Una manifestación de Jesús

"No desmayamos, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios" (2 Corintios 4:1-2). El apóstol Pablo afirma que somos llamados a ser una manifestación de la verdad. Claro, sabemos que Jesús es esta verdad. Así que, ¿qué quiere decir Pablo cuando dice, en esencia, que debemos manifestar a Jesús?

Pablo está hablando aquí de una expresión visible. Una manifestación es una "brillantez" que hace algo claro y comprensible. Para abreviar, Pablo está diciendo que somos llamados a hacer a Jesús conocido y entendido a todas las personas. En cada una de nuestras vidas, debe haber una brillantez de la misma naturaleza y semejanza de Cristo.

Pablo toma este concepto de manifestar a Cristo más lejos. Él dice que actualmente somos cartas de Dios al mundo: "Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres" la carta de Cristo "escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón" (3:2-3). Nuestras vidas son cartas escritas por el Espíritu Santo y enviadas a un mundo perdido. Y somos leídos continuamente por aquellos alrededor de nosotros.

El hecho es que, Dios sabía que el maligno no leería o entendería su Palabra escrita. La mente carnal simplemente no puede comprender las cosas espirituales. Las considera tontas. Así que, en cambio, Dios ha enviado cartas personales a una humanidad inconversa. Sin embargo, estas cartas no son escritas con tinta o envueltas en cuero. Son Escrituras que viven, respiran, y caminan. Y representan el evangelio de Cristo que es "poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (Romanos 1:16).

Vea, la razón por la que Dios envió al Espíritu Santo fue para manifestar a Jesús al mundo. El Espíritu constantemente habla de Cristo, haciéndolo claramente conocido al entendimiento humano. Él manifiesta a Jesús de muchas maneras. Pero Dios escogió dar a conocer a su Hijo a los pecadores de una manera más eficaz: revelándolo en cartas de carne y sangre, mensajes vivos que pueden ser leídos por todos.

¿Cómo, exactamente, llegamos a ser cartas de Dios al mundo? Sucede sólo por la obra del Espíritu. En el momento que somos salvos, el Espíritu Santo imprime en nosotros la misma imagen de Jesús. Y continúa formando esta imagen en nosotros, en todo momento. La misión del Espíritu es formar en nosotros una imagen de Cristo que sea tan verdadera y exacta que, perforará la conciencia de las personas.

El Espíritu Santo logra esto tomando nuestros corazones redimidos y nuestros cuerpos rendidos y nos acerca continuamente a la presencia de Jesús. En la presencia de nuestro Señor, somos transformados. Y por ende, nos sentimos obligados a una vida santa, una conversación santa, y a un estilo de vida santo.

Y cuando pasamos más tiempo con él, su imagen en nosotros aumenta. Finalmente, nuestras vidas llegan a ser tal manifestación poderosa de Jesús que aquellos a nuestro alrededor son tocados y movidos.

Qué palabra increíble Pablo nos ha dado aquí. Él está diciendo que es posible llegar ser tales luces brillantes de Cristo que literalmente impactamos las conciencias de las personas. "Sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios" (2 Corintios 4:2). Debemos ser como Jesús a través de la persona del Espíritu Santo, reflejando su pureza, que otros no pueden evitar ser convencidos de pecado. La imagen de Cristo en nosotros golpea a través de cada pared que ellos han erigido - todo ídolo, pecado y maldad - y toca la conciencia.

Ahora, Pablo no está hablando aquí de predicar o testificar. Él no menciona nada acerca de repartir tratados religiosos o tener reuniones de avivamiento. Claro, que tales esfuerzos evangelísticos son importantes. Aún, ninguna de estas herramientas puede por sí mismas tocar las conciencias chamuscadas de los pecadores malignos. Es posible usar estas cosas para la evangelización, y aún así no producir una penetrante manifestación de Cristo.

Considera las palabras de Jesús sobre este asunto. Nos dice que es posible tomar parte en manifestaciones milagrosas que no son verdaderas manifestaciones de él: "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22-23).

