Teniendo Cuidado de las Necesidades del Vecino
Durante su tiempo en la tierra, Jesús fue la personificación de la compasión de Dios. Las Escrituras frecuentemente dicen que Cristo “tuvo compasión” por el sufrimiento de las personas (ver Mateo 14:14).
A la mayoría de los cristianos nos gustaría pensar que somos compasivos. Pero hasta el peor pecador es “conmovido” cuando escucha del sufrimiento de los niños. La compasión no es sólo lástima o solidaridad. La verdadera compasión nos obliga a actuar.
Leemos de Jesús: “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36). La frase “tuvo compasión” aquí significa “agitado a la acción”. Entonces, ¿qué hizo Jesús al respecto? Él no se limitó a hablar. No, su corazón se agitó ante lo que vio y tuvo un deseo consumidor de cambiar las cosas.
“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (9:35). Esta no era una teología vana. No era que Jesús estaba a solas con el Padre y decía: “Padre, envía obreros a tu mies”. ¡Él mismo iba! Ponía sus manos sobre los leprosos y se involucraba profunda, práctica e íntimamente.
Leemos: “El que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” (1 Juan 3:17). Cuando miras a tu alrededor y ves la necesidad humana, tu corazón compasivo debiera clamar: “Dios, ¿qué quieres que haga?” No deberíamos tener que viajar más allá de nuestro vecindario para encontrar necesidades que podamos ayudar a satisfacer.
Dios quiere que seas parte de su corazón compasivo con el mundo. Si realmente estás dispuesto a serlo, él enviará necesidades directamente a tu puerta. Así que preséntate ante el Señor para ser usado y ve cómo te abre muchas puertas.