Tiempos de sequia
Existe una experiencia común única que ocurre a todo seguidor de Jesús. Estoy hablando de tremendas caídas espirituales que son seguidas luego por grandes conquistas, bendiciones o victorias. Llamamos a estas experiencias "períodos de sequía". Estos parecen como sumergirse en una profunda oscuridad espiritual, una inmersión dentro de una gran prueba luego de haber experimentado un toque especial de Dios.
Mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo fueron todos predicadores, y ellos testificaron haber tenido estas experiencias en sus propias vidas. También le ha ocurrido a misioneros y evangelistas que han visitado nuestro hogar. Recuerdo a todos ellos advirtiendo "Cuidado , luego de una gran victoria, el enemigo está siempre tratando de tirarte abajo, el querrá quitarte la bendición, querrá quebrar tu fe en el Señor".
Encontramos estos periodos de sequía plagando la vida de cada hombre y mujer piadosos a través de la Biblia. Es una experiencia común para aquellos que caminan cerca del Señor.
* Considera a Elías
Este valiente profeta llevó una extraordinaria vida de fe. En un solo día, Dios manifestó su poder en Elías en formas increíbles. En el Monte Carmelo, el profeta oró para que cayera fuego desde el cielo que consumiera su sacrificio junto con 20 cantaros de agua. Luego Elías mato a los 400 profetas de Baal. Al haber visto todas las personas que estaban allí esta impresionante escena, se postraron sobre sus rostros.
También podemos observar a Elías haciendo otras obras increíbles. El oró para traer lluvia luego de una gran sequía, y también se adelantó al carro de Acab por varias millas.
Hablamos de una gloriosa manifestación del poder de Dios. Estas fueron victorias increíbles, respuestas maravillosas a las oraciones de un hombre piadoso. Elías estaba experimentando una fuerza sobrenatural, el grandioso poder del Espíritu Santo. Él estaba lleno de celo y fe, caminando en un plano espiritual elevado.
Entonces, ¿qué fue lo siguiente para Elías? En la misma hora de si bendición y revelación, este poderoso profeta cayó en profunda desesperación. La esposa de Acab, la reina Jezabel, había amenazado con matarlo. Repentinamente en el lapso de un día, Elías había descendido desde una gloriosa victoria hasta la desesperación. Una sequedad vino sobre él y su espíritu se abatió tanto que quería morirse.
Elías terminó huyendo de Dios con miedo. Él no pudo quitarse su desesperación, así que se escondió en una cueva, clamando: "Señor, he fracasado en mi misión. ¿Qué sentido tiene mi vida?" Él estaba experimentando un periodo de sequía.
* Considera a Israel en el Mar Rojo
Esta es una de las más grandes manifestaciones de Dios en toda la historia del mundo. Ningún evento registrado por la humanidad ha igualado jamás semejante imagen de la Gloria de Dios. Trata de imaginarlo: inmensas paredes de agua creciendo en un minuto, dividiendo el mar en dos. Que increíble milagro para cualquier hombre, mujer o niño que lo haya presenciado!
Los Israelitas cruzaron sobre tierra seca hacia el otro lado. Una vez que estuvieron seguros, miraron hacia atrás y vieron cómo sus opresores Egipcios eran aplastados por enormes olas que caían sobre ellos. Dios libró milagrosamente a su pueblo y lo llevó a la victoria, y ahora ellos danzaban con gozo y cantaban alabanzas. ¡Fue un momento alto para su espiritualidad!
Entonces, ¿qué siguió para Israel? Tres días después de su increíble victoria, estaban totalmente desalentados. Ellos necesitaban agua en el desierto, y el estanque de Mara donde Dios los había llevado tenía agua amarga. Mientras la gente escupía el agua de sus bocas, su fe se esfumaba. En apenas tres días habían pasado de la mayor victoria de todos los tiempos hasta el valle más bajo de la desesperación - un período de sequía.
¿Qué fue lo que pasó? En el Mar Rojo y en el estanque de Mara, Dios estaba probando a su pueblo: "Y allí los probó" (Éxodo 15:25). En pocas palabras, Dios estaba con su pueblo en su momento alto espiritual, pero también él estaba con ellos en sus tiempos bajos.
