ORA ANTES DE LA CRISIS

David Wilkerson (1931-2011)

Cuando Jesús anduvo sobre la tierra, él se hizo accesible a la población en general. Enseñaba en sinagogas, en laderas y en barcos; sanando a los enfermos y haciendo milagros. Alzaba la voz en las fiestas, gritando: “¡Yo soy el agua viva! Ven a mí y saciaré tu alma sedienta”. Cualquiera podía acercarse a él y ser saciado. Pero la invitación de nuestro Señor fue ignorada en su mayoría.

Jesús clamó por el pueblo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mateo 23:37). Él le estaba diciendo a Israel: “Estoy aquí ahora, disponible para ti. Te he dicho que vengas a mí para que seas sano y para que tus necesidades sean saciadas, pero no quieres venir”.

Jesús respondió al rechazo del pueblo hacia él, al declarar: “He aquí vuestra casa os es dejada desierta” (23:38). La palabra que Jesús usa para “desierta” aquí, significa soledad, falta de frutos, desperdicio. Él está diciendo: “Tu vida de iglesia, tu casa, tu caminar espiritual, todo se secará y morirá”.

Nuestro Padre celestial se preocupa profundamente por todos los problemas de sus hijos. Cada vez que enfrentamos tiempos difíciles, él nos insta a acercarnos, diciendo: “Vengan, echen todos sus problemas, necesidades y quejas sobre mí y yo oiré su clamor y responderé”. Él anhela que tengamos sed de él, tal como el salmista dijo: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmos 42:1-2).

No esperes hasta que surja una crisis para acercarte a Dios. Él anhela que derrames tu corazón delante de él, en amor y adoración de forma continua.