encuentre con ustedes, será en la mayor medida de la bendición de Cristo.”

Las palabras de los apóstoles aquí implican algo que cada creyente debe saber. Esto es, que existen varios grados o medidas de la bendición de Cristo. Algunos creyentes obtienen una medida plena de esta bendición, lo cual es la meta. La intención es que todos lleguemos a una medida plena de la bendición del Señor Aun otros cristianos entran a solo una pequeña medida de la bendición de Cristo.

En su carta a los efesios, Pablo anima a todos a buscar una medida plena de la bendición: “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo…hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo…y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 4:7,13; 3:19).

Note la palabra “plenitud” en estos pasajes. La palabra griega que Pablo usa aquí significa “terminar la tarea de llenar por completo.” Esa es la tarea que Dios nos ha dado: perseguir la llenura de la bendición de Cristo en nuestras vidas.

Pablo elabora en esto, escribiendo, “…un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y por todos, y en todos.” (Efesios 4:5-6). En resumen, Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo habitan en todos sus hijos. Jesús prometió, “…vendremos y haremos morado en él.” (Ver Juan 14:23). Pablo aclara que todos tenemos el mismo acceso al Señor. Por lo tanto, todos tenemos la misma oportunidad de obtener su siempre creciente bendición. Por cierto, nuestras vidas deben incrementar continuamente en lo que Pablo llama, “la bendición de Cristo.”

Considera la increíble medida de la bendición de Cristo en la vida de Pablo. Este hombre recibió revelaciones personalmente de Jesús. Él escribe que Cristo se le revelo a él. Por supuesto, que Pablo sabia que no había alcanzado la perfección. Pero el también sabia, sin duda, que no había nada en su vida obstaculizando ese fluir de la bendición de Cristo.

Por eso es que Pablo podía decir, “Y sé que cuando vaya a vosotros, llegare con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo.” (Romanos 15:29). Él tenia una confianza santa en su caminar con Cristo. Él declaro, “Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.” (Hechos 24:16). Pablo estaba diciendo, en esencia, “Mi vida es un libro abierto ante el Señor. No tengo pecado escondido en mi corazón, y el no tiene controversia conmigo. Y su bendición hacia mí es un continuo fluir de revelación. Así que cuando les predico a ustedes, ustedes no escuchan las palabras de los hombres. No les di un sermón muerto lleno de teología ingeniosa. Lo que ustedes oyen son las mismas palabras del corazón de Dios a ustedes.”

Ves, la plenitud de la bendición de Cristo tiene poco que ver con bienes materiales. Por supuesto, toda buena salud y recursos terrenales deben verse como bendiciones de la mano de Dios. Pero Pablo habla de una bendición mayor aquí. La palabra griega que él usa para bendición significa “la mención de Dios,” o su “Bien hecho.”

En resumen, la bendición de Cristo significa teniendo una vida que complace al Señor. Es un conocimiento interno del Espíritu Santo que mientras Dios mira en tu vida, el dice, “Estoy complacido contigo, mi hijo, mi hija. No hay nada entre nosotros que obstaculiza nuestra comunión y relación.”

El escritor de Hebreos resume la plenitud de la bendición de Cristo de esta manera: “Y el Dios de paz que resucito de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos” (Hebreos 13:20-21).

Me encanta estar alrededor de gente que vive esta clase de vida en Cristo. Ellos tienen a su alrededor el aroma de haber estado con Jesús. Como Pablo, estos santos tienen una insatisfacción divina con esta vida, un ansia de estar en la presencia de Cristo, un hambre por obtener mas y mas intimidad con el. Ellos hablan mucho de Jesús y rebozan de su amor y santidad.

Tales personas disfrutan la vida, pero evitan toda conversación necia. Ellos viven totalmente separados de las cosas de este mundo. Y el favor de Dios es evidente en sus vidas y en sus familias. Ellos pueden ser pobres, pero sus vidas están plenamente bendecidas por el Señor.

No me tome a mal: estos creyentes sufren como todos los demás. Ellos pasan por temporadas de pruebas y tribulaciones severas. Pero, como Pablo, aunque puedan ser derribados, ellos no son destruidos. Y ellos nunca se dan por vencidos. Ellos han determinado terminar su caminar con fe y ministerio en una forma que son agradables a Dios.