Esto demuestra que en el día de Jesús las personas vieron grandes manifestaciones: los hombres echaron fuera demonios, sanaron enfermos, realizaron milagros. Y las multitudes se reunieron para ser testigos de estas cosas. Aún así, tales manifestaciones no siempre tocaron las conciencias de las personas. ¿Por qué? Aquellos que los realizaron no siempre tenían la semejanza de Jesús. Por consiguiente, no podrían “recomendarse a sí mismos" a las necesidades más profundas del corazón de las multitudes. Las manifestaciones que estas personas trajeron no eran de Cristo, sino señales y maravillas de la carne.

Puedes preguntar, “¿Está implicando que Dios no puede alcanzar las conciencias de los inconversos a través de la predicación y la evangelización?" Claro no estoy diciendo eso. Nuestro Dios puede alcanzar a cualquier persona, a través de cualquier medio que él escoja. Pero lo hace con una condición: que los individuos que anuncian su evangelio vivan una manifestación de la verdad. Una persona podría ser un portavoz elocuente o el predicador con más conocimiento Bíblico sobre la tierra. Pero esas cosas no importarán una piz tiene un caminar íntimo con Jesús. Si la presencia de Cristo no nos ha cambiado en su imagen, somos sólo un címbalo resonando.

Por toda esta nación, los cristianos están orando por avivamiento. Muchos esperan que el Espíritu Santo caiga en su comunidad y multitudes sean convertidos. Quieren ver a Dios barrer a los pecadores hacia sus iglesias y llenar los asientos. Pero este tipo de oración puede ser una evasión. A menudo, cuando el avivamiento no llega, las personas claman, "No es culpa nuestra. Ayunamos y oramos. Recorremos el área con invitaciones. Pero Dios no decidió enviar el avivamiento. Es su problema, no el nuestro. Ponen la responsabilidad completamente en el Señor.

Creo que Dios responde, "Oh no, no jugaré ese juego. Tomarás responsabilidad personal por testificar de mí. Quiero que cada miembro de mi cuerpo sea una brillante manifestación de mi Hijo. Eres responsable de cómo me das a conocer, a tu familia, amigos, vecinos y compañeros de trabajo."

¿Cómo podemos brillar para llegar a ser una manifestación más brillante de la verdad? ¿Cómo pueden nuestras vidas llegar a ser imágenes claras de Jesús que produzcamos en otros una convicción y hambre de Dios?

Encontramos la clave en Ezequiel 44. Mientras Ezequiel mira proféticamente en los últimos días, ve dos tipos de sacerdocios que existen en la iglesia. Uno es el sacerdocio justo de Sadoc. Sadoc era un ministro piadoso que sirvió a Israel durante el reino de David. Y permaneció fiel a David en tiempos buenos y malos. La vida recta de Sadoc fue un ejemplo justo para todos los otros sacerdotes. He estado predicando sobre el sacerdocio de Sadoc durante casi veinte años.

El otro sacerdocio que Ezequiel ve en los últimos días es el sacerdocio de Elí. Elí era un sacerdote infiel que permitió que la corrupción entrara en la casa de Dios. Fue desobediente a la Palabra de Dios, suave con el pecado, perezoso acerca de la santidad. Y el ministerio bajo su responsabilidad fue corrompido por la sensualidad y el amor al mundo. Los estilos de vida de estos sacerdotes hicieron a los malignos aborrecieran las cosas de Dios y se burlaran de la adoración verdadera. El Señor llamó a este sacerdocio corrupto "…levitas que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí, yéndose tras sus ídolos" (Ezequiel 44:10).

Este sacerdocio de Elí representa a los cristianos comprometidos de estos últimos días. No tienen poder para tocar las conciencias de las personas. Y sus estilos de vida hacen que el maligno se aparte del Señor: "Fueron a la casa de Israel por tropezadero de maldad" (44:12). Estos creyentes carnales van a la iglesia y declaran ser seguidores de Cristo. Hasta creen que son parte de un sacerdocio santo. Pero su conversación y vida perdida son despreciables a los ojos de Dios.

Tales personas son manifestaciones inmundas de quién es Jesús. Los pecadores dicen de ellos, "Esa persona se llama así mismo cristiano. Pero cada vez que estoy cerca de él, está contando historias sucias. Siempre quiere hablar sobre las películas cochinas y violentas que ve. ¿Cómo puede ser un verdadero cristiano? Él no es nada como Jesús."

