Permanece en el Amor de Dios
Hace 35 años, Dios puso en mi corazón abrir una casa de muchachos en Amityville, New York, en Long Island. Realmente pensé que el Señor estaba detrás de esta obra. Aún así, después de sólo año y medio, los oficiales del estado impusieron regulaciones imposibles para nosotros. Nos dijeron que debíamos tener un psicólogo a tiempo completo, además de un sacerdote o un rabí si aceptábamos muchachos católicos o judíos. No podíamos cubrir los gastos operacionales bajo esas restricciones, así que simplemente cerramos las puertas.
Solamente habíamos aceptado a cuatro muchachos durante el tiempo breve que estuvimos en operación, y después que cerramos, perdí contacto con ellos. Siempre pensé que ese fue el fracaso más grande de todos los tiempos. Por más de tres décadas, me pregunté por qué Dios nos permitió que siguiéramos adelante con eso.
Sin embargo, esta semana pasada, recibí una carta de un hombre llamado Clifford. Él me contó la siguiente historia:
“Hermano David, yo era uno de los cuatro muchachos que fue enviado a su casa en Amityville hace 35 años por la Agencia de Niños del Condado de Nassau.
“Mi padre y mi madre eran judíos, pero se separaron y mi madre se volvió a casar. Ella era tan rebelde que me inscribió en una escuela católica. Fui rociado en la iglesia católica cuando tenía once años de edad.
“Mi padre y mi madre eran judíos, pero se separaron y mi madre se volvió a casar. Ella era tan rebelde que me inscribió en una escuela católica. Fui rociado en la iglesia católica cuando tenía once años de edad.
“Asistí a una enorme catedral católica, me confesé, me persigné, hice el rosario – pero sólo le tenía miedo a Dios. Estaba convencido que yo no le importaba.
“Ni yo ni mi madre sospechábamos que la trabajadora social estaba de camino para ponerme en su casa de muchachos. Pero yo estaba desesperado por alejarme del abuso de mi padrastro, la pobreza, y los intentos de suicidio de mi madre. Así que estuve de acuerdo y terminé en su casa.
“Las personas que hacían de “padres” eran tan amorosos y amables. Nos enseñaban estudios Bíblicos y nos llevaban a la iglesia. Una vez nos llevaron a una pequeña iglesia que tenía una campaña bajo carpa. Yo estaba tan amargado y desalentado por dentro. Fue en esa pequeña iglesia, bajo esa carpa, que el Espíritu Santo comenzó a tocar mi corazón. Una noche, no pude resistir más. Todos los años de dolor, confusión y desesperación salieron a la superficie. Me estaba ahogando.
“Entonces escuché al predicador decir: ‘Jesús te ama.’ Me puse de rodillas y oré: ‘Dios, no estoy muy seguro que eres real, o que me estas escuchando. Pero si eres real, por favor perdóname, y por favor ayúdame. Necesito a alguien que me ame, porque me siento tan amargado, rechazado y lleno de inquietudes.’
“De repente, sentí como si alguien estuviera derramando melaza tibia sobre mi cabeza y esta fluía por todo mi cuerpo. La amargura se derritió. Dios tuvo mi corazón por completo desde ese día.
“Hermano David, eso sucedió hace 35 años. Ahora Dios me ha llamado a predicar, y me está dirigiendo al ministerio a tiempo completo. Encontré su dirección mientras miraba el Internet. Esta nota de agradecimiento ha estado hirviendo en mí por 35 años. Sólo quiero darle las gracias por preocuparse. Yo sé lo que es el amor de Dios.”
Esta carta de este hombre me demuestra que nada de lo que hacemos por Cristo es en vano. Ese hogar de muchachos no fue un fracaso – porque un muchacho judío perdido y confundido descubrió el amor de Dios. Él sólo conocía el miedo aterrador de Dios hasta que llegó a nuestro santuario.
Qué triste que tantos millones como Clifford crecen sin conocer nada acerca del amor de Dios. Nunca conocieron padres amorosos, así que no saben como relacionarlo al amor de Dios. Viven toda una vida llena de temor, confusión y rechazo.
Aún así, es tan trágico como multitudes de creyentes que han probado el amor de Dios nunca han aprendido a entrar a la plenitud de su amor. Conocen la doctrina del amor de Dios, a menudo la escucharon predicada – pero aún no saben lo que significa mantenerse en su amor.
