UN DELEITE PARA SU CORAZÓN

David Wilkerson

Jesús se regocijó por nosotros antes de que el mundo fuese hecho, esperando con ansias el momento de venir a morar en nosotros, y se regocijó en que nosotros nos aferraríamos a él, dejando todo lo demás. Le buscaríamos diariamente y le brindaríamos lo mejor de nuestro tiempo a Él. Él compartiría sus secretos con nosotros, y nosotros descargaríamos nuestros corazones en Él. Nos deleitaríamos en sus caminos, buscando en su palabra las revelaciones de su justicia, y temblaríamos ante las revelaciones que su palabra nos daría.

La Biblia establece claramente que Jesús esperaba encontrar en nosotros su morada. Así que, ¿estás cumpliendo con sus expectativas? Él anticipó pasar toda una vida contigo, así que ¿se está incrementando tu intimidad con él? O, ¿lo estás descuidando por días y días?

Tu novio tuvo en mente atraerte más hacia él. Él quiso abrir su corazón a ti, tener dulce compañerismo contigo diariamente. Él anheló mostrarte tantas cosas, cosas que nadie había visto. Él deseó moldear tu vida, producir el fruto del Espíritu en ti. Y él quiso quitar tus debilidades, tus temores, tus sentimientos de insuficiencia.

A cambio, tú ibas a ser el deleite de su corazón - por tus lágrimas, tu intimidad, tu devoción apegada. Tus palabras para él iban a ser las de una novia: “Bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar” (Cantares 2:3). “Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz” (2:14).

El tan sólo pensar en esta relación contigo hizo que Cristo se regocijara, mucho antes de que el mundo fuera creado. Pero, ahora que ha llegado el momento para disfrutar esa relación, tú has sido negligente e ignoras al Señor. Tienes tiempo para ver televisión, salir de compras, navegar en Internet, cultivar el jardín, pero no tienes tiempo para Jesús. Te pregunto: ¿Crees que él morará en el corazón de una novia que está aburrida de él? ¿Por qué él continuaría morando en alguien que no tiene tiempo para estar con él, hablarle, escucharle?

Aquí hay una advertencia solemne: Jesús no morará en aquellos que le desatienden y le ignoran. Tú podrías objetar: "Pero yo amo al Señor y no lo he ignorado" De hecho, hay tiempos en que has descuidado la oración y su Palabra por semanas. Si no tienes una relación íntima en privado con él has fijado un precedente, has declarado: “Mis acciones demuestran que no tengo un amor apasionado por Jesús. Mi familia, mi profesión y mis deseos personales están primero."