Tenga presente, Jesús nos llama "reyes y sacerdotes para Dios, su Padre" (Apocalipsis 1:6). Y el apóstol Pedro nos recuerda, "Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio. Sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo” (1 Pedro 2:9, 5). Le pregunto, ¿qué sacerdocio describe su vida: el sacerdocio del piadoso Sadoc, o el sacerdocio del corrupto Elí? Estos dos ministerios representan dos tipos de manifestaciones. Y representan a Jesús al mundo de dos maneras muy diferentes.

Pablo advirtió de dos evangelios diferentes: El evangelio de Cristo y "otro evangelio." Dijo que aquellos que manifiestan este "otro" evangelio habían sido hechizados. En alguna parte del camino, se apartaron de la verdad. Quizás se aferraron a un ídolo o se aferraron a un pecado secreto. Y ahora sus vidas comprometidas hacen que las personas rechacen su testimonio.

Es triste pero es verdad: muchos padres cristianos están enviando a sus hijos directos al infierno. El papá debe ser el sacerdote en el hogar. Y la madre también es un miembro del sacerdocio real de Dios. Así que, ¿a cuál de estos dos sacerdocios está manifestando: Sadoc o Eli?

Durante años fui un evangelista de jóvenes, viajando por la nación y ministrando a miles de jóvenes. Durante ese tiempo, tuve conversaciones con muchos adolescentes con problemas de hogares cristianos. Estos muchachos estaban alejados completamente de la iglesia. No querían nada con la religión de sus padres. Hablaban de las fieras peleas de su papá y mamá, la obvia hipocresía, la chismografía horrible, los pecados secretos. Oían quejas y murmuraciones constantes sobre su ministro, miembros de la iglesia, y amigos de la familia.

Normalmente en tales casos, el papá era activo en la iglesia. Las personas lo veían tan dedicado y lleno de Jesús. Pero sus hijos sabían cómo leer su vida, y lo veían como era realmente: un farsante. Maltrataba a sus madres con lenguaje abusivo. O tenía guardado en secreto revistas pornográficas. O lo atraparon viendo videos sucios.

Tal padre sirve en el sacerdocio de Elí. No tiene autoridad espiritual. Y a su vez, no tiene respeto. Podría sermonear a sus hijos, o amenazarlos, o intentar exigir obediencia. Pero está gastando su aliento. Todo es en vano.

Vemos esto ilustrado en la vida de Elí. Elí tenía dos hijos llamados Ofni y Finees que también servían como sacerdotes. Dios llamó a estos hombres "hijos de Belial," o hijos del diablo. Tenían el atrevimiento de fornicar con las mujeres a la puerta del templo. Hasta traían a las prostitutas dentro de la casa de Dios. Pero Elí nunca trató con sus hijos acerca de su pecado. Nunca les habló más que una palabra vacía de precaución. Después de todo, él sabía que cualquier cosa que les dijera era en vano, debido a su propia pereza espiritual.

Hoy, más jóvenes cristianos que nunca son alcohólicos. Algunos padres me han traído a sus adolescentes buscando ayuda. Muy a menudo, cuando hablo en privado con estos jóvenes, se ríen de la preocupación de sus padres acerca de la bebida. "Mi papá y mamá siempre tenían vino escondido," dicen. "Bebían y después oraban. Mis padres me expusieron a esta cosa. No empecé a beber por presión de mis compañeros. Me volví alcohólico en casa." Otros me dicen, "Mi papá siempre estaba detrás de mí porque fumo marihuana. Pero él bebe todo el tiempo. Eso es simplemente marihuana líquida.”

Más trágico aún, veo en estos jóvenes una pasividad hacia Jesús. Cuando el Espíritu se mueve durante los servicios de la iglesia, se sientan inmóviles. El sermón puede estar convenciéndoles, pero los jóvenes permanecen intocables. Tengo que preguntarme: ¿Qué los endureció? ¿Cómo llegaron a estar tan desinteresados en las cosas de Dios? No son jóvenes profundamente corrompidos o aborrecedores de Dios. De hecho, muchos son de buen corazón y dadivosos. Pero, tristemente, sus vidas están completamente vacías espiritualmente. Sólo puedo concluir que no han visto una verdadera manifestación de Jesús en casa.

