TENIENDO UN FILO CORTANTE
Retomando su pasión para un tiempo como este
Cuando yo era un adolescente, estar “al filo” significaba perder tu bienestar. Era estar nervioso, ansioso, como estar a punto de caer en un precipicio emocional.
Hoy en día, estar “al filo”, significa algo muy positivo. Sugiere romper limites, pensar más allá de nuestra caja, vivir al filo cortante de la esperanza de un cambio.
Creo que ambas definiciones de “al filo” se aplican hoy en día. Nunca ha habido un tiempo en mi adultez cuando la sociedad parecía tan ansiosa, nerviosa y temerosa de ir más allá del filo. Al mismo tiempo, nunca ha habido una generación mas “al filo” en su confianza que Jesús está actuando.
Así que, ¿cómo está tu filo? ¿Está lleno de miedo, ansiedad, sin saber como moverte hacia adelante en fe? ¿O tu filo es afilado por fe, cortando a través del miedo a hablar de esperanza en esta época de incertidumbre?
Los retos nos empujan al filo hoy en día – una pandemia global, una economía destrozada, protestas por la angustia racial – son como ninguna otra que hayamos visto en el siglo pasado. ¿Tienes el filo que se necesita para hablar hoy en día, como la voz de Jesús en estos tiempos?
En los siglos de la iglesia, los lideres refieren muchas veces a siete pecados capitales. Uno de ellos era la flojera o “La pereza” del Latín “acedia”. Esa palabra actualmente toma un significado distinto; se refiere ahora a no tener pasión. Para un cristiano, vivir sin fuego en su alma es como haber mal gastado la vida que Dios le dio. La falta de un filo evangélico significa conformarse con menos de lo que Dios ha diseñado para ti.
Una historia en 2da de Reyes 6 habla de este problema. El profeta Eliseo estaba enseñando a unos jóvenes profetas para convertirlos en voces espirituales confiables para la nación. Obviamente, para tener esas voces, estos jóvenes deberían tener un filo espiritual. Estudiar bajo la mentoría de Elías aseguraría que sí lo tuvieran. El capítulo, sin embargo, abre con una nota mundana que contiene una lección espiritual que se aplica a cada cristiano vivo hoy en día.
“Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad.” (2 Reyes 6:1-2, RV).
Este grupo de jóvenes líderes estaban viendo la manera de mejorar la manera en cómo hacían el trabajo que Dios les había dado. Casi inmediatamente, ellos enfrentaron un obstáculo. “Se fue, pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera. Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!” (6:4-5).
El escritor de este pasaje nos quiere decir que el joven profeta que perdió el hacha era un hombre de pasión. En hebreo el significado de “uno de ellos” realmente significa “El único”. La implicación es que el excedía a otros por su extraordinaria pasión. Primero, el abrió los ojos a la necesidad que Dios le mostró, viendo la insuficiencia de la condición presente. Segundo, el actuó con la visión inspiradora de Dios para hacer que algo sucediera. En breve, el visualizó el futuro de su escuela profética.
Estas dos cosas —ver la necesidad y actuar con visión— son esenciales para cualquiera en el ministerio.
Cuando una iglesia obtiene la visión de ayudar a la gente desamparada, gente vulnerable deja de vivir en las calles. El cuidado dado a ellos y sus vidas transformadas muestra al mundo lo que sucede cuando el reino del Dios del cielo se manifiesta en la tierra. Es una gloriosa ocasión que no se debe dejar ir.
Ahora, él se topó con lo que parecía un obstáculo inamovible. Recordemos que el Rio Jordan era un gran cuerpo de agua. Temprano en la historia de los Israelitas, Dios tuvo que dividirlo milagrosamente en dos para que ellos pudieran pasar a salvo. Mientras el hacha de este joven desaparecía en la profundidad, él se desesperó pensando que se había hundido para siempre.
El hacha representa todas las cosas concernientes a la pasión que Dios nos da.
Imagina que es el don que Dios te ha anunciado. Es una pasión implantada en tu espíritu, un equipamiento que te ayudará a realizar todo lo que Dios ha planeado para ti. Es lo opuesto de “acedia”, que invalida a cualquiera que ha sido llamado al servicio del reino.
Este regalo tiene gran valor. Por eso el joven profeta lloró con horror pues el hacha que le fue dada se hundió en el agua. Se angustió por su pérdida.
¿Tenemos esa gran pasión protectora por la unción de Dios? Todos tenemos un llamado en la vida, sin importar nuestra edad o época en la vida. Somos de gran valor para Dios, y nuestro llamado no es algo pequeño para él. Nuestra respuesta debe de ser, “Señor, que mi filo nunca se gaste o se pierda. Permite que mantenga afilada la hacha que tú me diste hasta que acabe la obra que tú me llamaste a hacer.”
