UN PRINCIPIO DE JESÚS
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58:6).
Dios enviará algo sobrenatural a través de la oración y el ayuno. Isaías 58:10 nos dice: “Si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía”.
Dios nos está diciendo que un verdadero ayuno cambiará nuestro enfoque de vivir para nosotros mismos a vivir para otros; de estar absorbidos en nos nosotros mismos y ser indulgentes con nosotros mismos, a vivir una vida de satisfacer los deseos de los afligidos. Aquellos que viven para satisfacer sus propios deseos se encuentran atorados en sus actividades, frustrados y no encuentran el cumplimiento de la vida que están buscando.
Un verdadero ayuno no consiste sólo en abstenerse de comer; es la idea de consagrarse a Dios, separarse de algo para que tu corazón despierte para ayudar a personas afectadas. Puede ser gente de todo el mundo a través de las misiones o incluso puede ser tu propia familia. Jesús modeló este principio de vivir una vida centrada en los demás.
“Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan” (58:11). Dios te da su poder, su gloria, su presencia cuando comienzas a vivir para otros. Y Dios es el que nos da el corazón transformado para hacer que suceda este cambio: el cambio de estar centrados en nosotros mismos a estar centrados en Dios y en los demás.
Si permites que el Espíritu Santo se apodere de tu corazón y eche fuera las dudas, el temor y la preocupación innecesaria por las cosas de este mundo, él te transformará. Algo sobrenatural sucederá en ti, para que algo sobrenatural suceda a través de ti.