SÓLO LE NECESITAMOS A ÉL
Estamos familiarizados con el relato del padre afligido que vino a Jesús para la sanidad de su hija moribunda. “Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban” (Marcos 5:22-24).
Claramente, Jairo tenía una buena medida de fe. Él instó a Jesús: “Ven y pon las manos sobre ella y ella será sanada”. ¡Qué afirmación de la profunda creencia de Jairo!: “Mi hija sólo necesita el toque de Jesús. Él tiene todo el poder. Él puede impedir que muera”.
La actitud de Jairo representa a la mayoría de los cristianos de hoy. Cuando estamos en una profunda crisis, sabemos que Jesús es nuestra única esperanza. Y por eso, corremos a Él en nuestra necesidad, cayendo a Sus pies y buscando Su misericordia y ayuda.
Jesús respondió a la fe de Jairo al ir con él. ¿Puedes imaginar la gran esperanza que debe haber llenado el corazón de ese padre? Sin embargo, al mismo tiempo, creo que un terrible pensamiento podría haber golpeado a Jairo: “¿Y si llegamos demasiado tarde? Es maravilloso tener a Jesús a mi lado, pero necesitamos tiempo. Con cada paso que damos hacia mi casa, la vida de mi hija va drenando”.
En nuestras propias crisis, la mayoría de nosotros decimos lo mismo que Jairo: “Te necesito, Jesús. Pero nos estamos quedando sin tiempo”. Si Jairo hubiera sabido quién era Jesús, la resurrección y la vida, él habría descansado en su corazón. Podría haber tranquilizado su espíritu perturbado: “Jesús existe fuera del tiempo. No necesitamos más tiempo. ¡Sólo le necesitamos a Él!”