SIN INTERMEDIARIO
La mayoría de cristianos quiere escuchar y conocer la voz de Dios y Dios ciertamente quiere hablar con su pueblo. Pero muchos creyentes se desvían por un ídolo, un ministro, maestro o evangelista favorito, que les dice cosas buenas. Para conocer la voz del Padre, uno debe ir directamente a él sin intermediario.
Dios desea hablarte como si estuvieras sentado cenando con él. Él quiere conversar contigo, de corazón a corazón, sobre cualquiera y todos los asuntos. La Biblia dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).
A menudo, este versículo es aplicado a los inconversos; hablamos de Jesús estando a la puerta del corazón del pecador, buscando entrar. ¡Pero Cristo está hablando al creyente! El contexto muestra que él está hablándole a aquellos que están vestidos con vestiduras blancas (justicia), que han comprado oro refinado en el fuego, cuyos ojos están ungidos (tienen revelación), que son amados, reprendidos y castigados (ver los versículos 18-19). Éstos están arrepentidos, ¡son un pueblo santo que quiere conocer la voz de Dios!
La puerta referida en el versículo veinte, representa un compromiso, uno que muchos cristianos, aún no han hecho por completo. Uno ora a Dios y le pide consejo y dirección, ¡pero él quiere más! Él quiere tu cercanía, tus emociones más profundas. Él quiere sentarse contigo y compartir todo lo que está en su corazón.
Jesús está a la puerta, tocando, invitándote a abrir la puerta. Él está pidiendo un compromiso de fe; uno que diga que abrirás tu corazón, tu alma y tu mente a él. En su presencia, enciérrate a solas con él, llegarás a conocerle. Y aprenderás a conocer su voz, la voz de aquél que te ama tanto como para seguir tocando la puerta.