SE DESPOJÓ A SÍ MISMO

Gary Wilkerson

Jesús tenía el corazón de un siervo y él nos llama a servir. “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).

Quiero mostrarte seis cosas que Jesús nos diría hoy acerca de servir:

  • A un siervo no le importa su reputación.
  • Como siervos, nos preocupa más lo que Dios piensa de nosotros que lo que los demás piensan.
  • Un siervo no se queda paralizado por la duda o por el exceso de introspección.
  • Un siervo sirve según los planes y propósitos de Dios, por la inspiración del Espíritu Santo.
  • Un siervo realiza sus servicios sin una pizca de orgullo.
  • Un verdadero siervo sirve como Jesús lo hizo y el mundo ve una diferencia.

El verdadero servicio es desinteresado, humilde y busca el bien de los demás, estimando a los demás más de lo que nos estimamos a nosotros mismos. No siempre tenemos ganas de servir, por supuesto. Podemos servir bien cuando las cosas van bien, pero las circunstancias adversas tienden a debilitar nuestra energía para llegar a los demás.

Según el primer punto, mencionado arriba, Jesús “se despojó a sí mismo”. Nuestra actitud debe reflejar la de Jesús, el cual no hizo las cosas por ambición egoísta o por necesidad de reconocimiento. Él puso a un lado su propia situación y comodidades, para trabajar por el bien de aquéllos alrededor de él.

¿Tu vida marca una diferencia que el mundo nota? Las recompensas, el reconocimiento público o la gratitud no deberían ser nuestra motivación para vivir en el verdadero servicio, como lo hizo Jesús. Pero, ¡qué placer trae a nuestro Salvador cuando seguimos sus pasos; y esa es nuestra verdadera recompensa!