Una Ciudad Derribada y sin Muros
Es posible que algún Cristiano pierda el control de su espíritu. Cuando esto ocurre, el resultado es confusión, luchas y conflictos. "Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda" (Proverbios 25:28). La imagen es de una pérdida total de control.
Este verso lleva una poderosa advertencia a cada hombre y mujer de Dios. Cuando nuestros muros protectores se debilitan, nos hacemos vulnerables al ataque de las fuerzas demoníacas. Pronto todo lo que fue bendecido -nuestro matrimonio, familia, trabajo y relaciones- se llenan de problemas. Todos nosotros pasamos por las pruebas comunes de todo Cristiano. Pero a pesar de ellas, Dios permite que disfrutemos su paz a través de los años. Un creyente puede tener un matrimonio sólido, un hogar lleno de amor y un trabajo bendecido. Esto ocurre por que el creyente mantiene su espíritu sujeto al Espíritu de Cristo, y esto mantiene los muros protectores de Dios intactos y fuertes a su alrededor.
Sin embargo, este mismo creyente puede perder el control de algún aspecto de su vida. Pronto su espíritu ya no estará sujeto a él. Su paciencia disminuye, su temperamento arroja chispas y constantemente discute con su familia. Se siente herido fácilmente y anda teniendo ataques de celos y usando palabras hirientes.
El hogar de este Cristiano ahora está en serios problemas. Él y su esposa miden cada palabra entre ellos y hablan con dureza el uno al otro. Sus hijos vienen a ser víctimas de este conflicto. Ellos ven a mamá y papá constantemente acechándose y atacándose el uno al otro, aumentando más y más sus argumentos. Sin estabilidad en su hogar, esos jóvenes pueden volverse hacia el mundo en busca de tranquilidad y alguna sensación de control.
La vida del Cristiano ahora está convertida en una ciudad en disturbios. Los muros han caído y ya no protegen de la invasión de los poderes demoniacos. Tristemente esto está pasándole a multitudes de hogares. Algo ha causado que Cristianos pierdan el control de sus espíritus y el enemigo ha ganado libre acceso a sus corazones y sus hogares.
Ahora mismo, hay una terrible práctica barriendo con las iglesias evangélicas. Ministros hacen todo lo posible por poner a prueba las advertencias de juicio de Dios. Ellos preguntan: "¿La advertencia de este pasaje es compatible con el amor de Dios?" Si la advertencia no parece tierna, gentil o amorosa, la desechan e ignoran.
Esos ministros han creado un falso Cristo. Ellos predican un Jesús que solo habla de amor y no de santidad y justicia. Ellos lo hacen parecer un Salvador indulgente que hace la vista gorda con cualquier pecado obsesivo que se cometa menos de 490 veces. Esos pastores nunca consideran el justo juicio de Jesús o su odio por el pecado. Ellos llevan a la gente a justificar su pecado diciendo: "No importa si caes. Dios te ama".
La tasa de divorcios en la iglesia de JesuCristo ahora es igual a la del mundo secular.
El divorcio está plagando la iglesia en todo el mundo. Incluso la tasa entre ministros y líderes es como una epidemia. Por todas partes los muros protectores de los hogares Cristianos están desmoronándose y las familias se están destruyendo.
¿Qué está pasando? El enemigo no puede tocar la vida ni el hogar de nadie cuando los muros están en pie. Esto es simplemente imposible. Satanás nos puede molestar, pero no puede tomar el control de nuestra mente, nuestro matrimonio o nuestra familia. La respuesta es simple: Hombres y mujeres bautizados en el Espíritu están perdiendo el control de sus espíritus. Se están convirtiendo en ciudades en problemas y no tienen poder ni autoridad para mantener sus matrimonios ni sus hogares a salvo y seguros.
Yo creo que esto comienza con frecuencia cuando los Cristianos culpan a los demás de sus pecados, pero nunca a ellos mismos. Maridos y esposas se culpan mutuamente de sus furiosos temperamentos. Algunos culpan al diablo de sus problemas diciendo: "Mi matrimonio está bajo un ataque del diablo", Mi pregunta es: ¿Quién dejó entrar al diablo? ¿Quién es responsable de que los muros estén caídos y que el diablo pueda entrar por todas partes?
Isaías nos dice de manera concluyente quién es el que destruye el muro: "...Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas..." (Isaías 5:1-2). Quien plantó esta viña es Dios. En los siguientes versículos nos dice: "Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. ¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?" (5:3-4). Dios declara que él hizo todo lo que podía hacerse para que su viña estuviera segura y fuera fructífera. Pero dio malos frutos.
El Señor declara entonces "Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta... Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí griterío." (5:5-7). ¿Quién retiró el cerco protector alrededor de la viña? Fue el Señor mismo. ¿Y por qué lo hizo? Por que el fruto en la vida de su pueblo estaba podrido.
Pablo sabía que la estabilidad de nuestras murallas está totalmente relacionada con la seriedad con que tomamos la Palabra de Dios.
Pablo no se andaba con rodeos. Dijo que cuando rompemos los mandamientos que predicamos a otros, nos volvemos blasfemos. Por otra parte, Dos nos juzgará por los pecados que nos permitimos en secreto. "Sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado" (1°Corintios 9:27).