Aquí Pablo se esta refiriendo a un estado mental, una teología o creencia doctrinal. El esta preguntando, “¿Que hay en tu vida que te retiene de seguir adelante a la plena bendición de Cristo? En un tiempo ibas tan bien. Les conozco a ustedes como un pueblo de oración; y trabajas diligentemente en las buenas obras. Pero algo anda mal. Ya no te veo crecer. En lugar de eso han vuelto atrás a confiar en la carne. No siento el dulce aroma de Cristo que una vez tuvieron. Tu seguridad, tu claridad, y tu visión se han ido. Algo les esta estorbando.

“¿Que puede haberles convencido a conformarse con esta condición? Sea lo que sea, les digo que no es de Dios. De hecho, noto levadura en ustedes, algún compromiso. Algo los esta nublando, algo que puedes estar aguantando. Y esto esta haciendo que el Señor tenga una controversia con ustedes. Díganme, ¿Qué es?”

Conozco a muchos cristianos hoy en día que una vez fueron usados poderosamente por Dios. Estas personas eran consagradas, oraban, santos creyentes; pero entonces algo les paso. De alguna manera, fueron estorbados de experimentar la plenitud de la bendición de Cristo.

Esto incluye a muchos ministros que conozco. Estos hombres vieron victoria tras victoria en su caminar con el Señor. Pero algo entro en sus vidas sigilosamente, algún compromiso, y al pasar el tiempo hicieron las paces con eso. A menudo esa levadura que estorba es un solo pecado que asedia.

A todas esas personas Pablo les pregunta, “¿Qué te paso? ¿Qué esta estorbando el fluir de la bendición de Cristo en tu vida? ¿Qué levadura a entrado sigilosamente?”

El profeta Elías fue usado poderosamente por Dios. Él compartió la carga del dolor de Dios por Israel. Su corazón se quebranto por el desliz del pueblo. Y él hizo grandes milagros y maravillas en el nombre de Dios. Sin embargo, como a Moisés se le impidió entrar en la Tierra Prometida, a Elías se le impidió experimentar la plenitud de la bendición de Dios.

Tú conoces la historia de la victoria de Elías en el Monte Carmelo. El piadoso profeta llamo fuego del cielo y mato a los profetas de Baal. Entonces el oro por lluvia y la lluvia cayo, terminando con un largo tiempo de sequía en Israel. Cuando la gente vio estas cosas, ellos se arrepintieron inmediatamente de su idolatría y volvieron al Señor.

Quiero volver a la historia en el momento que la gente volvía a Jezreel, la capital, para reportar las noticias. Increíblemente, Elías le pasó a los carros, de regreso a la ciudad, una distancia de más de veinte millas. Las Escrituras dicen, “Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías” (1 Reyes 18:46) mientras él corría. Esto me dice que Elías estaba en una misión divina. “La mano del Señor” indicaba su guía, su dirección. Dios estaba mandando a Elías de regreso a Jezreel con un propósito. ¿Por qué, exactamente, iba tan aprisa el profeta de regreso a la capital?

Encontramos la clave en el testimonio de Elías en el Monte Carmelo: “…y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.” (1 Reyes 18:36). El profeta estaba diciendo, en esencia, “Señor, permite que todos aquí sepan que todo lo que hago es en sumisión a tu dirección. Lo que yo he hecho aquí hoy es sencillamente lo que tu me dijiste en oración.”

Pero entonces, la maligna Reina Jezabel recibió las noticias. Cuando ella supo que Elías había matado a todos sus falsos profetas, ella amenazo con matarlo. Las Escrituras dicen, “[Rey] Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levanto y se fue para salvar su vida,…” (1 Reyes 19:1-3). Cuando Elías escucho la amenaza de Jezabel, él corrió por su vida.

Muchos comentaristas bíblicos creen que Elías no tenía miedo de Jezabel. Ellos dicen que su misión fue cumplida en el Monte Carmelo, y que ahora Dios le estaba llevando al desierto para enseñarle lecciones importantes. En otras palabras, que el Señor no tuvo la intención que Elías se enfrentara con Jezabel en Jezreel.

No estoy de acuerdo. Yo creo que esta interpretación pierde el sentido de este pasaje por completo. Cuando me imagino al audaz corriendo de regreso a Jezreel. Yo creo que él iba de camino para cumplir lo último que Dios le pidió: matar a Jezabel.

