Un Fresco Derramamiento del Espíritu Santo

Cuando Dios sopla el aliento de Su Espíritu, todos saben que Él ha llegado. Lucas, autor del libro de Hechos, escribe: "Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba" (Hechos 2:2). Me gusta más una traducción diferente de la última frase, la cual dice: "un fuerte viento, una explosión".

Según este versículo, el soplo de Dios vino el día de Pentecostés con un "estruendo del cielo". Lucas dice que este sonido fue poderoso, recio y saturó toda la atmósfera: "El cual llenó toda la casa donde estaban sentados" (Hechos 2:2).

Algo más sucede cuando el Espíritu Santo viene: Él sacude todo lo que está a la vista. Durante el Pentecostés, los líderes religiosos en Jerusalén se molestaron al ver lo que sucedía entre los seguidores de Jesús. Ellos trataron de detener el efecto de aquella poderosa explosión del cielo.

Pero el Espíritu Santo se movió en Pedro, y lo ungió para decir: "Nos pueden amenazar y encarcelar, pero no podrán detener el poderoso viento que está soplando sobre la tierra. Pueden ordenar que nos callemos, pero no podemos dejar de hablar. Dios ha soplado sobre nosotros, ungiéndonos, y nosotros debemos hablar la Palabra que Él nos ha dado".

Luego, los creyentes que estuvieron en el Pentecostés, se juntaron en una gran reunión de alabanza y oraron así: "Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios" (Hechos 4:29-31).

Quiero examinar lo que dicen los profetas acerca del último gran derramamiento del Espíritu Santo sobre su iglesia en estos postreros días.

La Biblia dice que en los postreros días todo lo que pueda ser conmovido, será conmovido. Esta conmoción incluirá a la misma iglesia, a la escogida de Dios: "La voz del cual conmovió entonces la tierra…Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo" (Hebreos 12:26).

Pedro y los discípulos supieron que lo que sucedió en el Pentecostés fue justamente el derramamiento de los cielos profetizado de antemano. Inmediatamente, Pedro se puso de pie y declaró lo siguiente: "Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: …en aquellos días derramaré de mi Espíritu" (Hechos 2:16,18). Así también hoy, podemos ver en la Escritura lo que el Espíritu Santo está haciendo en estos últimos días, inclusive en esta última hora.

Los profetas del Antiguo Testamento, Isaías, Jeremías, Ezequiel y los profetas menores, hablaron del derramamiento de "lluvia temprana" y "lluvia tardía" del Espíritu. Malaquías, el último libro del Antiguo Testamento, describe la "lluvia tardía" como un evento venidero que sacudirá la tierra. Y Malaquías nos da la prueba de que la obra más grandiosa del Espíritu Santo, este derramamiento de "lluvia tardía", está aconteciendo ahora mismo, en nuestra generación.

El mensaje de Malaquías es una profecía que se divide en dos partes. Primeramente, él le habla al mundo secular, materialista, impío, amador de los deleites desenfrenados. Y, en segundo lugar, él le habla a aquellos que aman y temen al Señor.

1. Aquí está la advertencia de Malaquías a las naciones impías.

"He aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa" (Malaquías 4:1). Veo por doquier la evidencia de que estamos viviendo precisamente los tiempos que describe Malaquías. Si alguna vez hubo un día ardiente como un horno, donde todo en el mundo está que "arde" (económica, social y espiritualmente), es ahora.

De acuerdo a Malaquías, se viene un feroz holocausto de tal magnitud que los impíos no tendrán nada con qué protegerse: "Y no les dejará ni raíz ni rama" (4:1). Todo refugio será consumido. ¿Quiénes pasarán por este feroz holocausto? "Todos los soberbios y todos los que hacen maldad" (Malaquías 4:1). Esto no sólo se refiere a los que solapan las adicciones y perversiones. La gran impiedad de la que Malaquías habla da la idea como de levantar el puño con arrogancia contra Dios.

Vemos en la Unión Europea un ejemplo contemporáneo de este puño arrogante levantado contra Dios. Ésta se jacta orgullosamente de ser una sociedad secular. Según su constitución, Dios no tiene lugar ni reconocimiento en su sociedad, y su nombre ha sido totalmente eliminado. En lo que concierne a los líderes de la Unión Europea, para ellos Dios está muerto.