El uso de Pablo de la palabra "descalificado" debe poner en nosotros un santo temor. Algunos teólogos tratan de evitar el significado de esta palabra, explicándola en otro sentido. Pero en el griego significa "rechazado" o "no apto". En pocas palabras, cuando vivimos una mentira, nuestras murallas caen - y quedamos vulnerables a todos los ataques de Satanás.
Ahora, el Señor no es un jefe tan duro. Él es paciente, amable y comprometido con nosotros. Él no va a derribar los muros de quienes luchan contra la tentación y ocasionalmente caen en un pecado contra el que han predicado. Pienso en el hombre piadoso que momentáneamente resbala en la pornografía en la TV o Internet. Pero en lugar de permitírselo, él se siente profundamente arrepentido y renuncia a su lujuria.
Pero el hombre que es adicto a su lujuria, pierde el control de su espíritu. Este hombre regularmente se permite su pecado. Con el tiempo, mientras él ve pornografía, su mente se satura de suciedad. Este hombre no le interesa el testimonio ni la predicación a medida que continúa en su pecado. Él se ha entregado totalmente a la sensualidad.
Un hombre puede preguntarse por qué su matrimonio se está desmoronando. Pero nunca ha relacionado sus problemas con su permanente indulgencia con su pecado. Dios puede haber tratado con este hombre sobre su hábito por semanas, meses o años. El Señor le ha enviado advertencias proféticas una tras otra, le ha enviado convicción una y otra vez. Pero este hombre no desea ser liberado. Él ha construido un confortable nido para su lujuria y corre a él en cada oportunidad.
El caso es que Dios ha hecho una amplia provisión para que seamos liberados de todo dominio del pecado. Él ha jurado por pacto que nos librará del poder del pecado. Todo lo que él pide es que busquemos su rostro, confesemos nuestros pecados y queramos ser libres. Él promete que su Espíritu Santo nos dará poder para aplastar nuestro pecado y seguir adelante en victoria: "Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Romanos 8:13).
Por años he predicado la gracia, misericordia y amor de Dios.
He escrito sobre los poderosos nombres de Dios. He escrito sobre la gran misericordia reflejada en el nuevo pacto. He mostrado a los Cristianos que han sido atrapados por pecados, cómo reclamar los beneficios del nuevo pacto de Dios para ser libres de su pecado. Sin embargo y a pesar de todo esto, multitudes que leen los mensajes, todavía no son libres.
Yo reto a cada uno de esos ministros: ¿Cómo entienden lo que Jesús dice a la iglesia en Apocalipsis? Él advierte a los Efesios: "arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido" (Apocalipsis 2:5). Él advirtió a Pérgamo: "arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca" (2:16). Finalmente, Cristo le dice a cada iglesia: "todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras" (2:23).
Dios ama a sus ministros. La Biblia los llama pastores de su porción. Él lucha por ellos y los trata con paciencia, tal como lo hace con todos sus hijos. Pero nuestro Dios santo no respalda la mentira. Y él no protege una doble vida. Él no se quedará pasivo mientras su pueblo continúa permitiéndose el pecado. Llega el momento en que él dice: "Ya has vivido en mentira por largo tiempo. No practicas lo que predicas. Continuamente te niegas a ser librado por mi pacto. No voy a cubrir tu estilo de vida sensual por más tiempo. No voy a permitir que tomes a la ligera mi Palabra. Así que prepárate, tus murallas comenzarán a caer."
Recuerda su advertencia en Isaías 5: "¿Qué más habría podido hacer por ti? Construí un muro protector a tu alrededor. Te di lo mejor que la vida tiene para ofrecer. Pero cuando vine a buscar fruto en tu vida, no encontré nada más que frutos silvestres. Tú solo diste uvas agrias. Ahora estoy bajando tu muro protector. La hermosa viña que construí para ti se convertirá en basura. Bestias devorarán las plantas. El suelo se volverá muerto y seco y se cubrirá de zarzas y espinos."
Aquí es donde comienzan nuestros problemas. El Señor nos puede castigar permitiendo que el enemigo ataque nuestra vida o nuestro hogar. Pero él siempre tiene la intención de producir un resultado de justicia. Él quiere conducir nuestro corazón a la obediencia, y a que tome en serio su Palabra.
¿Llega el momento en que es muy tarde para recuperar el control de un espíritu descontrolado? ¿El Señor reconstruirá nuestras murallas después que estén caídas? Sí, absolutamente. Su deseo es restaurarnos. Él quiere el control total de nuestro espíritu y quiere que la carne y el enemigo se sujeten a Cristo en nosotros.
La restauración comienza cuando tú tomas la Palabra de Dios muy en serio. No pienses que eres un caso especial, exento de sus juicios. En lugar de ello, convéncete que el Señor tratará contigo seriamente si ignoras sus mandamientos. Él no te dejará continuar en tu rebelión. Y date cuenta que tú podrías ser descalificado.
El momento en que tu corazón se vuelve al Señor, comienza el proceso de reconstrucción. Él pone tu espíritu bajo control y tú voluntariamente obedeces cada Palabra para ti. Ya no eres como una ciudad en caos, sin murallas. En cambio, tu vida es la hermosa viña que él desea, un jardín fragante que invita a todos a su alrededor. Aleluya!