Un Camino hacia la Victoria
“Ya no andéis como los otros gentiles… Habéis aprendido así a Cristo… y habéis sido por él enseñados… En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre… y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:17, 20-24).
A Pablo no le importaba desafiar a los efesios sobre el tema de vencer el pecado. De hecho, no dudaba en predicar sobre el pecado. Él abordaba el tema osadamente, a pesar de que estos eran creyentes llenos del Espíritu y en fuego, que habían soportado la persecución y habían sido testigos frente a miles de personas. ¿Por qué atreverse a plantear el asunto del pecado entre cristianos de tal nivel? Porque pecamos, así de simple. Todos tenemos la propensión a regresar a los pecados de los que hemos sido rescatados. Esto de ninguna manera significa que perdemos nuestra salvación, pero el placer de nuestra relación con Cristo se ve amenazado porque el pecado rompe esa sensación de la intimidad, de la cercanía y de la frescura de su presencia.
Pablo se refiere al “viejo yo o al viejo hombre” que vuelve a caer en un patrón de pecado en un área en la que hemos sido débiles. En Efesios 4:18 y 19, él menciona el entendimiento entenebrecido, la dureza de corazón, el engaño, la codicia, la lascivia, por nombrar algunos; todos los pecados que encuentran su camino en nuestras vidas a pesar de que estamos caminando con Cristo. ¡Pero él ofrece un remedio! Cristo nos ha dado la capacidad de despojarnos del viejo yo, de la vieja naturaleza; y mantenerla alejada.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Dios está de tu lado y tú estás de su lado. Él quiere que seas libre del pecado más de lo que tú quieres ser libre; él quiere que tú seas santo más de lo que tú quieres ser santo. Mientras caminas con tu Señor en libertad, ¡permítele crear continuamente una nueva vida y un camino hacia la victoria!