PURA FE

Nicky Cruz

Mucha gente piensa que mi pasión por Jesús viene de años de estudio, oración y ministerio, pero se equivocan, pues viene de haber visto a Dios venir en mi ayuda en esos momentos en que la vida me ha dejado completamente desprotegido y solo. Viene de haber sentido la presencia de Dios en mis momentos de mayor confusión y desesperación. Viene de haber visto la mano de Dios delante de mí, una y otra vez cuando he sido confrontado ante el peligro inimaginable.

Cada vez que estoy cara a cara con un pandillero adolescente endurecido, veo David Wilkerson predicando sin miedo en la esquina de mi calle. Cada vez que entro a un barrio infestado de drogas y crimen, siento la misma fuerza que impulsó a Wilkerson a las calles de Nueva York hace muchos años. Cada vez que sostengo un alma perdida y que sufre en mis brazos, siento el poder y la presencia de Dios.

Dependo solamente de Dios. Dios ha usado el dolor de mi pasado para llevarme a un nivel más profundo y para acercarme más a Él. Lo que Satanás pretendía para el mal, Dios lo ha usado para su gloria. Cualquier alegría que pueda recibir en la vida palidece en comparación con el éxtasis de ver a Dios lograr lo imposible, de ver cómo alcanza un corazón oscuro y trae luz, como extiende su misericordia libremente sobre los pecados de aquellos que necesitan el perdón.

Parece tan fácil analizar a Dios usando el intelecto, reconocer su poder sin siquiera haberlo experimentado, y creer en su supremacía sin siquiera haber clamado a Él para que haga cosas poderosas presencia nuestra. Lo vemos con nuestras mentes, pero no con nuestros corazones. Nunca aprovechamos el poder que decimos es verdadero. Nunca pedimos que Dios se mueva poderosamente en nuestra presencia, ¡que tome nuestra pizca de fe y la utilice para sacar una montaña de su base y arrojarla al fondo del mar!

La fe pura, exige que de alguna manera aprendamos a unir la mente con el espíritu. Que echemos a un lado nuestro orgullo, nuestra duda y nuestro miedo, y nos presentemos ante Dios, vacíos y quebrantados, con nada más que una confianza pura y sin límites.

 

 

Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.