“David, todavía tu no has entrado en la plenitud y el gozo de mi amor. Tienes la teología – pero aún no has experimentado el éxtasis y descanso de mantenerte en mi amor. Hasta ahora, has entrado sólo hasta los tobillos. Pero existe todo un océano de mi amor para que nades en él.”
La Biblia está llena de la verdad del amor de Dios. Pero a veces pienso cómo el Señor puede amarme. No es que dude de su amor; es como un fracaso de mi parte mantenerme en el conocimiento y seguridad de su amor hacia mí.
Por esa razón estoy escribiendo este mensaje. Quiero que todos nosotros aprendamos más acerca de cómo mantenernos en el amor de Dios.
La revelación del amor de Dios viene en parte cuando nacemos de nuevo. Si le preguntaras a la mayoría de los cristianos qué conocen del amor de Dios hacia ellos, te contestarían: “Yo sé que Dios me ama porque entregó a su hijo a morir por mí.” Te citarían a Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Es un momento maravilloso cuando echas mano de esta verdad. De repente te das cuenta: “Dios me amó cuando estaba perdido, deshecho, un extraño. Y demostró su amor sacrificando a su propio hijo por mí.”
Pocos cristianos, sin embargo, aprenden como mantenerse en el amor de Dios. Conocemos algo acerca de nuestro amor hacia el Señor – pero rara vez buscamos la revelación del amor de Dios hacia nosotros. En efecto, si le pides a la mayoría de los cristianos que te busquen pasajes bíblicos acerca del amor de Dios hacia nosotros, quizás te señalen unos cuantos.
Sin embargo, entender el amor de Dios es el secreto a una vida vencedora. Multitudes se vuelven espiritualmente fríos y vagos porque ignoran el amor del Señor hacia ellos. No saben que el arma más poderosa contra los ataques de Satanás es estar plenamente convencido del amor de Dios hacia ellos, a través de la revelación del Espíritu Santo.
Déjame compartir tres cosas contigo que el Espíritu de Dios me ha mostrado acerca de su amor por su pueblo:
En su última oración en la tierra, Jesús dijo: “Padre…me has amado desde antes de la constitución del mundo.” (Juan 17:24). Qué increíble pensamiento: Cristo fue amado grandemente por el Padre antes de la creación. Antes que algo fuera puesto en el Cosmos – antes que cualquier planeta fuera formado, antes que el sol, la luna y las estrellas vinieron a ser, antes que la tierra fuera hecha, antes de la creación del hombre – Jesús fue amado por el Padre.
Entonces Jesús hizo esta asombrosa oración: “oh Padre… los has amado, como también a mí me has amado.” (versos 21-23). Él también oró: “…para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.” (verso 26). Cristo estaba diciendo: “Padre, yo sé que vas a amar aquellos que acepto en mi cuerpo, tal como me has amado a mí.”
Según Jesús, a los ojos de Dios, Cristo y su iglesia son uno. Pablo ilustra esto con la analogía del cuerpo humano. Él dice que Cristo es la cabeza, y nosotros somos su cuerpo – hueso de sus huesos, y carne de su carne: “Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.” (Efesios 1:22-23). “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.” (Efesios 5:30).
Lo que quiero implicar aquí es que cuando el Padre amó a Jesús antes de la eternidad, él nos amó a nosotros también. Ciertamente, cuando el hombre era tan sólo un pensamiento en la mente eterna de Dios, el Señor ya estaba enumerando nuestras partes y planeando nuestra redención: “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor.” (Efesios 1:4).
Creo en el conocimiento ilimitado de Dios. Acepto que el Padre sabía desde la eternidad todos los que responderían a su llamado para ser hechos en la imagen de Cristo. En los Salmos, David escribe que fue amado por Dios mientras estaba en el vientre:
“Empero tú eres el que me sacó del vientre, el que me haces esperar desde que estaba a los pechos de mi madre. Sobre ti fui echado desde la matriz: Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.” (Salmo 22:9-10). “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.” (139:16). David está diciendo, en esencia: “Aún antes que fui formado, tu me conocías, Señor. Tenías todas mis partes anotadas de antemano.”
