TEMPLOS DEL ESPÍRITU SANTO

Jim Cymbala

Como cristianos, nuestras vidas han sido compradas por un precio, y ahora pertenecemos a Dios. El precio fue la sangre de Jesucristo, que fue derramada en la cruz. Así como el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento pertenecía a Dios a través del pacto, los cristianos pertenecemos a Dios a través de la salvación que hemos experimentado. Nosotros somos el pueblo de Dios ahora. Pertenecemos a Él, hemos sido rescatados de las garras del pecado, la culpa y la condenación, y hemos sido adoptados en su familia. En este caso, el ser comprados y pertenecer a alguien no es algo negativo; es una cosa hermosa.

Dios nos salvó con el propósito de hacernos templos humanos, habitados por su Espíritu. Durante los días del Antiguo Testamento, Dios habitaba dentro de una sala interna del templo, que se llamaba el Lugar Santísimo. Allí es donde hizo su morada. Cuando Pablo dijo que los cristianos eran los "templos del Espíritu Santo" (1 Corintios 6:19), la palabra que utilizó para "templo" no era la palabra que se usaba para las habitaciones exteriores del templo del Antiguo Testamento. Fue naos, que se refiere santuario interior, el lugar donde había una manifestación visible de la shekinah gloria de Dios.

El hecho de que Dios habite dentro de nosotros a través del Espíritu Santo hace que el cristianismo sea diferente de cualquier otra religión en la tierra. El Judaísmo, el Islam y el budismo, ninguna de estas religiones afirman que su dios habita en sus seguidores. Los líderes de estos sistemas de creencias pueden tratar de hacer nuevos conversos con su doctrina, pero el Evangelio de Jesucristo es diferente. La fe en Jesús nos hace ser milagros andantes que han sido transformados a través de la presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros.

El plan de Dios en la redención es que debemos vivir la vida llena del Espíritu Santo. "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu"(Efesios 5:18). La metáfora aquí es que podamos estar llenos del Espíritu hasta el punto donde se desborde, derramándose hacia los demás con amor y gracia.

 

Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y Gary Wilkerson.