Ezequiel nos dice que los sacerdotes en el ministerio de Elí permitieron la contaminación en la casa de Dios (vea Ezequiel 44:7). "Extranjeros, incircuncisos de corazón," trajeron ídolos abominables dentro del santuario. Y los sacerdotes "sirvieron (a las personas) delante de sus ídolos" (44:12). Esto significa que los pastores aprobaban la idolatría de las personas. Estos sacerdotes pusieron al pueblo de Dios realmente a gusto en su pecado.

Este asunto de "ministrar delante de los ídolos" debe dar un tiro certero con cada cristiano. Como puede ver, nuestros hogares deben ser santuarios santos donde el Señor es exaltado. Y ningún ídolo o abominación deben permitirse en ellos: "y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema” (Deuteronomio 7:26).

Éste es el pasaje con el que Dios me guió para tratar cuando me ordenó que me librara del televisor de nuestra familia hace años. El Espíritu Santo me reveló que si quería experimentar la llenura de Cristo y continuar hablando proféticamente, tenía que romper ese ídolo. Después de todo, no podría ministrar ni siquiera a mi propia familia si me aferraba a algo abominable. Así fue como comprendí que el televisor llegaría a ser un arma poderosa del enemigo. Satanás lo usaría para oscurecer la luz del Espíritu de Dios en los corazones y mentes de multitudes de cristianos.

Claro, esto fue cuando la televisión era suave para las normas de hoy. Los programas más populares eran "Amo a Lucy", "Los Recién Casados" y "El Programa de Andy Griffith." La palabra "sexo" no podía mencionarse. La tele audiencia de ese tiempo no podía empezar a imaginarse el contenido de los programas de hoy: la desnudez llamativa, la violencia sangrienta, el sexo explícito, la glorificación del adulterio y la idad, la burla de los evangélicos.

Ahora quiero plantear un problema igualmente importante: ¿Es el cuarto de su hijo un cubil de iniquidad? ¿Sus estantes están llenos de Discos Compactos de música rap y videos sensuales? ¿Sabe qué tipo de música está bajando a su computadora? ¿Está seguro que él no está navegando en los sitios web pornográficos, o incluso conversando con adultos idos en las salas de conversación?

Quizás su hijo está mirando películas clasificadas 'X' en la televisión por cable, en su propia sala. Usted se dice, "Nos subscribimos al cable sólo para las Noticias de CNN y el canal Discovery.” Pero si no está vigilando lo que sus hijos hacen, no está manifestándoles a Cristo. Un reciente informe de una agencia gubernamental sugiere que los padres traigan la computadora de sus hijos a la sala. Esto bajaría su oportunidad de contactarse con un pedófilo. Éste no fue el consejo de algún predicador, sino del gobierno.

No me malentienda aquí: el asunto no es retirarse de la sociedad. De hecho, es lo contrario: ser una manifestación de la verdad de Jesús, en cada área de la vida. Nuestro Dios quiere hacernos Biblias vivas, que respiran al mundo. Así que ¿cómo podemos sentarnos en los cines y tomar parte de los programas que glorifican la violencia, un pecado que Dios odia? ¿Cómo podemos soportar las maldiciones al Nombre de nuestro Salvador? ¿Cómo podemos sentarnos pasivamente ante las imágenes sensuales y seductoras que desfilan ante nuestros ojos? ¿Cómo podría creer cualquier cristiano que surgirá de la silla de escarnecedores con un corazón limpio, mostrando una manifestación de Cristo?

Esto no es legalismo. Es manifestar a Cristo. Y es evitar volverse un Elí que fue suave con el pecado. Dios dijo de este sacerdocio, "No se acercarán a mí para servirme como sacerdotes, ni se acercarán a ninguna de mis cosas santas, en lugar santísimo" (Ezequiel 44:13).

"Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán para ministrar ante mí… Ellos entrarán en mi santuario, y guardarán mis ordenanzas" (Ezequiel 44:15-16). En esencia, Dios está diciendo, "En los últimos días, tendré un ministerio de Sadoc, hecho de siervos según mi propio corazón. Y al contrario del sacerdocio de Elí, se acercarán a mí y me servirán."

Pablo escribe, "Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio [de manifestar a Cristo] renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad" (2 Corintios 4:1-2). Pablo dice que manifestar a Cristo involucra renunciar a toda deshonestidad y pecado oculto. Para abreviar, estas cosas reflejan la profecía de Ezequiel: Los ministros Sadoc de Dios rechazarán los caminos de Elí, renunciarán a todos los ídolos, se volverán a Dios con pasión renovada, se apartarán para el Señor, y determinarán reflejar su gloria.