Píenselo: el Señor no debía permitir que Jezabel levantara un nuevo cuerpo o grupo de sacerdotes malos. ¿Por qué le diría Dios a Elías que matara a 400 profetas, pero que permitiera que la madre de idolatría sobreviviera? Seria como podar las ramas del pecado y permitir que la raíz sobreviva. Cuando Dios prepara a su pueblo para entrar en la plenitud de su bendición, él nos pide que hagamos algo mas que arrepentirnos. El también nos pide que desarraiguemos nuestro pecado, para que podamos entrar a una vida de pureza y santidad. Solo entonces podemos experimentar su plenitud.

Yo creo que la Biblia comprueba que Jezabel tenía que ser cortada. En Apocalipsis, Jesús manda a la iglesia de Tiatira, “Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son mas que las primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos…

He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré a muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón…” (Apocalipsis 2:19-23).

Cristo aquí habla a un pueblo que es caritativo, lleno de fe, paciente y creciendo en buenas obras. Sin embargo, estos santos consagrados aun no tenían la plena bendición del Señor. ¿Por qué? Jesús les dice, “Existe un asunto, un estorbo, que te quita que puedas experimentar mi favor pleno. Eso es, tú te niegas a tratar con el espíritu de Jezabel que está en tus medios. Tú permites que ese espíritu malo siga seduciéndote.” Cristo aclara en forma absoluta: si nosotros vamos a entrar en su plenitud, debes ir a la raíz de toda idolatría y pecado.

Entonces, ¿Cuál es el espíritu que Jezabel representa? Jezabel es un nombre simbólico. En hebreo significa “¿casta?” con un signo de interrogación intencional. Esto sugiere sorpresa ante el solo pensamiento de castidad—significando “ciertamente no es casta, ni pura; aquello que es claramente impuro.” En resumen, Jezabel es un espíritu de inmundicia y lujuria crasa.

Algunos comentaristas no creen que Jezabel era el verdadero nombre de la esposa de Acab. Mas bien, ellos dicen que el escritor uso el nombre como un epíteto degradante por el comportamiento muy odiado de la reina Esta era una practica común entre los escritores bíblicos. Por ejemplo, Juan uso la palabra “anticristo” no tan solo para describir la persona que viene, sino que también al espíritu. Lo mismo es cierto con el uso de “dragón”: Es usado para describir no tan solo a Satanás, sino que cualquier entidad que es controlada por él, incluyendo a los seres humanos.

Sencillamente, Jezabel es una propaganda seductiva del infierno y esta dirigida únicamente a los siervos de Dios. Su intención es derribar y destruir a todos los que han sido tocados y ungidos por el Señor. El pasaje en el Monte Carmelo comprueba esto. ¿Alguna vez te has preguntado de donde salieron esos profetas de Baal? Ellos no eran sacerdotes inmigrantes ni importados. Ellos eran israelitas, los escogidos de Dios. Ellos fueron seducidos por Jezabel, llevados a fornicación a través de alguna adoctrinación diabólica.

No hay duda en mi mente que Elías fue llamado como un instrumento para derribar esa fortaleza en Israel. Elías tenía una historia con el Señor y estaba entrenado para escuchar su voz. Él oraba con tal poder que los cielos se cerraron y se abrieron otra vez. Cuando el toco un río con su manto, las aguas se dividieron; y él levanto a un joven de los muertos. Claramente, Elías vivía y se movía en lo milagroso. Él una vez le declaro a Acab con autoridad, “¡Elías esta aquí!” ¡Que valor! ¡Que audacia!

Todavía aun, el poderoso profeta ahora estaba corriendo atemorizado.

Aun ahora, esta misma batalla esta siendo librada en la casa de Dios. Piensa en un cristiano consagrado, alguien que es como Elías. Él esta dedicado a la obra de Dios, es diligente, paciente, camina por fe, sirve a los demás, aumentando en buenas obras. Este siervo tiene una medida de Cristo: es salvo, justificado, ocupado en los negocios del Padre. Sin embargo, ahora el Señor se le acerca diciendo, “Tengo algo contra ti. Has permitido algo destructivo en tu vida. Un espíritu de Jezabel te ha seducido. Y té esta estorbando en tu caminar conmigo.”

“…toleras que esa mujer Jezabel,… enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos” (Apocalipsis 2:20). Jesús aquí no sé esta refiriendo a una mujer en si, que está ante la iglesia y da discursos acerca de cómo no ser castigado por fornicar. No, él sé esta refiriendo a esas cosas que permites que te adoctrinen: la televisión, el Internet, las lujurias de la carne. Todos estos son seductores poderosos.