Dios siempre ha amado tanto a su hijo como a nosotros – porque su amor es tan eterno como él: “con amor eterno te he amado…” (Jeremías 31:3). “… Dios y Padre nuestro, el cual nos amó, y nos dio consolación eterna…” (2 Tesalonicenses 2:16).
Jesús no se ganó el amor del Padre al ir a la cruz, ni por su obediencia, ni por amar al Padre. Nadie puede ganarse el amor de Dios – por ninguna cosa piadosa que el o ella haga. De igual manera, Dios no te comenzó a amar el día que te arrepentiste y recibiste a Cristo como Señor. Él no te amó de repente cuando comenzaste a obedecer su palabra y a caminar en el Espíritu. Ya eras amado, desde la eternidad.
¿Desde cuándo te ama Dios? Él te ha amado desde que él existió – porque Dios es amor. Es su naturaleza. él te amó como pecador. él te amó en el vientre. Él te amó antes de la fundación del mundo. No hubo comienzo del amor suyo por ti – y no existe fin.
¿Cuándo dejará de amarte? Él dejará de amarte cuando deje de amar a su propio hijo – lo cual es imposible. Cristo dice: "Padre… Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.” (Juan 13:1).
Ahora podemos entender mejor lo que dice Judas cuando nos instruye: “... Conservaos en el amor de Dios.” Él nos está diciendo: “Mantén esta verdad – echa mano de ella, y nunca la dejes. El conocimiento del amor de Dios es para tu consolación, tu fortaleza. Te libertará y te mantendrá libre.” El apóstol Juan añade: “En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:10,19).
Cualquiera puede mantenerse gozoso cuando está volando alto en el Espíritu Santo, sin ser probado o tentado. Pero Dios quiere que nos mantengamos en su amor a todo tiempo – especialmente en nuestras tentaciones.
El apóstol Juan nos dice sencillamente cómo podemos mantenernos en el amor de Dios: “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él.” (1 Juan 4:16). En resumen, si “vivimos en el amor de Dios” nos estamos manteniendo en Dios.
La palabra “vivir” aquí significa “mantenerse en estado de espera.” En otras palabras, Dios quiere que esperemos que su amor sea renovado en nosotros todos los días. Debemos vivir cada día en el conocimiento que Dios siempre nos ha amado y siempre nos amará.
En realidad, muchos de nosotros entramos y salimos del amor de Dios conforme a nuestras emociones. Nos sentimos seguros en su amor solo si nos hemos comportado bien. Pero estamos inseguros de su amor cada vez que somos tentados o probados, o en tiempos cuando le hemos fallado. Ese es el tiempo preciso cuando debemos confiar en su amor. Él nos está diciendo en estos pasajes: “No importa la prueba que enfrentes, nunca debes dudar de mi amor por ti. Si estás confiando activamente en mi amor, entonces estas viviendo como quiero que vivas.”
¿Estás soportando alguna gran tentación? ¿Has sido vencido por alguna vieja lujuria que odias? ¿Tu matrimonio está en desorden, tu familia en caos? Estos son los tiempos cuando más necesitas mantenerte en el amor de Dios. Tienes que saber que a través de todo, el padre eterno te sigue amando.
Quizás pienses: “¿Quieres decir que al amarme, Dios sencillamente no ve mis fallas? ¿Se hace el ciego a mi pecado?” Claro que no. Él te corregirá con su vara – pero él siempre corrige a sus hijos con gran amor. “Porque el Señor al que ama castiga,…” (Hebreos 12:6).
Jeremías 31 ofrece una maravillosa ilustración del amor de Dios. Israel estaba en un estado descarriado. El pueblo había engordado y prosperado y estaban participando en toda clase de maldad. Se habían vuelto a los ídolos y estaban cometiendo fornicación y adulterio. Se habían olvidado de todas las misericordias que Dios les había mostrado.
Entonces de repente, sus lujurias se volvieron amargas. Perdieron todo el placer en llevar a cabo sus apetitos sensuales. Pronto clamaron, “Señor, estamos perdidos. Necesitamos que nos cambies.” Dios escuchó su clamor de arrepentimiento, y su corazón de amor salió a encontrarlos. Él castigó a su pueblo con su vara de corrección – e Israel clamó: “fui castigado… conviérteme y seré convertido… Porque después que me convertí, tuve arrepentimiento…” (Jeremías 31:18-19).
