Tu Salvación No Fue Casualidad

David Wilkerson (1931-2011)

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:4-6).

Como cristianos, creemos en la resurrección de Jesucristo. Es amor de resurrección cuando el Espíritu de Dios sale a las calles y alcanza al pecador indigente, transformándolo. Hoy en día, muchas personas viven en las calles, algunos sin hogar, algunos adictos, algunas prostitutas; y Jesús quiere tocarlos con una nueva vida: su vida de resurrección.

En todo el mundo, en congregaciones grandes y pequeñas que predican el evangelio, la nueva vida en Cristo está cambiando a los pecadores. Los muertos espiritualmente son transformados, porque en Cristo todas las cosas son nuevas: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Los eventos organizados por el Espíritu Santo a menudo se denominan “citas divinas”. En primer lugar, ¿qué te llevó a entrar a una iglesia? ¿Qué esperabas cuando asististe por primera vez a un servicio religioso? ¿Fuiste con el corazón abierto? ¿Esperabas que algo penetrara en tu alma y te infundiera paz? ¿Esperabas ser tocado profundamente y consolado?

Donde hayas estado cuando oíste el mensaje de salvación, no fue una casualidad. El Espíritu misericordioso de Cristo te llevó allí. De hecho, él te tenía en su radar por algún tiempo. Como Dios nos dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16).

Nuestro Señor es soberano. Él no juega con la vida de los hombres. Él puede mover el cielo y la tierra para lograr sus propósitos; y te puso justo donde estás, tanto para salvarte como para poner en marcha su plan para tu vida.

¡Qué maravilloso saber que él nos ama tanto que nos elegiría para vivir con él por la eternidad si respondemos a su llamado!

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