Sin Jesús, No Tenemos Nada
“Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios” (1 Samuel 4:13).
La palabra “temblar”, como se usa aquí, significa estar angustiado, como luchando. En este momento de su vida, Elí era viejo y estaba enfermo, sus ojos se habían oscurecido, su liderazgo espiritual estaba disminuyendo y sus propios hijos eran sacerdotes corruptos. Las cosas a su alrededor parecían no tener esperanza.
Elí estaba viendo cómo era quitada el Arca de la Alianza, la gloria de Dios estaba dejando el campamento; y él era en gran parte responsable. Como sumo sacerdote, había supervisado la ofrenda de sacrificios, pero todo era un ritual sin ningún significado espiritual real. El temor del Señor ya no estaba en los corazones de las personas y Elí sabía que sin la presencia de Dios, todo estaba perdido. Reconocer lo que estaba sucediendo le hizo temblar el corazón.
Pero hay otro tipo de temblor, aquel que emana del gozo. El Espíritu de Dios conmocionó a su iglesia cuando les dijo: “Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines” (Oseas 3:4). En otras palabras, Dios estaba quitando todos sus grandes edificios de adoración y despojándolos de todo de lo que dependían.
Pero entonces Dios prometió: “Después el pueblo volverá y se dedicará al Señor su Dios y al descendiente de David, su rey. En los últimos días, temblarán de asombro ante el Señor y su bondad” (3:5, NTV).
Imagínate si tu iglesia no tuviera más predicadores elocuentes o incluso locales para reunirse. ¿Qué harías? Bueno, si Dios reemplazara todas estas cosas con un corazón que lo busque, valdría la pena. ¡Si no tenemos a Jesús, no tenemos nada! Pídele a Dios que te dé un corazón que tiemble ante su Palabra, que te dé un anhelo por su presencia.