UN TIEMPO PARA FLORECER

Gary Wilkerson

Los Planes De Dios Para Ti No Han Cambiado

Esta temporada ha sido de pandemia, protestas, disturbios, agitación política e incertidumbre económica. El miedo inmediato puede haber disminuido, pero muchos ahora viven con una incertidumbre preocupante. Algunos luchan con el aislamiento, otros con la salud, otros con la pérdida de trabajo y por mantener a sus familias a flote. En medio de todo esto, todavía no saben lo que traerá la próxima semana o cuál será su futuro a largo plazo.

Una cosa que sabemos es que estos tiempos difíciles no serán de corta duración. Sus efectos continuarán durante algún tiempo. ¿Qué nos dice esto como personas de fe?

El profeta Daniel vio a la nación de Israel en una situación similar. Daniel probablemente estaba cerca del final de su vida cuando recibió una visión tenebrosa del Señor. "Y la palabra era verdadera, y el conflicto grande."(Daniel 10:1,). La visión reveló cosas tan catastróficas que impulsó a Daniel a un ayuno de tres semanas. "No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas." (10:3).

Sabemos que Daniel era un hombre intrépido de fe. Cuando era más joven, Daniel se había enfrentado audazmente a la muerte en la guarida de los leones, luego de negarse a someterse a una ley que mandaba adorar al rey. Ahora, después de varios años, al contemplar esta visión aterradora, se estremeció y tembló.

Muchos de nosotros que seguimos a Jesús pensamos que no se nos permite sentir emociones como el miedo. Personalmente, cuando veo tiempos difíciles que vienen como la temporada en la que estamos, no puedo contener mi preocupación. El Señor lo entiende y nos tranquiliza con su Espíritu Santo.

La Santa Presencia de Dios en nosotros transciende cualquier temor provocado por una prueba como el coronavirus

Tres semanas después de que Daniel recibió su increíble revelación, Dios le envió una santa visita. Esta aparición divina abrumó al profeta Daniel. “Y alcé mis ojos y miré, y vi un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de crisólito, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.” (10:5-6).

La visita del ángel desbordó a Daniel. "Yo, pues, quedé solo y vi esta gran visión. No quedaron fuerzas en mí; más bien, mi vigor se convirtió en debilidad y no retuve mi fuerza.” (10:8).

Pero, ¿cuáles fueron las primeras palabras que se le dijeron a Daniel? "Me dijo: “Daniel, varón muy amado…" (10:11). Lo primero que Dios hace cuando estamos en medio de una crisis es asegurarnos y confirmarnos su gran amor por nosotros. Dios quiere que sepamos que él nos está cuidando y guardando, él nos asegura que su poderosa mano nos cubre en todo momento.

La segunda cosa que este hombre glorificado le dijo a Daniel fue; "Está atento a las palabras que te hablo” (10:11). En tiempos de crisis, necesitamos discernimiento para escuchar lo que Dios está diciendo, especialmente si nuestras emociones nos dicen que nos retiremos y nos escondamos. Debemos entender lo que está pasando a nuestro alrededor para movernos sabiamente en la fe sin sentirnos temerosos.

El hombre le dijo a Daniel: “está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora.” (10:11). Dios le estaba diciendo al profeta que ya estaba anciano: “Todavía tengo planes para ti, una misión para este momento, una palabra para que hables en un tiempo muy serio”.

El hombre entonces le mostró a Daniel la realidad eterna del momento. “Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: “Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.””  (10:11-12).

Qué lección tan profunda para nosotros. Daniel había estado orando durante tres semanas, y este hombre le reveló: “Tú fuiste oído en el cielo desde el primer día que oraste.” Mientras Daniel lloraba por los tiempos difíciles que se avecinaban, Dios ya estaba moviendo las cosas en el cielo y en la tierra. Los cambios se estaban dando a causa de las oraciones fieles de Daniel.

La Palabra de Dios sigue siendo la misma en tiempos de crisis mundial que en tiempos de paz.

La Biblia no ha cambiado debido al COVID-19 o problemas políticos o económicos. Tampoco Jesús ha cambiado. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos" (Hebreos 13:8). Cristo sigue en el trono, sentado a la diestra del Padre, omnipotente sobre todo lo que está sucediendo. Esto nos asegura que los planes del Señor para nosotros nunca han cambiado. “Porque yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros dicen Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11).

Cuando los virus, la violencia y los abrumadores problemas golpearon, Jesús no corrió a leer las noticias. Él sabía exactamente lo que estaba pasando. De hecho, el previó todo lo que estamos enfrentando. El no dijo: “Bueno, tenía planes específicos para usted, pero este virus lo ha cambiado todo. Pasaré al Plan B". No, no es así. Dios sabía desde siempre cuáles eran sus planes para ti durante este tiempo. No son planes para el desastre, sino para tu bien, tu beneficio, incluso en tiempos difíciles.

