Tres Huesos Rotos
Hace años, cuando planté la iglesia por primera vez en Detroit, comenzamos una reunión de oración un viernes por la noche. Eran dos mujeres que oraban, un tipo que se sentaba allí y leía la Biblia, un endemoniado que se manifestaba en un rincón y yo, sentado allí, pensando: “Esta es la peor reunión de oración en la nación; y si yo no lo fuera el pastor, no vendría”.
Ahora bien, estas dos mujeres habían encontrado a un hombre en la calle que acababa de recibir una paliza la noche anterior y tenía tres costillas rotas. Le dijeron: “Tú vas a venir a nuestra reunión de oración y serás sanado en esa reunión de oración”.
Entonces entraron y me dijeron: “Pastor, hemos traído a un hombre que va a ser sanado”. Pensé: “No en esta reunión de oración”. Además de eso, yo ni siquiera sentía que yo era bueno para orar para que la gente sanara. Sentía que muchas veces impondría manos sobre alguien y no pasaría nada. Sólo para cubrirme, yo decía cosas como: “Dios, que sean sanados, si es tu voluntad”.
¡No sólo eso, sino que el apóstol Pablo me respalda! “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26, mis cursivas).
Entonces, el tipo con las costillas rotas dice: “Sí, quiero ser sanado”.
Yo pienso: “¡Oh, genial…!” Le impongo mis manos, también lo hacen las mujeres y hasta el muchacho que leía la Biblia. Él se puso a gemir. Yo dije: “Dios, la verdadera sanidad que él necesita es la del corazón, pero si es tu voluntad (esa es la letra pequeña), sánalo”. Yo ni siquiera sabía orar bien.
De pronto, el tipo se da palmadas a sí mismo: “Estoy sano”.
Yo digo: “No, no lo estás”.
Él empieza a arrancarse los vendajes, diciendo: “Hablo en serio. Estoy sano. ¡Golpéame!”
Yo estoy atónito. “¡Oh, Dios mío, funciona! Esto es increíble”.
Por eso me encanta lo que dijo William Cowper en los 1700: “Satanás tiembla cuando ve al santo más débil de rodillas”. La oración no es asunto nuestro; se trata de Dios orando a través de nosotros. La única forma en la que fracaso en la oración es cuando no me presento.
Después de pastorear una congregación en el interior de Detroit durante 30 años, el pastor Tim sirvió en el Tabernáculo de Brooklyn en la ciudad de Nueva York por cinco años; y pastoreó en Lafayette, Luisiana por cinco años. Él fue nombrado pastor principal de la Iglesia Times Square en mayo de 2020.