UN ANCLA PARA TU ALMA
Al orar en fe, el Rey David se apoderó de esta verdad: “No me anegue la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca” (Salmos 69:15). No es inusual que incluso la persona más piadosa enfrente problemas que se levantan como una avalancha. Y al igual que David, podemos estar sumergidos en la Palabra de Dios, ser fieles para orar y estar dedicados al Señor; sin embargo, nos sentimos abrumados por oleadas de temor.
Contemplar la grandeza de nuestro Dios es un ancla para nuestras almas. Está destinado a construir nuestra fe en esta hora cuando muchos se sienten abrumados por el temor. Estoy convencido de que la iglesia necesita una cosa en este mismo momento: Una revelación creciente de la grandeza de Dios. Tantas personas ansiosas alrededor del mundo están recurriendo a dioses falsos en medio de miedos abrumadores. Pero los seguidores de Jesús necesitan que se les recuerde el poder y la grandeza del único Dios verdadero.
En un libro que publicamos, titulado “El Triunfo A Través De La Tragedia”, los cristianos comparten testimonios de la ayuda de Dios durante sus pruebas más difíciles. En cada caso, ellos hallaron esperanza en la revelación de la grandeza de Dios.
Estos testimonios dejaron en claro que, durante cada inundación de aflicción, el pueblo de Dios tiene opciones. Nuestra primera opción frente a las grandes pruebas es ceñir nuestra fe, confiar en nuestro amoroso Padre celestial sin importar lo que venga.
Todos los que contribuyeron con una historia en “El Triunfo A Través De La Tragedia”, testificaron que tenían que tomar una decisión. Y cuando eligieron la fe, Dios les dio una intimidad renovada con Jesús. Sin embargo, esto sucedió cuando su prueba dolorosa estaba en su peor momento. David testificó de su peor momento: “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias” (Salmos 34:6).