UNA FE INQUEBRANTABLE
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón” (Hebreos 10:35). Si eres cristiano, estás en una guerra feroz. De hecho, estás en una batalla de vida o muerte por tu fe. Satanás está decidido a hacer que tu fe naufrague y a destruir la fe de todos los elegidos de Dios. Y cuanto más fuerte sea tu fe, mayor será su ataque contra ella.
Mira, una fe inquebrantable en el Señor hace que el infierno se enfurezca. Nada representa una amenaza mayor al reino de Satanás que un cristiano cuya fe sea inamovible. ¿Por qué? Porque es debido a la fe y a su poder liberado, que el reino de Satanás es sometido. Por la fe, nace la rectitud y los fuegos demoníacos se apagan. Se obtienen las promesas de Dios y se cierran las bocas de los leones.
El apóstol Pedro recibió un feroz ataque contra su fe. Su confianza en Jesús enfureció tanto al infierno que Satanás pidió permiso para zarandearlo para ver si soportaría. “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22:31-32).
Dios nos ha dado una poderosa arma para usar en contra de los ataques de Satanás hacia nuestra fe. No debemos intentar resolverlo todo. Más bien, debemos fijar nuestros ojos en la “tan grande nube de testigos”, que ya están en la gloria, que ya llegaron, con su fe intacta. (Hebreos 12:1).
¡Qué cuadro! Este versículo describe un ejército de santos victoriosos de todas las épocas, contemplándonos atentamente como una multitud en las gradas. Ellos llevan coronas de justicia y agitan las palmas mientras nos dan aliento en nuestra carrera: “¡Corran con paciencia! Nosotros hemos luchado hasta la muerte y no caímos. Dios nos guardó y nuestra fe venció. La verdad funciona, ¡ganamos! Somos vencedores, así que sigue adelante. Tú puedes vencer en tiempos difíciles”.