Ninguno de nosotros sabe exactamente cuáles son los planes que Dios tiene para nosotros; rara vez lo hacemos. Pero Dios dice, “YO se los planes que tengo para ti” (29:11, mi énfasis). Si podemos confiar en que nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, que tiene contados los pelos de nuestra cabeza, ciertamente podemos confiar en él cuando dice: “Los planes que tengo son para tu bien, tu bienestar, están destinados no sólo a sobrevivir sino a florecer. Yo he venido para que tengas vida, y para que la tengas en abundancia.” Sus promesas eternas no cambian en una pandemia.

No temo a nada de lo que está sucediendo en el mundo hoy. Sin embargo, he tenido que tomar la siguiente determinación: “Incluso si tengo que enfrentar el sufrimiento, será con alegría en mi corazón, coraje en mi alma, lucha en mi mente y toda la autoridad que Jesús me ha dado hasta mi último aliento. Satanás no ganará. No importa lo que me pase, yo pertenezco a Cristo.”

Basándome en estos pasajes, hay tres recordatorios que pueden ayudar a cualquier cristiano en estos tiempos difíciles.

En primer lugar, no se trata de sólo sobrevivir, sino de florecer o prosperar. Es posible que    aún estés ansioso por salir de casa. Esta temporada, sin embargo, no tiene que ser una de hibernación dirigida a la supervivencia solamente. Es una oportunidad para crecer, para prosperar.

Como mencioné, Daniel era un hombre mayor cuando Dios le dio su misión. Fue fiel en la oración y ese simple acto puso en marcha los cambios. De hecho, la visitación que Daniel recibió le dejó en claro que su oración había sacudido tanto el cielo como la tierra.

Amigo, puedes florecer, prosperar y crecer en este tiempo a través de la intercesión. Ora por tu cónyuge, tu familia, tus amigos, tus vecinos, tus compañeros cristianos. Continúa orando para que los trabajadores esenciales y los de primera línea se mantengan seguros. Ora para que los líderes actúen con prudencia. Ora por la paz para gobernar tu ciudad y por los miedos de la gente. Ora que las frustraciones y la ira se desvanezcan y que sean cambiados por el cuidado y el amor a los vecinos. El Espíritu Santo puede lograr esto.

Otra manera de prosperar y florecer es renovar tu estudio de la Palabra de Dios. Pasar incluso un mínimo de tiempo en la Biblia puede cambiar tus pensamientos diarios de miedo a fe.  

En segundo lugar, no solo soportes experiencias difíciles; véncelas. Deja que el poder de Dios trabaje en medio de tus problemas. El propósito de Dios para nosotros es siempre ir en aumento, ya sea en tiempos de prueba o de bendición.

Cuando los hijos de Israel estaban a punto de llegar al borde de Canaán, una tierra prometida llena de bendiciones incomparables, Dios no les dijo: “Bien, ahora es su momento para instalarse, relajarse y entretenerse.” No, Dios les dijo, “Cuando llegues allí, quiero que crezcas, que construyas y te desarrolles.””  Nuestra pasión por Jesús puede aumentar durante este tiempo, tanto en la devoción hacia él como en el cuidado de nuestros vecinos, especialmente los vulnerables y necesitados.

Tercero, no solo esperes cambios; puedes orar por los cambios. Estamos llamados a ser agentes de cambio. El budismo fomenta la pasividad, a aceptar las cosas como son. En cambio, nosotros los cristianos estamos llamados a ver las cosas transformadas por Cristo, a "orar” por el cambio y a actuar con fe para ver el cambio. Podemos orar por milagros de sanidad en nuestros seres queridos enfermos, para que nuestra tierra sea sanada de la pobreza y la injusticia y para que nuestros propios corazones se vuelvan continuamente a Jesús.

En este momento de la historia, multitud de corazones temeros y anhelantes se vuelven a Cristo.

Cuando tuvieron lugar los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, mi padre, David Wilkerson, estaba visitando a mi familia en nuestra casa de Colorado. Quería volver a la ciudad de Nueva York lo más rápido posible, pero todos los vuelos estaban en suspendidos, así que lo llevé manejando hasta allí.

Cuando llegamos, descubrimos que las iglesias de la ciudad estaban llenas de gente que buscaba seguridad, propósito y respuestas. Parecía ser un verdadero despertar espiritual, pero terminó siendo de corta duración, una tendencia que duró sólo unas cuantas semanas.

Los problemas de hoy, multiplicados e intensificados, ya han tenido un impacto y lo seguirán teniendo en los meses venideros. De hecho, pueden dejar una huella permanente en la forma en que vivimos. Ruego que este tiempo nos deje una nueva forma de vivir en Jesús, que la gente se sienta atraída hacia él, por la forma en que los cristianos eligen    vivir, —creciendo, prosperando y floreciendo en lugar de simplemente sobrevivir, mejorando en lugar de simplemente aguantar, orando y bendiciendo en lugar de solo esperar que las cosas pasen.

Que estos tiempos de gran dificultad, no importa cuánto duren o cuán intensos se vuelvan, sean sus "veintiún días” de oración apasionada como la de Daniel, para ver el cielo y la tierra movidos por la mano de Dios. ¡Jesús todavía está en el trono, y sus planes para ti están destinados a suceder aun en un momento como este!

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