Ten cuidado cuando crees estar firme, no sea que caigas

David Wilkerson

"Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga" (1°Corintios 10:12 VRV). Qué quiere decir el apóstol Pablo cuando advierte a sus hermanos en Cristo, “ten cuidado, no sea que caigas”? ¿Estaba el preocupado de que estos creyentes estuvieran en peligro de caer en graves pecados de la carne?  Por cierto que Corinto era una gran ciudad comercial llena de pecados repugnantes. Muchos cristianos allí se habían complacido en pecados carnales antes de ser salvos.

Jesús había liberado a estas personas de sus hábitos de lujuria, fornicación e inmoralidad, entonces ¿a qué caída se estaba refiriendo Pablo aquí? Tres versículos antes, Pablo compara a la vida cristiana con una carrera: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos ciertamente corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.” (9:24) El apóstol está diciendo “Tengo que correr esta carrera de la fe con determinación. No puedo permitir que nada me descalifique. Por lo tanto, si quiero terminar esta carrera a la gloria, tengo que poner mi carne bajo sometimiento. Tengo que tener dominio sobre ella”.

¿Pablo estaba refiriéndose a los pecados de la carne? ¿Estaba el diciendo que él mismo tenía que evitar caer en un pozo de lujuria? No, para nada. El libro de los Hebreos tiene la respuesta del tipo de pecado del cual Pablo está hablando. Una vez más, el contexto es una carrera: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1). El único pecado que tiene el poder de descalificarnos de la carrera, que nos impide terminarla, es el pecado de incredulidad.

Pablo estaba hablando de la fe en Dios. Él nos enseñó que somos salvados por fe, justificados por fe, guardados por fe. Y tenemos que vivir por fe, proclamar fe, vencer por fe, pelear la buena batalla de la fe. Pablo estaba diciendo, en esencia, “Dentro de todas mis enseñanzas en la fe, tengo que traer cada duda bajo sujeción. Si no lo hago, si dejo que este solo pecado no sea superdo en mi vida, seré descalificado. Piensen en esto mis hermanos, si Dios descalificó a Israel, su pueblo escogido, a causa de su incredulidad, ¿por qué se apiadaría de usted o de mí? Este mismo pecado puede descalificar a cualquier persona de la carrera. No podemos dejar que continúe como si nada en nuestras vidas. Tenemos que lidiar con el pecado hasta el punto final, darle un golpe fatal, y dejarlo fuera de combate”

Pablo nos lleva al pasado para ver a “nuestros padres” para mostrarnos cómo este estado de incredulidad también puede sobrevenirnos a nosotros. ”Porque no quiero, hermanos, que ignoréis (lo que sucedió a) nuestros padres” (1 Corintios 10:1) Pablo quería decir, “Nuestros padres espirituales fueron los Israelitas a quienes Dios liberó de Egipto. Es muy importante que ustedes sepan lo que les pasó a ellos”.

En el mismo capítulo, Pablo habla detalladamente de cómo Israel fue guiada sobrenaturalmente por una nube que les proveía de guía durante el día y la noche. Fueron sacados de situaciones imposibles por el poder liberador de Dios, como cuando pasaron a través de las aguas separadas del Mar Rojo. Fueron alimentados con maná del cielo, disfrutaron de la comida que Dios envió de los cielos. Bebieron agua de la roca, un manantial de vida que representaba a Jesús. Pablo nos dice, “Miren cuán privilegiados fueron nuestros padres. Nunca nadie antes había vivido bajo los beneficios de un pacto como ellos”. Por cierto, Dios le dio a Israel todo lo que necesitaba para que desarrollara una fe inconmovible.

Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto (10:5) Israel no fue derribado por el adulterio, la fornicación, homosexualidad o alcohol. Su gran pecado fue la incredulidad. No hay pecado que Dios odie más. “¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad” (Hebreos 3:17-19). A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. (3:10-11) Finalmente, esta advertencia viene, haciendo eco a las palabras a los Corintios: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” (3:12).

