Prestando Atención los Pequeños Dolores
Cuando era niña, mi hija Elisabeth, una vez nos pidió un hámster como regalo de cumpleaños. Así que se lo dimos y lo llamó Bidule. Ella lo acariciaba, le hablaba y estaba enamorada de él.
Una mañana, mientras nos preparábamos para ir a la iglesia, mi esposa sacó a Bidule de su jaula para que pudiera estirarse y correr un poco en el balcón, ¡pero luego se olvidó de él allí! Después de una mañana entera en la iglesia y una comida en un restaurante bajo un sol abrasador, finalmente regresamos a casa y descubrimos que Bidule estaba en el paraíso de los hámsteres, secado por el sol de verano de Quebec.
Elisabeth estaba inconsolable. Por supuesto, mi esposa y yo no intentamos minimizar su dolor diciendo cosas como “¡Vamos! Honestamente, era una rata. ¿Necesito recordarte que hay niños hambrientos en países del tercer mundo?” ¡No! Para ella era importante; también era importante para nosotros. Entonces prestamos atención a sus lágrimas. Bidule incluso recibió un funeral, oficiado por mí en el patio trasero (mi único funeral de animales, te lo puedo asegurar). Mi hija fue lo suficientemente valiente como para decir algunas palabras: “Bidule fue un buen hámster. Bidule fue amado por todos”.
Hoy comparto este recuerdo con una sonrisa, pero es para ilustrar mejor dos puntos de gran bendición para ti y tus seres queridos.
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No importa la edad de nuestros hijos, tomemos en serio su dolor. Tendrán dificultades que atravesar, desde el dolor de su primer amor perdido hasta el rechazo de la universidad de sus sueños, desde un fracaso deportivo hasta una enfermedad grave. Nuestra responsabilidad como padres cristianos es oír su dolor, buscar comprenderlo sin minimizarlo ni negarlo. Al escuchar su dolor con empatía, seriedad, atención y compasión ya estamos enseñando a nuestros hijos a afrontarlo.
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Nuestros hijos aprenden de nuestro ejemplo. Sobre todo, nuestra responsabilidad es trazarles un camino. Su camino de fe está tallado a partir de nuestro propio testimonio. Ellos son testigos de nuestras luchas. Son los primeros en vernos atravesar nuestras tormentas y, por la gracia de Dios, seguir adelante, orar, servir a Dios, amar, dar, perdonar.
Nuestros hijos desarrollarán su propia capacidad para superar las dificultades mediante la forma en que tratemos su dolor y al observar nuestras propias actitudes y fe en medio de las pruebas.
Claude Houde es el pastor principal de Eglise Nouvelle Vie (Iglesia Vida Nueva) en Montreal, Canadá. Bajo su liderazgo, la Iglesia Nueva Vida ha crecido de unos cuantos asistentes a más de 3500, en una parte de Canadá en la que hay muy pocas iglesias protestantes exitosas.