SEÑOR, AYÚDAME A RENDIRLO TODO
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados [cambiados] de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).
Los creyentes pasan demasiado tiempo orando: “Dios, cambia mis circunstancias; cambia a mis compañeros de trabajo; cambia mi situación familiar; cambia las condiciones en mi vida”. Sin embargo, rara vez oramos la oración más importante: “Cámbiame, Señor. Yo soy el que necesita oración”.
Dios dirige los pasos y las vidas de todos sus hijos y no permite que nada suceda en nosotros simplemente por casualidad o destino. Y créelo o no, él ha permitido tu crisis. ¿Qué está tratando de decirte a través de ella?
Nos guste o no, todos estamos en el proceso de cambiar de una forma u otra. En el ámbito espiritual, no existe tal cosa como mera existencia; estamos siendo cambiados continuamente, para bien o para mal. Nos estamos volviendo cada vez más como nuestro Señor o más como el mundo, ya sea creciendo en Cristo o retrocediendo.
¿Te estás volviendo más dulce de espíritu, más como Jesús? ¿Estás mirando sobriamente en el espejo todos los días y orando, “Señor, quiero ser conformado a tu imagen en cada área de mi vida”? ¿O la amargura ha echado raíces, convirtiéndose en rebelión y dureza de corazón?
Permíteme decirte claramente que, si te cierras por completo a la Palabra de Dios que redarguye y a la voz de su Espíritu, tu vida se volverá más caótica y tu situación empeorará. Te exhorto a que clames al Señor honestamente en oración: “Cámbiame, oh Dios. Escudriña lo más profundo de mi ser y muéstrame dónde he fallado y me he desviado”.
Si tú deseas sinceramente ser cambiado, la Palabra de Dios está llena de dirección y sabiduría. Si confías únicamente en el Espíritu Santo, él correrá los velos de tus ojos y comenzarás a cambiar en ese mismo momento.