Dios estaba diciendo, “Le he dado a mi pueblo todos los privilegios. Les he provisto milagro tras milagro, los he liberado de cada crisis a la que se han enfrentado. Y aún así, cuando viene la próxima prueba, ellos se quejan, “Dios, ¿donde estás? ¿Por qué nos has abandonado?” Pablo les estaba diciendo a los Corintios, “Ustedes tienen aún más grandes privilegios que aquella generación tuvo. Se les ha dado un Salvador, Cristo Jesús. Se les ha dado la Cruz, la Resurrección, el don del Espíritu Santo, todas las promesas del Nuevo Pacto. Dios les ha provisto con mucho más aún que aquellos Milagros que dio a nuestros antepasados”.

Los Corintios estaban en el punto máximo de sus bendiciones. Estaban disfrutando de la altura de la revelación. Y aún así, aunque ellos pensaban que estaban arraigados en la Palabra de Dios, maduros en su gracia y todo entendimiento espiritual, Pablo les advierte: “¡Tengan cuidado! Están en peligro de caer. Cuidado, no sea que caigan, así como Israel cayó a pesar de toda la luz que recibieron”.

Hebreos dice “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios… Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.” (Hebreos 4:9,11). El autor aquí llama a la incredulidad una caída. Ahora Pablo dice en términos no inciertos: “¿Que pasa con respecto a ustedes? Ustedes han disfrutado aun mayores bendiciones que guían a la fe. Si rechazan creer a la Palabra de Dios para ustedes, ¿cuánto más van a provocarlo? Tengan cuidado, no sea que caigan en el mismo ejemplo de incredulidad en el que cayeron aquellos que caminaron antes que ustedes”.

Ninguna otra generación ha sido tan bendecida con la fidelidad de Dios. La iglesia en estos últimos días disfruta de la luz que va en aumento. Tenemos el ejemplo, no solo del antiguo Israel, sino de toda la iglesia del Nuevo Testamento. Tenemos un canon de Escritura lleno y completo, y estamos viendo una rebosante saturación del evangelio en los medios sociales, como nunca antes el mundo ha visto. Medios de todo tipo transmiten las buenas noticias del evangelio a cualquier hora a través de toda la tierra. No tenemos ninguna excusa. Aún así, multitudes de Cristianos están cayendo en el terrible pecado de incredulidad.

¿Qué significa caer en incredulidad? Quiere decir dudar de que Dios es fiel a Su Palabra. Es no creer que Dios mantendrá sus promesas para liberarnos cuando estamos en situaciones imposibles. Es dudar de que el dará cumplimiento a sus advertencias con juicio. También quiere decir sucumbir en un temor creciente que dice, “He visto a Dios hacer esto por mi antes, pero ¿lo hará nuevamente ahora? ¿Puedo confiar en que Él superará esto por mi?”

Pablo dice que Israel tentó a Dios teniendo una fe provisoria: "Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes (1°Corintios 10:9). Israel tentó al Señor con su fe provisoria. Esa fue una fe que dice, “Señor, yo te voy a creer, si solamente haces un milagro más por mí”.

Dios libraba a Israel, y por una temporada ellos lo adoraban diciendo, “¡Gloria a Dios! Yo creo”, pero cuando ellos se enfrentaban a otra crisis, nuevamente se llenaban de dudas, temor y murmuración. Cuestionaban a Dios, demandando; "Solo líbranos una vez más, Señor, y nunca más voy a volver a dudar de ti. Sí, yo sé lo que has hecho por mí en el pasado. Puedo contar todos los milagros, todas las veces que me has librado. Pero tengo que verte hacerlo una vez más por mí, ahora, en esta situación". Su incredulidad nunca terminaba. Al contrario, ellos cada vez pedían más y más a Dios con sus demandas.

Simplemente mirémoslo de esta manera, ellos estaban tentando la misericordia de Dios. Considero que esto es el más trágico, peligroso fruto de incredulidad. Si no aceptas de que Dios va a juzgar tu pecado, si no crees que él es fiel para juzgar tus transgresiones, entonces tratarás de sobrepasar los límites y ver cuán lejos puedes ir. Seguirás caminando en la orilla del precipicio para ver hasta donde puedes disfrutar de tu lujuria.