Escucha las palabras de Dios hasta este punto: “pues desde que hablé de él, heme acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él: apiadado, tendré de él misericordia…” (verso 20). “…por tanto te soporté con misericordia.” (verso 3).
Esto es lo que debes saber acerca del amor de Dios: Dios le estaba diciendo a su pueblo: “Tuve que castigarte y hablarte con palabras duras de verdad. Aun así, pecaste contra mi, despreciando mi gracia y misericordia extendida hacia ti. Diste la espalda a mi amor, rechazándome. No obstante, mis entrañas de compasión se conmovieron profundamente dentro de mí. Te recordé en tu lucha – y tendré misericordia de ti. Te libraré y restauraré.”
En Oseas 3, Dios compara a la Israel descarriada como a una adúltera. Él le dice a Oseas: “Ve, ama una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel; los cuales miran a dioses ajenos…” (Os. 3:1).
Dios está instruyendo a Oseas a que le diera un sermón ilustrado de su amor por ellos, aún mientras le estaban engañando. Él estaba diciendo: “Has pecado abiertamente contra mí, como una prostituta en la calle. Pero aún estas casada conmigo – y yo te amo. Yo estaré de tu parte. Ahora, tú ponte de mi parte.”
Vemos este tipo de amor incondicional y restaurador en una carta que recibimos recientemente de una querida hermana en Cristo. Ella escribió: “Hace un año, mientras estaba involucrada en una relación adúltera, le escribí una carta anónima pidiendo oración. Estaba atormentada por el engaño en mi vida. Yo soy nacida de nuevo y el Espíritu Santo estaba tratando conmigo.
“He sido restaurada a mi esposo y a mi maravilloso Señor. Realmente, necesitábamos sanidad en muchas áreas de nuestra vida después de 43 años juntos. Sus mensajes me convencían tanto de pecado, y también me animaban a seguir confiando en el amor de Dios. He aprendido más que nunca cuánto Dios me ama.”
El amor de Dios tuvo un efecto poderoso en esta mujer. Sin embargo, la ignorancia del amor de Dios puede tener un efecto opuesto. Considere esta carta escrita por otra mujer:
“Siempre he sentido que Dios estaba por agarrarme – para pegarme y castigarme por todo lo que he hecho. Por lo tanto, era dura y mala con los demás, tratando de ponerlos en línea a golpes. Ahora sólo quiero correr hacia su trono de misericordia para recibir su amor, y mostrarle su amor a los demás. Estoy cansada de tanto juzgar.” Gracias a Dios – ella desea mantenerse en el amor del Padre.
Según Juan, todo el amor de Dios reside en Jesús. Él escribe: “Porque de su plenitud tomamos todos…” (Juan 1:16). ¿Cómo hemos recibido el amor del Padre? Lo obtuvimos al estar en Cristo.
Pero, preguntarás, ¿cuál es la importancia de saber que el amor de Dios es expresado por medio de Cristo? ¿Cómo afecta esto nuestra vida cotidiana?
Este conocimiento es más que un concepto bíblico. Al contrario, saber que el amor de Dios es expresado por medio de Jesús tiene todo que ver en cómo nos mantenemos en su amor. Verás, no es suficiente para mi saber que Dios siempre me amará y nunca dejará de amarme a pesar de todas mis luchas. Él también quiere que su amor tenga cierto efecto en mi.
¿Cómo es que el amor de Dios impacta nuestra vida? No podemos mirar al hombre por un ejemplo. Muchos cristianos responden a la revelación del amor de Dios como una licencia para pecar. Se convencen a sí mismos: “Dios me ama incondicionalmente. Él tiene que seguir amándome a pesar de mis borracheras, adulterio y búsquedas de placeres. Su gracia es mayor que mis pecados.” Tales personas desprecian el amor de Dios.
Tenemos que mirar a Cristo como nuestro ejemplo. Jesús ya nos dijo que el Padre nos ama en la misma forma que ama a su hijo. Así pues, ¿qué impacto tuvo el amor del Padre en Jesús?
Juan escribe: “En esto hemos conocido el amor, porque él puso su vida por nosotros…” (1 Juan 3:16). Aquí estaba el fruto del amor de Dios en Jesús: dio de sí mismo como sacrificio por los demás.
