Relacionándonos con el Pueblo de Dios
“Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros… por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora” (Filipenses 1:3, 5).
Pablo agradece a Dios por la comunión de los santos; la koinonia, el compartir juntos, que él y la iglesia de los filipenses disfrutaban mientras caminaban juntos en la fe. Esta comunión en el evangelio es como ninguna otra. Es poderosa porque nace al pie de la cruz de Jesucristo. A través de él, hombres de diferentes barrios, tribus e idiomas se unen en un solo cuerpo.
Seguimos más adelante: “Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo. Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo” (1:8-10). Pablo se deleitaba en tener compañerismo con sus compañeros creyentes, ellos habían sido sinceros y consistentes desde el primer día que él los conoció. Se habían relacionado con él y lo habían apoyado cuando estaba solo en prisión; y él estaba profundamente agradecido.
Pablo estaba agradeciendo a Dios por sus amigos que habían sido consistentes a lo largo de los años. El Espíritu Santo había unido sus corazones y se habían convertido en uno en Cristo. Pablo quería que su amor por estos creyentes abundara más y más.
Del mismo modo, hoy, el Señor quiere que sus hijos estén en comunión, que se amen y se apoyen mutuamente. Esto no sólo fortalecerá nuestro caminar con él, sino que la comunidad bíblica podrá ser un poderoso testimonio para el mundo.
¿Luchas para conectarte en relaciones con otros creyentes? Te animo a buscar oportunidades para relacionarte con el pueblo de Dios de una manera nueva. No sólo puedes dar a los demás, sino que ellos pueden enriquecer tu caminar con el Salvador, y juntos, pueden crear un fuerte vínculo de fe. El Señor coronará tus esfuerzos con sus bendiciones para que tu “amor abunde aun más y más”.