Eso es lo que Israel hizo. El texto original dice tentaron (a Dios) más allá de lo que el podía resistir. Vemos un ejemplo de esto cuando los hombres de Israel fueron seducidos al pecado sexual con las mujeres de Moab. “Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab.” (Números 25:1). Esta seducción comenzó con una invitación a cenar. “(Moab) invitaba al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió...” (25:2). Luego, durante la cena, los moabitas lentamente presentaron a sus dioses y (el pueblo de Israel) se inclinó a sus dioses" (25:2).

Cuando los hombres israelitas se despertaron el próximo día, luego de una noche de dar rienda suelta a su pecado, nada pasó. No vieron una señal del juicio de Dios, entonces siguieron yendo a Moab. Tampoco vino juicio de parte de Dios. Y su lujuria continuó creciendo. Paso a paso, estos hombres comenzaron a caer en la atracción de gravedad de la incredulidad. Finalmente su incredulidad les robó todo temor de Dios. Ya ellos no creían que el Señor los juzgaría por sus pecados. Ellos continuaron fornicando con las mujeres moabitas, y se volvieron completamente entumecidos contra Dios.

¿Qué les pasó a ellos? “Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel. Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel. Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor.” (25:3-5).

Aun mientras todo este terrible juicio tomaba lugar, un hombre israelita tomó a una mujer moabita y la llevó a su tienda “a ojos de Moisés” (25:6). Cuando un hombre temeroso de Dios, llamado Finees vio esto, estaba enfurecido. El tomó una lanza, siguió a la pareja a la tienda y los alanceó a ambos. Déjame decirte aquí es donde la incredulidad se termina. Ya no hay temor de Dios, ni siquiera aun cuando el juicio de Dios te mira fijamente a los ojos. Por el contrario, solo hay desenfreno, como si desafiara a Dios a traer su juicio.

Pablo no quería poner un yugo a los Corintios de constante temor de caer. Por eso les dio una palabra de ánimo, comenzando con este verso: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1°Corintios 10:13). ¿Cuál es la tentación de la cual Pablo está hablando aquí? En el contexto de este pasaje, es una tentación a no creer. Tres versículos antes, leemos “Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.” (10:10).

Estoy convencido de que hay cristianos hoy en día que toman este asunto de murmuración y quejas muy livianamente. No nos imaginamos que nuestras diarias y habituales quejas puedan ser tan pecaminosas en los oídos de nuestro Dios. Pero luego leemos esta promesa que nos afirma: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1°Corintios 10:13). Que promesa gloriosa. La tentación de Israel de quejas y murmuraciones los destruyó. Hoy en día, el pueblo de Dios ya no es la casa de Moisés, sino que es templo de Cristo. Jesús fue enviado para traer un remanente de los últimos tiempos al descanso prometido de Dios.

Ahora mismo, estamos oyendo el último llamado de Dios de entrar en su reposo. Es su llamado final a un pueblo que confíe plena y completamente en su fidelidad. En esta casa de los últimos días, Cristo no va a permitir a Satanás arruinar a su pueblo con un espíritu de queja y murmuración. Por el contrario, nuestro Señor fielmente abrirá una vía de escape para nosotros. El nos promete que seremos capaces de soportar toda tentación, en cualquier momento. El nos dice,” Voy a liberarte de toda incredulidad. Todo lo que tienes que hacer es resistir toda duda, y buscarme con todo tu corazón. Te he dado el poder para hacerlo a través de mi Santo Espíritu”.

Yo digo; que aunque cada demonio en el infierno sea soltado en la tierra, aunqe la naturaleza arroje toda su furia, aunque venga la persecución o que el temor envuelva a todo el mundo. Aún a pesar de todo ello, Dios va a tener un pueblo que ha entrado en su reposo. El ha provisto un escape para sus hijos de toda duda, incredulidad y sus horribles frutos. Él esta diciendo “Agárrate de mi Palabra. Cree en mis promesas para ti. Acepta que yo voy a salvarte de todos mis juicios”.

Te recomiendo: Teme a Dios. Pide al Espíritu Santo que mortifique a cada duda que hay en ti. Tú has sido creado para ser un agente con libre albedrío, eso significa que tienes el poder para creer. Por ello elige creerle al Señor. Cree y confía en Él cuando enfrentes cualquier tipo de circunstancias. Tienes a un Dios que va a estar a tu lado pese a todo en estos últimos días.