* Considera a David
Dios le dijo a este hombre : "Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente" ( 2 Samuel 7:16).
Cuando Dios le dijo estas palabras a su siervo David, se estaba refiriendo a su semilla o linaje. Por supuesto que Dios estaba hablando del Mesías que vendría. Ningún hombre habría podido ser más bendecido que David con ésta promesa.
Después de esta increíble revelación, David iba de una alta experiencia espiritual a otra. La Escritura dice en repetidas ocasiones de su vida: "Y después de esto, David ...", registrando victoria tras victoria, bendición sobre bendición. Con una unción impresionante, David sometió enemigo tras enemigo y recuperó las fronteras de Israel, fortaleciendo el reino. Estaba disfrutando de las bendiciones por todos lados, y cuando él adoraba en el templo, le preguntó al Señor: "¿Quién soy yo para ser tan bendecido por ti?"
Entonces, ¿qué siguió para este gran siervo de Dios? Él estaba en la cima de las más grandes victorias, en un tiempo bendecido - cuando David estuvo tan cerca del Señor, podía oírle hablar con claridad, llevando fruto, viendo maravillosas promesas cumplidas- pero luego él cayó en un pozo de terrible tentación.
Lo que siguió después fue la sequía más cruel que David fuera a experimentar. Podemos leer en su confesión sobre la sequía espiritual que llegó después de su caída. David exclamó: "Mi alma está abatida, me duelen los huesos, todo gozo se ha apartado. Yo estaba tan bendecido, pero ahora me siento solo y abatido. No puedo entenderlo. Oh, Dios, ¿dónde estás?"
* Considera a Daniel
Este hombre dispuso su corazón para buscar a Dios fielmente intercediendo, ayunando y estudiando las Escrituras. El Espíritu estaba tan presente en Daniel que recibió visiones increíbles del cielo. Y cuando llegaban estas grandes revelaciones, Daniel entregaba poderosas profecías.
¿Qué vino después para ese hombre tan piadoso? Daniel fue perseguido, encarcelado y echado en el foso de los leones. Declaró que estaba tan abrumado que "no quedó fuerza en mí" (Daniel 10:8). Él también sufrió un período de sequía.
* Considera al apóstol Pablo
Pablo fue llevado hacia lo que él llamo "el tercer cielo" un reino donde fue testigo de glorias inefables. Se le dio revelaciones nunca antes vistas u oídas por algún hombre o mujer. En pocas palabras, Pablo se había adentrado en otro plano, donde pudo vislumbrar algo de la gloria de Dios.
¿Qué siguió para Pablo? Al salir de ese reino celestial, se enfrentó a "un mensajero de Satanás", que lo abofeteó. Pablo señala que fue obstaculizado en ese momento por una espina en su carne. De hecho, Pablo entró inmediatamente en una época de guerra espiritual. Sus escritos muestran que fue encarcelado, abandonado por amigos cercanos, experimentando una prueba tras otra. Pablo sabía muy bien sobre los tiempos de sequía.
* Considera a Jesús
Así como Cristo salió de las aguas del bautismo en el Jordán, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma, y una voz tronó desde los cielos validándolo como "mi Hijo".
¿Qué siguió inmediatamente para Jesús? Fue llevado directamente al desierto, donde no había agua ni comida. Jesús fue tentado allí en todas las formas posibles por Satanás. Como otros, Cristo fue directamente de la revelación a la tentación, de una experiencia de cercanía con su padre a un lugar de sequedad.
En 1974, yo estaba en una convención en Dallas, donde hablé sobre "El sufrimiento de Cristo". En el medio de mi mensaje, el Espíritu Santo vino sobre mí y comenzó a exaltar al Señor. Cuando levanté las manos al cielo, fui movido a hablar sólo estas tres palabras: "Gloria, honor, alabanza".
En un instante, fui arrastrado por un río de alabanza al Señor. Estaba atrapado en el Espíritu, como si estuviera siendo levantado fuera del auditorio. De repente, mis alabanzas se unieron con las de los ángeles y huestes celestiales. Me sentí como si fuera uno con la voz del coro de los cielos.