La segunda parte de este verso nos muestra el propósito del amor de Dios en nuestras vidas. Lee así: “…también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.” (verso 16). El amor de Dios también nos lleva a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo.
¿Alguna vez has pensado en el significado de poner tu vida por tus hermanos y hermanas? Pablo no se está refiriendo a convertirnos en mártires en tierra extranjera. Él no se está refiriendo a que donemos órganos. Ni tampoco se está refiriendo a que tomemos el lugar del criminal condenado a muerte. Sólo Cristo hizo ese sacrificio.
No, la única clase de cristiano que puede traer vida y esperanza a sus hermanos es uno que ha muerto. El siervo que ha muerto a este mundo—a sí mismo, al orgullo y la ambición. Y se ha resignado a la santa voluntad de Dios.
Este cristiano “muerto” ha permitido que el Espíritu Santo tome inventario espiritual de su alma. Él ve la corrupción e impiedad en su corazón. Y voluntariamente va al altar de Dios, llorando: “Señor, consúmeme. Tómalo todo.” Él sabe que solamente al ser limpio por la sangre de Cristo es que puede dar su vida por los hermanos.
Esta es la única y más importante verdad que me ayuda a continuar en guerra espiritual. Si estoy plenamente persuadido que Dios es fiel para perdonarme y restaurarme, tendré todo el poder para resistir toda tentación. Sabré que él está conmigo, no importa lo que enfrente – y él me amará a través de todo. Quizás caiga ocasionalmente. Pero sabré que él estará esperándome al final de mi lucha – y saldré amado por él.
Esta es la única y más importante verdad que me ayuda a continuar en guerra espiritual. Si estoy plenamente persuadido que Dios es fiel para perdonarme y restaurarme, tendré todo el poder para resistir toda tentación. Sabré que él está conmigo, no importa lo que enfrente – y él me amará a través de todo. Quizás caiga ocasionalmente. Pero sabré que él estará esperándome al final de mi lucha – y saldré amado por él.
“Estimado Pastor David, Hace 20 años que acepté a Jesús después de 10 años en la brujería. Yo leía barajas de tarot y dirigía encuentros con los muertos en mi casa. Me iba bien, me estaba haciendo rica y hasta manejaba automóviles deportivos.
Cuando entregué mi corazón a Cristo, Satanás se me apareció seis semanas después en mi aposento. Él me dijo que yo podría llegar a ser la bruja del sur si rechazaba a Jesús. Me paralizó del cuello hacia abajo y me presionó en la cama. No vi a Jesús en la habitación, pero sentí que él se acercaba. Él entró a la habitación y llamó a Lucifer por nombre, y dijo: ‘No puede ser tuya – ella es mía.’ Satanás salió de la habitación como perro reprendido, dejando un olor horrible a su partida.
“Ahora, después de servirle a Jesús por 20 años, veo tanta brujería en la iglesia. Cada vez que alguien se te acerca con una profecía o palabra y dice algo de tu pasado que ya está bajo la sangre y ha sido perdonado, ese es un espíritu de familiaridad. El Espíritu Santo no mencionaría nada de tu pasado que está bajo la sangre. Si él se olvidó de tus pecados que han sido perdonados, solo el diablo podría recordarlos.
“También veo manifestaciones en la iglesia que son atribuidas al Espíritu Santo, pero la gente es la que recibe toda la atención. El Espíritu Santo viene con un solo propósito – una sola razón – y es para centrar todo ojo en Jesús. Si una manifestación se centra en una persona, puede estar seguro que eso no es de Dios.”
Esta mujer es un poderoso sacrificio vivo. Ella aún enfrenta muchas pruebas: esta confinada a una silla de ruedas y vive con terribles dolores físicos. Y algunos cristianos le dicen que aún está bajo el poder del diablo porque no ha sido sanada.
Pero ella está confiada en el amor de Dios por ella. Ella sabe que ha sido perdonada por su participación en la brujería y ha sido liberada completamente de eso. Y ella no permite que nada le quite decirles la verdad en amor a sus hermanos y hermanas. Ella terminó su carta diciéndome: “Le doy la honra y la gloria a Dios por mostrarme su amor.”
Mantente en el gran amor de Dios por ti, como lo ha hecho esta mujer. Será tu fortaleza a través de todas las cosas.