Ahora mismo Estados Unidos se está dirigiendo en la misma dirección. Poco a poco estamos sacando a Dios completamente de nuestras cortes, de nuestras escuelas, de nuestra sociedad. Rehusamos reconocer su bendición sobre nuestro país, y en lugar de eso decimos: "Lo hemos logrado todo en nuestras fuerzas. Somos la nación más grande, poderosa y rica sobre la tierra, y todo lo hemos logrado nosotros solos".

Amo a Estados Unidos, pero me estremece saber que esta nación se haya levantado contra Dios, levantándole nuestro puño y desafiándolo a actuar. La palabra hebrea para "maldad" en Malaquías 4:1 significa "arrogancia". La peor de las arrogancias es hacer alarde del pecado delante del cielo y decir: "Dios no ve. Él no puede hacer nada. Él no tiene nada que ver con nosotros".

Es arrogancia pisotear su santa Palabra, burlándose de todo lo que refleja Su corazón. Considere la burla que se hace del matrimonio cuando se exaltan las perversiones sexuales. Es una total arrogancia legalizar matrimonios entre dos hombres o entre dos mujeres y permitirles adoptar niños, un asunto que ahora mismo se está discutiendo en las cortes de California. Mientras tanto, movimientos pro-pedófilos reclaman el derecho de los hombres para tener relaciones sexuales con niños.

A medida que esta maldad se desenvuelve delante de nuestros ojos, nos sentimos impotentes de detenerla. Aun así, me pregunto: "¿Hasta cuándo creen los impíos que Dios va a seguir mirando con asombro tal arrogancia sin juzgarla?".

La profecía de Malaquías se cumplió en el pasado, cuando las sociedades impías cruzaron la línea.

Está claro, por la Escritura, que Estados Unidos ha pecado más que Israel, cuando éste se apartó de Dios; más que Sodoma y Gomorra, más que la sociedad impía y violenta de la época de Noé. Isaías profetizó: "Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y [densa] oscuridad las naciones" (Isaías 60:2). La palabra hebrea "densa" significa aquí "abatimiento". Isaías estaba diciendo: "un oscuro abatimiento está en camino, de tal manera que cubrirá toda la Tierra".

Jeremías habló de tal oscuridad cuando clamó a Judá la infiel: "Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas" (Jeremías 13:16).

Malaquías también nos habla de aquel día que está por venir, un tiempo de oscuridad y abatimiento en el que Dios humillará a los soberbios y arrogantes. Cuando ese día venga, dice el profeta, todas las raíces y las ramas serán completamente consumidas, dando a entender que no que no quedará nada sobre lo cual se pueda reedificar. Hasta ese punto de la historia, Dios nunca había destruido completamente las raíces de la reconstrucción. Pero ahora, el profeta dice que Dios va a cavar y sacar todo, y "no les dejará ni raíz", dando a entender que no habrá manera de recuperarse.

Ahora mismo, el día de ajustar cuentas ha llegado tanto para Estados Unidos como para el mundo. Todas las ramas del gobierno de los Estados Unidos, incluyendo los bancos federales e instituciones financieras, verán a nuestra economía estrellarse y consumirse por el fuego. Las viejas corporaciones, aquellas antiguas instituciones arraigadas en nuestra sociedad, se verán afectadas quedando sin alguna forma visible de recuperación. El abatimiento se esparcirá con tal magnitud que las grandes mentes estarán confundidas respecto a dar cualquier solución para salir de la oscuridad.

Incluso el mundo secular ve que Estados Unidos enfrenta tiempos difíciles. Un artículo reciente de The Economist (El Economista), muestra a la Estatua de la Libertad sentada con un rostro de desánimo entre sus manos y su antorcha tirada en el suelo. El titular dice: "Estados Unidos Infeliz". Los editores escribieron lo que detallo a continuación, palabra por palabra: "Hay un feroz abatimiento arrasando el mundo entero"…"Hemos sido ambiciosos por mucho tiempo, y ahora nos ha atrapado"…"Es demasiado tarde. La avalancha ya comenzó"…"Estados Unidos está de muy mal humor. Nos dirigimos hacia el camino de Sodoma y Gomorra"…"La economía se está tambaleándo"…"El mundo se está cocinando" (énfasis añadido).