Me desplomé en el podio mientras el público se quedó inmóvil. Había luz a mi alrededor, y se volvió cada vez más brillante. Me parecía estar en algún tipo de atmósfera celestial. En ese momento, la presencia de Jesús era todo en todo. No tenía ganas de conocer a Moisés o Abraham, o incluso a sus seres queridos que habían partido antes. No tenía ninguna preocupación por calles de oro o mansiones. La pregunta "¿Vamos a conocernos unos a otros en el cielo?" Ni siquiera aplicaba. Ninguna de esas cosas importaba. La gloria de la presencia de Dios era completamente insoportable. Empecé a darme cuenta de lo poco que sabemos acerca de la gloria de Cristo.
Sabía que lo que estaba experimentando no era el resultado de mi santidad. Por el contrario, yo había fallado al Señor a menudo. El hecho es que yo estaba en un reino de altas alabanzas a él. Ahora me doy cuenta que esto era la respuesta de Dios al grito de mi alma, mi hambre de él, mis oraciones por una mayor revelación de Cristo. Me estaba dando una visión de cómo nuestras alabanzas aquí en la tierra se mezclan con alabanzas de los ejércitos celestiales.
Por último, me desperté de la experiencia y me senté. Mi esposa, Gwen, que estaba en el podio conmigo, se sintió aliviada. Fue un momento antes de que pudiera hablar.
A raíz de esa experiencia, pensé: "He tenido una visión de su gloria! Esta es la mayor revelación de una sola vez que haya recibido en mi vida. Mi carne está derrotada. Nunca voy a volver a caer en el valle de la desesperación. A partir de ahora, voy a orar como Elías. La carne no me puede contener. Fluirá revelación tras revelación. Sé que nunca voy a perder este resplandor".
Menos de una semana después de eso, entré en el período más seco de mi vida. Durante las siguientes seis semanas, me pareció caer desde los cielos hasta un vacío agonizante. Yo había pensado que esa experiencia sería seguida de un enorme crecimiento, que mi hambre de verdad crecería y tendría cada vez mayor alegría y paz. En cambio, los cielos parecían cerrados para mí.
Un pastor me dijo que mi período de sequía era la forma en que Dios me mostraba que las experiencias emocionales no tienen valor. Yo sabía que no era el caso para mí. Nadie podía quitarme la profunda experiencia de las altas alabanzas que el Señor me había dado.
Con el tiempo, me convencí de que yo estaba compartiendo una experiencia que muchos otros creyentes conocían: la sequía espiritual y las pruebas que vienen después de una revelación fresca.
Pienso en T. Austin-Sparks, un piadoso predicador Inglés y uno de mis escritores favoritos, que ahora está con el Señor. La gente que leía las revelaciones de Austin-Sparks vendía sus casas y se mudaban a Londres sólo para estar cerca de su predicación. Se le consideraba un hombre tan piadoso que incluso Watchman Nee aprendió de él. (Nota del Traductor: Watchman Nee fue un pastor, misionero y escritor chino que fue perseguido y martirizado por el gobierno comunista de su país en 1972 tras 20 años de prisión).
Una mujer estadounidense que también estudió con Austin-Sparks escribió confesiones de este autor sobre sus periodos de sequía para sus estudiantes. Dijo que cada revelación en su vida fue seguida por un ataque satánico en su cuerpo físico. Sufrió terribles gastritis, dolores de estómago, noches sin dormir, y soportó una soledad extrema. En pocas palabras, este hombre pagó un precio por cada toque fresco y revelación de la gloria de Cristo que recibió.
En su libro Su Gran Amor, Austin-Sparks escribió sobre este mismo tema. Él dijo (en mi parafraseo): "Después de que se nos revelan maravillosas verdades, es algo doloroso aprender que no hemos llegado a la cima..."
"Con el fin de pasar a otras etapas en el conocimiento de la verdad, hacia una mayor revelación, algo tiene que sucedernos. Pasamos a través de nuevas experiencias de muerte, desolación, vacío, desesperanza, todo con el fin de entrar en una mayor y más profunda revelación divina. Pensamos que habíamos llegado a la plenitud de los pensamientos de Dios. Pensamos que realmente crecimos, que fuimos iluminados. Entonces todo se convierte en nada...
"Mi experiencia es que es a través de una historia con Dios - una historia donde se repite la desolación y el vacío, después de descubrir maravillosas revelaciones - tú serás sacado y llevado desde ese lugar de sequía hacia una mayor revelación, y tu visión será ampliada..."
