RECORDANDO LA FIDELIDAD DE DIOS
Las Escrituras nos muestran que David, Job y otros santos del Antiguo Testamento salieron de sus tiempos oscuros, al recordar la fidelidad de Dios para con las generaciones pasadas. David escribió que cada vez que su corazón estaba desolado: “Me acordé de los días antiguos; meditaba en todas tus obras; reflexionaba en las obras de tus manos” (Salmos 143:5). Asaf, quien escribió doce de los Salmos, hizo lo mismo: “Me acordaré de las obras de JAH; sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas” (77:11). De hecho, Asaf dice que todos en Israel “se acordaban de que Dios era su refugio” (78:35).
Es una bendición maravillosa recordar todas nuestras liberaciones pasadas. Deuteronomio nos dice: “Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios…Cuídate de no olvidarte…” (Deuteronomio 8:2,11).
Sin embargo, recordar las liberaciones de Dios era más que una bendición para los santos del Antiguo Testamento. Era una disciplina necesaria. Los israelitas ingeniaron toda clase de rituales y observaciones para recordar las liberaciones del Señor en sus vidas.
De igual manera, hoy, la Iglesia es llamada a recordar las liberaciones pasadas de Dios. Hemos recibido una manera para recordar que es mucho mejor que la de los tiempos del Antiguo Testamento. Como verás, desde los días de David y Asaf, Dios ha derramado Su Espíritu Santo y el Espíritu ahora habita en nuestros cuerpos humanos.
El Espíritu Santo no sólo nos consuela en nuestros tiempos de oscuridad y nos trae a memoria las fidelidades pasadas de Dios. Pero, Él hace más que eso. A menudo el Espíritu nos da un entendimiento del propósito detrás de nuestras pruebas ardientes, para que nuestra fe no falle.
Cuando vemos la vida de Asaf, vemos que este santo hombre de Dios no comparte ningún entendimiento con nosotros en el Salmo 77. Dicho de manera simple, no sabemos lo que su hora oscura hizo en su vida. Todo lo que él pudo decirnos fue: “En el mar fue tu camino, y tus sendas en las muchas aguas; y tus pisadas no fueron conocidas” (Salmos 77:19). La conclusión de Asaf fue: “Los caminos de Dios no son conocidos. No sé porque Él permitió que yo cayera en tal depresión y desaliento. Sólo me regocijo porque Él me libertó”.