SOLO EN EL DESIERTO
Trágicamente, muchos ministros hoy predican sermones sin vida. Sus mensajes no convencen de pecado ni responden al profundo clamor del corazón. Esto es un crimen. Filosofías vacías desparramadas en un tiempo de gran hambre sólo causarán un dolor mayor en los oidores.
Juan el Bautista enseñó, "El que tiene la esposa es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido" (Juan 3:29). El significado griego literal traduce: "El amigo del novio, que mora y continúa con él." Juan el Bautista estaba diciendo a sus discípulos: "he oído la voz del novio y se ha convertido en mi más grande gozo. Su sonido llena mi alma. ¿Cómo pude oír su voz? Estando cerca de él, escuchándole expresar de su corazón."
Puedes preguntarte: ¿Cómo aprendió Juan el sonido de la voz de Jesús? Hasta donde sabemos, los dos sólo tuvieron un encuentro cara a cara, en el bautismo de Cristo. Y ése fue un intercambio muy breve, que consistió sólo en unas pocas palabras.
Juan aprendió a oír la voz del Señor como Jesús hizo: solo en el desierto. Este hombre se había aislado en el desierto a una edad muy temprana. No se permitía ningún placer de este mundo, incluyendo deliciosas comidas, una cama suave o incluso ropas cómodas. No tuvo ningún maestro, ni mentores, ni libros. Durante esos años solo, Juan tuvo compañerismo con el Señor. Y todo ese tiempo estaba siendo enseñado por el Espíritu para oír la voz de Dios como un silbo suave y apacible. Sí, Cristo habló con Juan incluso antes de ser encarnado.
Juan aprendió todo lo que sabía estando en comunión continua con el Señor. Así fue cómo recibió el mensaje de arrepentimiento, reconoció la venida del Cordero, y percibió su propia necesidad de menguar mientras el Mesías crecía. Juan aprendió todas estas cosas del Señor y el sonido de la voz de Dios era su gozo.
Si nos entregamos a este tipo de comunión diaria, el Señor será fiel en dirigir nuestras vidas, e incluso darnos instrucciones detalladas.