Poder Desatado por la Oración
Estamos viendo calamidades en una escala nunca antes vista: huracanes, incendios, inundaciones, sequías, disturbios nacionales. El temor y la desesperación abundan por todos lados e incluso los comentaristas más escépticos dicen que ya estamos viendo el comienzo de la Tercera Guerra Mundial.
¿Qué puede hacer el pueblo de Dios para mover su corazón en estos tiempos difíciles? De cierto la iglesia no es impotente. El profeta Joel dijo: “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón… convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia” (Joel 2:12-13).
Todos los profetas del Antiguo Testamento convocaron al pueblo de Dios a una oración colectiva. Jesús mismo declaró: “Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada” (Mateo 21:13). El hecho es que la historia del mundo ha sido moldeada por las oraciones de la iglesia de Cristo.
El Espíritu Santo fue dado por primera vez en la casa de Dios, en el Aposento Alto. Allí los discípulos “perseveraban unánimes en oración” (Hechos 1:14). Se nos dice que Pedro fue liberado de la prisión por un ángel, mientras que “muchos estaban reunidos orando” (12:12). Se había hecho oración colectiva continuamente por la liberación de Pedro.
Claramente, Dios libera mucho poder debido a las oraciones de su iglesia. Por lo tanto, el llamado a tal oración no puede ser subestimado. Sabemos que a la iglesia se le ha encomendado ganar almas, hacer caridad, servir como lugar de reunión para que se predique la Palabra de Dios. Pero, ante todo, la iglesia debe ser una casa de oración; este es su llamado principal.
“Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:19).
Pero el poder de la oración no está reservado sólo para grandes reuniones; lo podemos encontrar en la intimidad de nuestros propios hogares. Jesús practicó y recomendó la oración privada a sus discípulos. “Tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Los hogares en la cultura de Jesús tenían una habitación interior que servía como una especie de armario de almacenamiento, un lugar donde podían orar en secreto, por lo que este concepto era fácil de entender para ellos.
Jesús dio el ejemplo para la oración privada: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35). “Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte… estaba allí solo” (Mateo 14:23).