Hubo tiempos a lo largo de mi ministerio donde he tenido el privilegio de conocer grandes hombres de Dios como Leonard Ravenhill , quien escribió "Why Revival Tarries" (Por qué las Revelaciones se Demoran). A veces estos hombres compartían conmigo sus profundas experiencias de períodos de sequía. En mi interior, yo cuestionaba: en mi celo juvenil yo pensaba: "Esto no debería ser así. Este hombre es un gigante de la fe. Señor, ¿en qué ha fallado, que ha venido a caer en una sequedad como esa?
Yo no entendía la profundidad del maravilloso trabajo que hace el Espíritu de Dios en la tierra seca.
Jesús había sido crucificado y enterrado cuando Pedro y los discípulos decidieron reunirse. Ellos se reunieron a puertas cerradas, temiendo por sus vidas, cuando escucharon estas emocionantes palabras: "¡Él vive!"
De pronto, Jesús atravesó la puerta cerrada en su cuerpo resucitado. Él les dijo: "No temáis. Soy yo, vuestro Señor"
Ahora dime: si tú hubieras estado en la habitación ese día, ¿no habrías pensado que es lo más maravilloso de que sido testigo? Piénsalo: Tú viendo con tus propios ojos a Cristo resucitado, poco antes de ascender a su trono en os cielos, y pudiendo tocarlo, abrazarlo y sentarte a comer con él.
Antes de irse, Jesús te mandó ir por todo el mundo, predicando y bautizando, echando fuera demonios y sanando enfermos. Y él promete que su presenta nunca te abandonará: "Estoy con vosotros hasta el fin del mundo".
Te puedo decir que cualquier creyente en la habitación consideraría esta gran revelación, el momento más glorioso que nadie jamás haya experimentado en la tierra. Cualquiera dejaría la habitación pensando: "Iré a desarrollar mi milagroso ministerio. Jesús lo dijo. Él me usará como nunca había imaginado".
¿Dime si esa no sería una experiencia que te dejaría y con grandes reservas de fe? ¿No estarías convencido de que jamás volverías a dudar?
Sin embargo, eso fue seguido del más grande como espiritual; "Pedro dijo: voy a pescar" (Juan 21:3). Seis de los discípulos siguieron a Pedro al lago, volviendo así a sus anteriores vidas como pescadores. ¿Por qué? ¿Qué había pasado con el gran ministerio al que Jesús los había llamado?
Estos hombres habían caído en una profunda tristeza. Era algo que Jesús les había advertido: "Todavía un poco y no me veréis... os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis" (16:19-20). Cristo sabía que estos devotos seguidores experimentarían un periodo muy bajo. Se sentirían abrumados por la ausencia física de él en sus vidas. No habría más comunión con él cara a cara. A pesar que él había prometido estar con ellos, parecía que los dejaba para ir a ocuparse de sus propios asuntos.
Austin-Sparks escribe: "Hay tiempos en que el Señor nos deja sentir que estamos solos, cuando él parece haber cerrado los cielos y cortar el intercambio de comunicación con él. Todo lo que habíamos buscado y esperado parece llegar a su fin, haberse roto. Todo parece estar en ruinas" (mi propia paráfrasis).
He ofrecido varios ejemplos de altos y bajos de las más grandes figuras de la Biblia. He descrito uno de mis propios periodos de sequía y además los de T. Austin-Sparks. Te pregunto ¿qué experiencia has tenido tú con bajas extremas después de grandes experiencias espirituales?
Les recuerdo, el periodo de sequía - el periodo de depresión en tu espíritu - es conocido sobre todo por aquellos a quienes Dios quiere usar. De hecho, es común para todos aquellos que él entrena para ir más profundo y llegar más lejos en sus caminos.
Al mirar hacia atrás en tu propia experiencia de sequía, te preguntas: ¿a esos periodos les siguió una renovación del Espíritu Santo en tu vida? Quizá tu experimentaste un fresco despertar. Volviste a la oración sincera, pidiéndole al Señor: "Tócame, Jesús. Me siento tibio. Sé que mi servicio a ti no está avanzando como debería. Tengo hambre de tener más de ti de lo que jamás he conocido. Y quiero ser celoso en hacer tu obra: para orar por los enfermos, para salvar a los perdidos y para llevar esperanza a los desesperados. Renuévame Señor. Quiero ser usado para tu reino en una medida superior".