De igual manera, cuando Cristo habla de “comer cosas sacrificadas a ídolos,” el no esta hablando de comida. El sé esta refiriendo a cristianos que cenan la suciedad del diablo. Estos creyentes pueden levantar sus voces en alabanza en la iglesia, pero cuando llegan a casa, entregan sus mentes a la peor suciedad imaginable: sexo, violencia, y abominaciones.

Hasta el mundo reconoce la maldad en tales cosas. En una entrevista con el New York Times, le preguntaron a un actor joven y famoso si el alguna vez se había entregado a la pornografía, como han hecho muchas estrellas de Hollywood. El joven contesto, “No puedo permitirme alimentar mi mente con basura. Aquellos que entran en la pornografía no pueden controlar sus pensamientos. Sus mentes corren constantemente con todas las imágenes que han recibido de la pornografía. No puedo permitirme hacer eso. Ningún actor profesional puede.” Tristemente, muchos cristianos no pueden declarar esta clase de disciplina.

A menudo cuando el espíritu de Jezabel viene a seducirnos, susurra, “Has trabajado duro y ahora necesitas relajarte. Es hora que te permitas alguna recreación. Este es el día de gracia y Dios no es duro con su pueblo. Anda, sintoniza ese programa de televisión ofensivo; o alquila esa película sucia. Si te entregas mucho a ese placer, siempre puedes clamar a la sangre de Jesús y té limpias de nuevo.”

¡No! Jesús dice, si tú tienes lujuria en tu corazón, ya has cometido adulterio. Él nos dice claramente, con ojos centelleantes, “Le he dado tiempo para que se arrepienta pero no quiere arrepentirse de su fornicación” (Apocalipsis 2:21). La insinuación de “ella” en este verso significa los engañados hijos de Dios, aquellos que fueron seducidos por el espíritu de Jezabel.

El Señor esta diciendo, “Soy misericordioso contigo y he sido muy paciente. Te he dado mucho tiempo para que te arrepientas y dejes tu pecado. Te he enviado profetas, sermones del púlpito y advertencias de amigos. Mi Espíritu te ha convencido y te ha avisado en amor. Pero aun no te has arrepentido.

“Ansío que entres a mi plenitud. He puesto cada recurso ante ti. Sin embargo, sigues viviendo como pobre. Tengo una controversia contigo y no-se ira hasta que trates con ese obstáculo.”

Jesús nos dice cuales son esas consecuencias:

  • “…yo la arrojo en cama” (Apocalipsis 2:22). La traducción griega aquí es “desgaste, poner a la huida.” Significa temor continuo, cansancio, siempre corriendo.
  • “gran tribulación” (2:22). El griego sugiere presión, problemas, depresión.
  • “Y a sus hijos heriré de muerte” (2:23). A no ser que se arrepientan aquellos que han hecho pacto con Jezabel, su fin será muerte literal.

¿Por qué el Señor trata tan severamente con aquellos que se acuestan con Jezabel? Es porque él quiere que este asunto sea tomado en serio por todos aquellos que le sirven: “…todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras.” (2:23).

Estas no son las palabras de algún profeta del Antiguo Testamento. Es una advertencia de Jesús mismo, en este día de gracia. Él nos esta diciendo, “Cada individuo en mi iglesia tiene que saber que Jezabel debe ser derribada. Tienes que darle un golpe mortal a esta fortaleza espiritual, o nunca tendrás una mayor medida mía.”

Regresemos a Elías. Yo lo considero como uno de los hombres más poderosos de Dios en todas las Escrituras. Sin embargo, él permitió que Jezabel viviera. Elías fracasó en esta misión sin ninguna justificación.

¿Cuál era la raíz del fracaso de Elías? Era falta de fe. Elías le dio mas poder a Jezabel que a Dios. Píenselo: después de su victoria en el Monte Carmelo, hubo avivamiento en la tierra, convicción entre el pueblo y arrepentimiento muy difundido. A Jezabel no le quedaba poder. Si ella hubiera tratado de matar a Elías entonces, la gente lo hubiera rodeado para protegerlo. Pero en vez de eso, cuando vino la amenaza, Elías perdió la fe.

¿Estas entendiendo el punto de este mensaje? El Dios que té salvo—el que te ha dado victorias sobre el pecado, y ha provisto milagros para ti—tiene el mismo poder para matar a cualquier lujuria Jezabel dentro de ti. Él puede destruir cada fortaleza, matar cada pecado que asedia y liberarte de todo el poder del enemigo.