Hace diez años, publiqué un libro titulado "El Llamado Final", en el que predecía un holocausto económico. En aquella época fui ridiculizado y me apodaron el predicador del juicio final (a pesar de que nunca prediqué juicio sin lágrimas). Recientemente, los teléfonos de nuestro ministerio han timbrado sin parar para hacer pedidos de dicho libro.

Estados Unidos no es la única nación que enfrenta un tiempo de abatimiento. Recientemente, nuestro ministerio envió un equipo a una de las principales ciudades en Rusia. Ellos volvieron reportando que una desesperación económica ha tomado control de esa parte de la nación. Los precios de la gasolina, la electricidad y otras necesidades básicas se han disparado a los cielos, mientras que los salarios alcanzan sólo para cubrir la mitad de lo que la gente necesita para sobrevivir. Nuestro equipo nos contó que no pudieron encontrar una sonrisa en ningún lugar, excepto en las iglesias, donde la esperanza florecía, porque la confianza de dichas personas está en el Señor.

Quizás usted dirá: "Las cosas son diferentes en Estados Unidos. Nuestra economía siempre estará bien. Han habido problemas así anteriormente, y la recuperación siempre venía en seguida. Puede tomar cinco años, pero todo se arreglará". Sin embargo, ¿qué tal si la palabra de Malaquías es verdad? ¿Qué tal si todas las raíces de recuperación han sido quemadas hasta su punto más profundo, más allá de toda esperanza de recuperación?

Ahora, déjeme sugerirle algo: Suponga que Malaquías estuviera vivo hoy. Y suponga que él predicara este mismo mensaje el siguiente domingo en la iglesia a la que usted asiste. Imagínese al Pastor Malaquías al frente en el púlpito. Y mientras termina su mensaje, presentando las palabras de los profetas y detallando las cosas venideras, cierra su Biblia. Luego baja del estrado y sale por en medio de la congregación.

La gente tiembla a causa de lo que han oído: un día de oscuridad y abatimiento está por venir. Pero mientras Malaquías se pone de pie frente a ellos, una gran sonrisa llena su rostro. De pronto, él abre sus brazos y clama: "¡Regocíjense! Esta profecía que acaban de escuchar, no es para ustedes. No va dirigida para aquellos que aman y temen al Señor. Al contrario, esta palabra es para el soberbio, el arrogante, el que vive sin ley. Es una advertencia santa para el mundo impío.

"Sí, de cierto habrá daño colateral a causa del fuego de aquel día. Los cristianos también sufrirán como efecto de ello. Eso no puede evitarse. Pero Dios le ha enviado una palabra, la cual lo guardará a través de los tiempos difíciles. No importa que los montes se traspasen al mar, que la economía tiemble y caiga, que todo lo que pueda ser conmovido, sea conmovido. Dios les ha dado una palabra diferente a aquellos que temen al Señor".

2. Para la iglesia vencedora, existe una profecía completamente diferente, una profecía gloriosa.

Para el pueblo de Dios, el mensaje no es de abatimiento, sino de alegría. Cuando las tinieblas cubran la tierra, cuando los corazones de los hombres flaqueen por el miedo a las cosas terribles que están aconteciendo, se nos dice que en ese momento "nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación" (Malaquías 4:2).

En la hora más oscura, cuando las cosas se vean sin esperanza, cuando haya temor en todos lados, cuando todo esté cubierto de sombra del muerte?, Jesús se levantará y se revelará con mayor gloria que en cualquier época de la historia; y el mundo será testigo de su poder salvador y guardador en todo su esplendor. En un mundo que se ha vuelto loco, en el que los musulmanes radicales se glorían de haber vencido y los agnósticos claman: "¡Dios está muerto!", Jesús se levantará. Él resplandecerá como un Sol sanador, más brillante que en cualquier otra generación.

Algo acontecerá con el pueblo de Dios como resultado de la aparición del Hijo. El resto de este versículo dice: "Y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada" (Malaquías 4:2). En el hebreo original, este texto se traduce así: "Saldréis, saltando como becerros liberados de la manada".

Esto se refiere a la lluvia tardía, el prometido y fresco bautismo del Espíritu Santo, el cual incluirá un estruendo del cielo más grande, más poderoso. Cuando venga, el Espíritu Santo restaurará milagrosamente: "Concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús" (Hechos 4:29-30).

Hay tres palabras de las que muchos cristianos ya no hablan: señales, prodigios y milagros.