Debido a que eres serio con Dios, tus oraciones comenzaron a ser respondidas. Comenzaste a escuchar la voz de Dios claramente. La intimidad con él fue maravillosa, tu celo creció y pudiste sentir su mover en tu vida tan claramente.
Entonces un día, despertaste y los cielos parecían como de acero. Te sentiste abatido y no sabías por qué. Tus oraciones parecían de agonía, y no pusiste escuchar la voz de Dios como antes. Te sentiste como muerto, con tu espíritu vacío. Desde entonces, has tenido que vivir solo por fe.
¡Amado, no te preocupes! Y no te rindas. Conozco este tipo de bajada, desde la cima de la montaña hasta el pozo más profundo. Pedro habla de él específicamente, aconsejándonos a que no pensemos que algo extraño nos está sucediendo: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo" (1°Pedro 4:12-13).
El Señor permite nuestros periodos de sequía porque él hará algo después en nuestras vidas.
Cuando un día desperté en sequía, después de la gran experiencia como desde la cima de la montaña en Dallas, hice una introspección. Traté de volver sobre mis pasos para ver dónde podría haberme descarrilado. Cuando examiné mi corazón, terminé culpándome a mí mismo por cabeza dura, pensando que yo no he podido "obtener" lo más profundo de las cosas de Dios.
Recientemente, encontré algunas notas de un registro que guardaba de un periodo de sequía. El siguiente registro es de un periodo en 1979:
¿Es mi periodo de sequía el resultado de depender demasiado de mis sentimientos? ¿Es un resultado de no haber renunciado lo suficiente? ¿El Señor está enojado conmigo?... Sé que esto es más que solo "andar triste". Nunca he dudado de su amor para conmigo. Pero ¿por qué tengo esta sensación de no escuchar su voz?... De alguna manera, Señor, yo sé que tú me sacarás de esta sequía. Sé que cumplirás las promesas que me hiciste. Tú volverás mi sequía en un río de amor".
Dios insiste en que debe haber "tierra seca" en nuestro camino a través del Mar Rojo. Él le dijo a Israel "...Entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco". Sorprendentemente, Dios usa esta frase cuatro veces, diciendo a su pueblo, "Irás por tierra seca".
Vemos de nuevo esta frase cuando Israel está a punto de entrar en Canaan. ellos cruzarían el Jordán pasando por tierra seca, en su camino a la tierra prometida.
En pocas palabras, la tierra seca es un camino. Y tú estás en él, cuando vas a alguna parte. Tú no estás perdiendo terreno o retrocediendo; tu tierra seca es el plan del Señor, su obra en tu vida, sus milagros operando. Tú te estás moviendo a una revelación una nueva victoria en Cristo, hacia algo mayor.
Las escrituras demuestran esto. Nota dónde el Faraón y su ejército perdieron la batalla: en la tierra seca que produjo Dios. La tierra seca es el lugar exacto donde el diablo vendrá siguiéndote. Él quiere atacarte cuando estás más débil. Sin embargo, en esta misma tierra seca es donde Dios quita las ruedas a los carros de los principados y las potestades de Satanás.
"Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno" (Éxodo 14:28). En pocas palabras, nuestro enemigo es derrotado en tierra seca.
Dios nos está diciendo, en esencia: "Yo quiero enseñarte a moverte en fe - no de acuerdo a una visión o una voz, sino cuando estés en medio de un periodo de sequía. Quiero que confíes que cuando no puedas oír mi voz o ver hacia adelante - cuando estés en tierra seca -, yo te estoy conduciendo hacia un lugar".
Por otra parte, el Señor promete que brotará vida de nuestros terrenos secos. Él convierte nuestro terreno seco en manantiales de aguas frescas.
" Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé. En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente, para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó. (Isaías 41:17-20).
Querido santo, ¿estás seco? Dios está hablándote: "Pronto verás una cosecha. Donde una vez hubo tierra seca, vida brotará a tus pies. ¡Y yo la crearé! Espera, y verás lo que Yo haré para ti en la tierra seca".■