Presionado por Todos Lados
Durante siglos, el testimonio más poderoso del pueblo de Dios para el mundo ha sido el resplandor de Cristo a través del profundo sufrimiento en sus vidas. El carácter manifiesto de Cristo ha tocado a los que les rodean y ha ministrado a ateos, musulmanes e inconversos de todo tipo.
El apóstol Pablo dijo: “Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos” (2 Corintios 4:8-10).
Pablo sabía de primera mano el significado de la desesperación; después de todo, él no era un superhombre. Él enfrentó tiempos difíciles que nunca pensó que sobreviviría. Él testificó: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará” (2 Corintios 1:8-10).
¿Entiendes lo que dice Pablo? Él nos dice: “Estábamos presionados más allá de toda fuerza humana y estábamos completamente perdidos para entenderlo. Llegamos al punto de pensar que todo había terminado”.
En ese mismo momento, en el momento más difícil de Pablo, recordó su ministerio y llamamiento. Mirando fijamente la muerte cara a cara, él se recordó a sí mismo: “Todo el mundo me está mirando. He predicado muchos sermones sobre el poder de Dios para mantener a sus siervos y ahora todos buscan ver si yo lo creo”.
Luego, Pablo le dice a la iglesia de Corinto: “Fueron sus oraciones las que nos ayudaron. Nos permitieron pasar por todo esto con un cántico de victoria”. Él escribe: “cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro” (2 Corintios 1:11).
Nunca tomes a la ligera el asunto de orar por tus hermanos y hermanas necesitados. Pablo dice que las oraciones de los corintios fueron un regalo para él y, de la misma manera, nuestras oraciones pueden bendecir a otros.