OVEJAS SIN PASTOR

Nicky Cruz

En una ocasión, unas personas llevaron a un hombre ciego a Jesús para ser sanado. Jesús tomó al hombre de la mano y lo condujo a un lugar aislado fuera de la aldea, ahí escupió en los ojos del hombre. En cualquier cultura esto sería considerado un insulto. Pero Jesús lo hizo de todos modos.

Jesús entonces le preguntó al hombre si podía ver algo; y el hombre respondió: "Veo personas; se ven como árboles caminando".

Estoy seguro de que el hombre estaba encantado de tener siquiera algo de visión, pero Jesús quería que él viera con claridad, que supiera lo que se había perdido, que sea testigo de toda la gloria de la creación de su Padre. Así que volvió a poner sus manos sobre los ojos del hombre, y repentinamente el hombre pudo ver con claridad. Su vista fue completamente restaurada (Marcos 8:22-25).

De muchas maneras, he visto a Dios hacer lo mismo en mi vida. Cuando le di mi corazón por primera vez, me llené de un sentimiento glorioso pero mi visión era borrosa, confusa y nueva. A través de los años, él continuó discipulándome, formando mi corazón y mi espíritu, hasta que pude ver más claramente. Comencé a ver a la gente con claridad, como individuos delante de mí, no como simples masas moviéndose. Empecé a verlos de la manera en que él los ve, heridos y perdidos, como ovejas sin pastor.

Eso es lo que el toque de Jesús en nuestras vidas hará por nosotros, pero sólo si estamos dispuestos a permitírselo. Tantos seguidores de Cristo nunca llegan a esa etapa. Permitimos que Dios nos toque, que nos libere de la ceguera, de la oscuridad total del pecado, pero de alguna manera nos contentamos con una visión inmadura.

A medida que permitimos que Jesús nos toque más profundamente y traiga nuestros ojos y corazones a un enfoque claro, él nos llevará más allá en la visión que tiene en mente para nosotros. Como resultado, veremos a las personas de la manera en que él las ve.

Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.