Para toda una generación de creyentes, estas tres palabras evocan memorias de muchos abusos en la iglesia. En una época en la que mucha gente buscaba obras genuinas de Dios, "con señales que les siguieran", charlatanes ejecutaban falsas "obras de Dios". Los tan famosos "evangelistas sanadores" hacían de ello un circo; hombres y mujeres codiciosos ofrecían "sanidades" a cambio de dinero.

Ahora, cada vez que muchos de nosotros oímos estas tres palabras, se levantan desde nuestro interior sentimientos incómodos: temor al fanatismo, vergüenza a las burlas, recuerdos dolorosos de queridos hermanos y hermanas, cuya fe acabó en un montón de cenizas a causa de toda la falsedad. Trágicamente, muchos en la iglesia de Cristo ya no esperan que Dios haga milagros.

Aun así, por favor oiga lo que estoy a punto de decir. El diablo conoce las Escrituras, y sabe que un genuino avivamiento de sanidad, inspirado por el Espíritu Santo, ha sido profetizado. Es por ello que, incluso en este momento, él está promoviendo sus propias y perversas reuniones de "sanidad". En sus reuniones, Cristo no es el centro sino la exaltación de ángeles o de un individuo.

Pero lo que Malaquías está profetizando no puede ser promovido por el hombre. No será algo local, ni girará en torno a alguna personalidad o a algún individuo. Por el contrario, tendrá la característica de presentar la santa predicación de Cristo. Y sucederá en todas partes, tanto en las casas de creyentes vencedores, como en iglesias. Pastores y ministros laicos también recibirán unción para orar por los enfermos. Ancianos se levantarán con una fe fresca para obrar maravillas en el poder del nombre de Jesús. Todos impondrán manos sobre los enfermos y orarán por ellos para ser sanados.

Ahora, déjeme añadir una cuarta palabra a esta lista de términos a los que ya no nos referimos: manifestaciones. Tenemos temor a las manifestaciones de la carne, en las que la gente se comporta de maneras muy extrañas. Sí, han habido muchos abusos que fueron llamados "manifestaciones del Espíritu". Pero si el Espíritu Santo en verdad se mueve sobre nosotros, tal como lo ha hecho en su pueblo a lo largo de la Escritura, no debiéramos tener miedo a una verdadera manifestación.

Y la manifestación que tendrá lugar durante el derramamiento postrero del Espíritu será un gozo del Espíritu Santo. Mientras el mundo entero se sienta debajo de una nube de abatimiento, el testimonio del pueblo de Dios será uno: gozo puro. A medida que los propios cimientos de la sociedad estén siendo arrancados, los seguidores de Jesús serán vistos alabando a Dios en medio de los escombros, ofreciendo ayuda y esperanza a los que estén en mayor necesidad.

Esta manifestación de gozo es más necesaria que nunca. Día tras día oigo al pueblo de Dios decir: "¿Es esto todo lo que hay en el caminar cristiano? ¿Debemos siempre enfocarnos en las pruebas y sufrimientos? ¿Acaso no sigue hablando Dios? ¿No sigue sanando? ¿No deberíamos esperar respuestas cuando oramos? ¿Dónde están los milagros que Su Palabra nos promete?

Permítame darle una respuesta muy simple a estas preguntas: Los milagros y sanidades son posibles por y a través del poder del Espíritu Santo. El libro de Hechos nos cuenta que Esteban era un hombre "lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo" (Hechos 6:8). Si somos honestos delante del Señor, muchos de nosotros tendremos que admitir que hemos perdido toda esperanza de tener tal fe.

En multitudes de cristianos, el fuego del Espíritu Santo está disminuyendo.

Dios no puede responder donde no hay fe. Y Satanás no huirá donde hay temor e incredulidad. El hecho es que, hemos fracasado en tomar nuestra autoridad, dada por Dios, sobre el diablo y su imperio demoniaco. La Palabra de Dios nos dice que el enemigo no tiene el control. Está escrito que tenemos poder sobre él: "Resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Santiago 4:7). A pesar de ello, muchos han dejado que Satanás atropelle su fe, sin ofrecer resistencia.

