Regidos por Amor, No por Temor
Se avecinan tiempos difíciles y la próxima generación de jóvenes necesita saber que lo único que deben temer es a vivir en temor: acobardarse y alejarse del glorioso Evangelio con el que Jesús nos ha equipado para compartir con los demás.
La verdad es que la persecución seguirá empeorando porque el Evangelio sigue frustrando a quienes caminan en tinieblas. Dios continuamente trastorna sus esfuerzos anti-Cristo; y eso los enoja aún más. Por eso Juan escribe: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía” (Apocalipsis 22:11).
Juan está prescribiendo nuestra respuesta al mundo a medida que se vuelve más sucio y enojado hacia nosotros. Sus palabras hacen eco a las de Jesús: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10).
Deja que tu corazón sea gobernado por el amor de Jesucristo. Todo nuestro poder descansa en su amor; de hecho, el poder de nuestro testimonio está en predicar su Palabra con misericordia; y en permanecer santo en medio de una generación corrupta.
Piensa en el horrible genocidio que tuvo lugar en Israel cuando nació Jesús. “Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido” (Mateo 2:18). Cuando Cristo se hizo hombre, él podría haber dicho: “Herodes pagará por lo que hizo. Él mató a todos mis hermanos judíos, así que ahora lo derribaré”.
Por supuesto, nuestro Señor no hizo eso. En cambio, él proclamó las buenas nuevas, sanó a los enfermos y se ocupó de los asuntos de su Padre. Incluso mantuvo su enfoque cuando Herodes trató de matarlo (ver Lucas 13:31-33). Él decía: “Yo seguiré haciendo exactamente lo que estoy haciendo y no me distraeré con la persecución, no importa lo mal que se ponga. Mi Palabra triunfará sobre todo y cumpliré mi propósito de liberar a todos los cautivos”.
Que el propósito de Jesús llene nuestros corazones por completo mientras el mundo se encamina hacia su camino oscuro. Que podamos mantenernos en su propósito, que es nuestro llamado esperanzador. ¡Aleluya!