Muchos cristianos que están luchando piensan, “Este hábito en mi es muy fuerte. Estoy abrumado. ¿Dónde esta la victoria?” En ese momento es que el enemigo les susurra, “Dios no te oye. No lo vas a vencer. A pesar de todas tus oraciones, vas a caer.” Pero el Señor responde, “¡No! Ninguna fortaleza, ningún espíritu de Jezabel, tendrá dominio sobre ti.”

Elías hizo lo que muchos creyentes hacen: él huyó. David escribe de querer volar al desierto como una paloma. Jeremías deseaba una casita aislada, lejos en el desierto. Sin embargo, muchos cristianos que “huyen o corren” nunca llegan a ninguna parte. Para ellos, es un estado mental, un deseo de alejarse de su prueba.

Finalmente, David concluye, “No temeré el mal” Pero Elías escogió huir y esconderse. El se rindió ante la pelea y Jezabel siguió viviendo.

Creo que la historia de Elías revela uno de los actos más compasivos que Dios haya hecho a cualquier siervo temeroso. Elías terminó bajo un árbol de enebro en el desierto, tan deprimido que termino en un sueño profundo.

Una vez mas el ángel lo despertó y lo alimentó. Entonces Dios pronuncio estas palabras amables a su siervo: “Levántate y come, porque largo camino te resta.” (Ver 1 de Reyes 19:7). Él estaba diciendo, “Amigo, no puedes solo con esto. Yo estoy contigo.”

Ves, el amor de Dios por Elías nunca estuvo en duda. No importaba cuan mal fracasaba su siervo. Aun en su temor, depresión y deseos de huir, Elías aun era muy amado por el Padre. Lo mismo es cierto para todos nosotros que amamos y servimos al Señor.

Sin embargo, Dios tenía otro mensaje para Elías. Fue una advertencia misericordiosa y se aplica a nosotros también. Él preguntó, “¿Qué haces aquí Elías?” (19:13). Aunque el Señor había perdonado a Elías, él no iba a barrer su problema debajo de la alfombra. Él lo amaba demasiado.

Elías contestó con una excusa, pero Dios no la acepto. Otra vez él preguntó, “¿Por qué estas aquí?” Él estaba preguntando, en esencia, “¿Por qué entregaste la pelea, Elías? ¿Por qué renunciaste a tu ministerio? ¿De donde vino este cansancio?”

Al final, parece que Dios acepto la renuncia de Elías. El Señor dijo en tantas palabras, “No te obligare a que sigas adelante, Elías. Pero voy a ungir a Jehú en tu lugar. Él va a cumplir tu misión matando a Jezabel.”

El hecho es, si queremos renunciar, el Señor lo permitirá. Y el no nos amara menos. El simplemente permitirá que sigamos viviendo con una medida limitada de Cristo. Ciertamente, cuando llego el tiempo para irse con el Señor, él fue llevado al cielo en un carro de fuego. Él fue un hombre honrado grandemente. Pero como a Moisés, a quien no se le permitió entrada a la Tierra Prometida, Elías nunca entró a la plenitud de las bendiciones de Dios.

Puedes decir, “Yo no tengo problemas con la lujuria. No soy un fornicario ni adúltero. Gracias a Dios, no he sido seducido por el espíritu de Jezabel.” Me regocijo contigo. Pero para cada creyente que desea entrar completamente dentro de la bendición de Cristo, un momento Elías seguro vendrá. Te encontraras con el enemigo más grande que puedes confrontar. Y el espíritu de Jezabel se mofara, “Esta vez, vas a caer. Llegó tu fin.”

Cuando llegue ese tiempo, no puedes pensar en darte por vencido. No entregues la pelea o abandones las promesas que Dios te ha dado. Derriba ese espíritu de Jezabel. El Señor dice que no tiene poder sobre ti.

Aquí te presento una última imagen de la misericordia de Dios. Aunque Elías fracaso, el Señor le dio la última palabra a su siervo. Las Escrituras dicen que Elías profetizo, “Los perros comerán a Jezabel en el muro de Jezreel.” (1 Reyes 21:23). Esto fue exactamente lo que paso. Jezabel fue matada en el mismo lugar de donde Elías huyó, y los perros lamieron su sangre. Dios le dio a Elías la última palabra.

Querido santo, nuestro Señor nos ha hecho más que vencedores. Esa es su última palabra sobre el tema. Así que ponte de pies y pelea. Y permite que el te lleve a la plenitud de su bendición.

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