Si esto lo describe a usted, Malaquías le ofrece una palabra más maravillosa: "saltaréis como becerros de la manada" (Malaquías 4:2). ¡Qué palabra tan increíble para el pueblo de Dios en estos postreros días! Malaquías ilustra a los creyentes como becerros confinados en establos. Aquí, la raíz hebrea para "manada" significa "atado", "dando vueltas y vueltas en círculos".

¿Alguna vez ha visto becerros juguetones e inquietos, encerrados en un establo? Van en círculos, pateando y haciendo mucho ruido. ¿Entiende la figura que Malaquías nos está dando? Satanás ha tenido éxito al encerrar a una multitud de creyentes en pequeños establos. Les ha impedido disfrutar de los pastos verdes de Cristo, lejos de sus aguas refrescantes. Considere lo siguiente:

  • Algunos cristianos están confinados a un establo de desesperanza. Estos creyentes se mueren de aburrimiento, se levantan cada día tan sólo para dar vueltas y vueltas en su pequeño mundo. Están amarrados a un espíritu que los ata a su propio ego, al materialismo, a sus propias necesidades, sin siquiera tener una gota de alegría. Muchos de dichos cristianos han perdido toda esperanza de ser libres otra vez. Suspiran al recordar los tiempos pasados cuando se regocijaban en el Señor. Ahora, constantemente se preguntan: "Dios, ¿dónde estás?".
  • Algunos cristianos están encerrados en un establo de amargura. La Biblia dice que la amargura es un veneno mortal, llamándola "la hiel de amargura". Debo dar una advertencia aquí, en el amor de Cristo: si usted tiene una sola raíz de amargura, si usted tiene alguna animosidad racial, alguna falta de perdón o cualquier "justo" resentimiento, usted está atado de iniquidad. Y si usted permanece con esta atadura, se quedará confinado en un establo. Vivirá en miedo, será un becerro terco y terminará en muriendo espiritualmente.

Podríamos mencionar otros establos de confinamiento: incredulidad, desesperación, miedo desenfrenado, pecados que nos asedian. No importa el tipo de confinamiento que sea, la verdad es que no podemos abrir nuestros establos por nuestra propia cuenta. No podemos deshacernos de nuestros temores, desesperaciones o incredulidad en nuestra fuerza humana. Dicho en una forma simple, necesitamos una llenura fresca del Espíritu Santo. Amado santo, le insto a que no deje pasar un día más sintiéndose satisfecho con las cosas tal y como están. El Señor da su Espíritu Santo a aquellos que se lo piden. Y su liberación debe venir mediante fe. Cuando Dios promete: "saltaréis como becerros de la manada", significa más que la liberación del confinamiento. Cuando Él abra las puertas de nuestro establo, saldremos de éste saltando con gozo. Ya no tendremos esa nube de abatimiento sobre nosotros, sino que seremos liberados para andar en un camino de esperanza, libertad y vida abundante.

En estos días de incertidumbre y penumbra, aquellos que han sido liberados de sus establos serán el testimonio del poder de Dios. Serán vistos regocijándose por ver al Hijo levantarse. Y la promesa eterna de Dios para su pueblo se hará evidente a todos.

Cada quien juega un papel en la liberación de su establo.

El Espíritu Santo es dado sólo a los que se lo piden. Ore para que el Espíritu Santo traiga de vuelta su fuego, renueve su fe y que lo atraiga más a su corazón.

El gozo es el fruto de Espíritu Santo. Como pueblo de Dios, debemos cantar en voz alta, aclamando al Señor con voz de júbilo. Debemos alabarle, ya sea que sintamos ganas o no. La Escritura dice que Dios mora en medio de nuestras alabanzas.

Usted podría objetar: "Pero saltar de gozo cuando uno no lo siente, es hipocresía. Ese tipo de 'gozo' no significa nada cuando uno está deprimido y en dolor".

Escuche otra vez a Malaquías: "Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Malaquías 4:3). En el momento en que usted acepte su liberación, cuando salga de su confinamiento por fe, usted mandará a volar al diablo y los demonios huirán. No importan las noticias que el mundo traiga, las aflicciones o problemas que vengan, la Palabra de Dios permanece fiel. Usted puede recibir una llenura fresca del Espíritu Santo, como un becerro saltando desde su establo.

Lo dejo con estas palabras que son ;gloriosas promesas:

  • "Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto." (Isaías 51:3).
  • "El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón…a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová…a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya" (Isaías 61:1-3).