Los problemas de la vida y sus demandas puede que causen negligencia a nuestra hacha y que filo se desgaste. Aquí es cuando, “acedia”, el pecado mortal, entra. Ser pasivo no es una opción para cualquiera que tome su cruz y siga a Jesus.
Cuando tenemos una visión inspirada por Dios, el Señor usualmente nos sorprende con una maravillosa respuesta.
Isaías tenía una visión poderosa de la obstinación de Judá para resistirse a ser restaurado. Parecía imposible la restauración de un Israel que constantemente se iba a la deriva lejos de Dios. Cuando el profeta trajo esto delante del Señor, sorpresivamente, le fue dicho que sus deseos eran muy pequeños. Dios le dio a Isaías una visión del Mesías en el futuro. “dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.” (Isaias 49.6)
Dios le dijo a Isaías “La restauración de Juda es solo el inicio de lo que Yo tengo planeado.” El Señor tiene una visión más amplia para el mundo cuando nos da un ministerio ungido. El punto donde nosotros pensamos que un trabajo termina, usualmente es solo el inicio.
A cualquiera que se le haya dado una comisión de parte del Señor, tendrá su filo sometido a prueba. ¿Fue una sorpresa para el joven profeta que el hacha se haya caído al Jordan y se haya hundido? No había manera de recuperarla. Eso probablemente habría sentenciado el fin del sueño del joven profeta. Pero entonces, ¿Dónde estaba su fe en ese momento?
Este es el punto donde nosotros somos mas tentados a confiar mas en nuestra fuerza en vez de ver las cosas como Dios las ve. Pablo nos comparte cuan necio es eso: “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?” (Gálatas 3.3) Actuar bajo la carne solo hace que las cosas se vuelvan más difíciles y no puedan satisfacer los propósitos de Dios. “Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa para dirigir.” (Eclesiastés 10.10)
Algunos cristianos saben que su fe ha perdido su filo. Ellos se sienten tan inútiles y culpables que piensan que no pueden recobrar la pasión que alguna vez tuvieron. Se resignan a vivir sin visión alguna. Si eso te describe a ti, he escrito este mensaje directo a tu corazón.
Nosotros no podemos permanecer en esta condición ni un día más, especialmente en este momento de la historia. El mundo está en tal desesperación que está llorando literalmente sin esperanza. Sin embargo, el enemigo ha engañado a muchos cristianos haciéndolos pensar que no tienen nada que ofrecer ante esta situación.
Considere el joven atemorizado quien perdió su hacha en el Jordan. Quizás pudo haber llorado, “¿Qué haré ahora? Acabo de ver mi sueño hundirse como una piedra al fondo del rio.” Temor y preocupación nunca serán las palabras finales para un cristiano. No importa que tan profundo haya caído tu hacha, Dios busca cómo restablecerla. De cierta manera, los momentos desesperantes como este son cuando él busca revivir nuestra fe.
Gracias a Dios, Eliseo estaba en la escena cuando el hacha se perdió. “El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro.” 2Reyes 6.6. Hoy en día, el Señor nos está preguntando a cualquiera de nosotros, “¿Dónde exactamente se hundió tu fe?” Dios quiere llevarte de regreso a ese lugar, para mostrarte su poder para resucitar tu fe que se hundió bajo las olas de sufrimiento, decepción y duda.
“Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro.” (6.6b) ¡Que increíble milagro! El pesado, metal del hacha apareció en la superficie del rio, flotando como un chaleco salvavidas.
¿Entonces que sucedió? “Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.” (6.7) El profeta maduro llamó al joven a parase en su fe para recobrarla. Amigo, el Señor hará lo mismo contigo. Él te señalará su don que ha hecho resurgir, y te pedirá que lo tomes; tómalo con fe. Esta es la misericordia de Dios para con nosotros. Él provee poder de resurrección y de hacer resurgir lo que habías perdido, y te invita a dar el paso en fe y reclamarlo.
No permitas que estos tiempos difíciles te hagan perder el don y la pasión que se te ha dado.
Así como el Señor mismo se mueve en medio de nuestras aguas de duda, trabajando para restablecer el filo de nuestra pasión, está en nosotros caminar en fe, creyendo, “Si, mi hacha esta volviendo. Lo que he perdido en mi vida ha resurgido. El Espíritu Santo está levantando mi fe de las profundidades, y pondré atención a su llamado. Dios está trayendo de vuelta todo para que yo pueda hablar de la esperanza de su gloria en estos momentos.” ¡Que incredible, santo llamado!