Puede preguntarse: ¿Dónde encuentran los sacerdotes de Sadoc el poder para hacer estas cosas? ¿Cómo convocan la habilidad de librar sus vidas completamente de abominaciones, mientras los sacerdotes de Elí beben libremente tal veneno? ¿Qué debe pasarles a estos verdaderos siervos, que les hace apegarse a Jesús en medio de tal compromiso?

Puesto simplemente, los sacerdotes de Sadoc son cambiados y llenos de poder al estar encerrados con Cristo. Pasan tiempo de calidad en su presencia. Como resultado, han encontrado su llamado: acercarse a Jesús, y ministrarle en su presencia. ¿Cómo ministran al Señor? La palabra que Ezequiel usa para ministrar es sharath (vea Ezequiel 44:15-16). Quiere decir esperar o servir, y adorar. Para abreviar, habla de una devoción celosa.

Leí recientemente de tal devoción en el New York Times. Un reportero fue enviado a un nuevo templo hindú en Pomona, Nueva York. El templo fue construido para el dios Vishnú que es adorado por muchos inmigrantes asiáticos. El reportero describió como un sacerdote hindú ministraba a este dios. Primero, el sacerdote entró en el santuario interno, o lugar santo. Entonces se arrodilló durante horas ante una imagen de granito de Vishnú. El dios está reclinado en los rollos de una cobra de cinco cabezas, donde está protegida por las capuchas de las serpientes. El reportero escribió, "El sacerdote salió de ese lugar santo horas después, agotado y dichoso, como un guerrero victorioso. Estaba cubierto de sudor, y llevaba una guirnalda de flores marchitas bajo su brazo."

A menudo me pregunto si Dios se pone celoso por este tipo de devoción. Mientras los sacerdotes en otras religiones ministran a ídolos inanimados, multitudes del pueblo de Dios están preocupadas con las cosas de este mundo. Le damos sólo trozos de nuestro tiempo, en nuestro apuro, momentos sobrantes.

"Ellos se acercarán para ministrar ante mí, y delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice Jehová el Señor" (Ezequiel 44:15). Note dos cosas que menciona Ezequiel aquí: la grosura y la sangre.

1. La "grosura" representa la mejor parte de una ofrenda. Se refiere al sacrificio animal hecho por los sacerdotes: "Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es de ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de Jehová. Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis, que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis" (Levítico 3:16-17). La grosura era considerada la parte más selecta del animal sacrificado. Dios estaba diciendo a su pueblo, "Quiero que me traigan lo mejor que tienen para ofrecer."

Hoy nuestra ofrenda de sacrificio es nuestra adoración y devoción al Señor. Y Dios nos dice, así como dijo a Israel, "Quiero lo mejor de tu vida. No quiero que me des sólo tus horas de fatiga y cansancio. Quiero tu adoración y servicio cuando tu mente y cuerpo están de lo mejor. Quiero lo mejor de todo lo que tienes que ofrecer."

Para abreviar, ministramos al Señor cada vez que le ponemos de primero. Estamos sirviéndole siempre que nos alejamos de las actividades, deseos y preocupaciones para estar con él - siempre que detenemos todo lo importante y marchamos furtivamente para adorarle - cada vez que ponemos a un lado cada pensamiento y pensamos sólo en él. Esto es traerle la “grosura”, la mejor parte de nosotros. La Biblia incluso llama esta grosura el "pan de Dios." En otras palabras, estamos alimentando al Señor siempre que le hacemos lo más importante que todo lo demás.

2. La “sangre” de la que habla Ezequiel representa una vida que se rinde a Dios. Significa consagración sin reservas, el rendimiento de nuestras vidas completas. En esencia, ministramos al Señor cada vez que confiamos en el poder de la sangre de Cristo. Y debemos hacerlo así en cada situación y crisis. Como puede ver, aplicar la sangre de Jesús no es sólo una experiencia de una vez. Es una necesidad diaria. Debemos clamar el poder de su sangre cada vez que necesitemos sanidad, paz mental, limpieza del pecado. En cada circunstancia, debemos pararnos firmemente en las promesas que Dios nos hizo a través de la sangre derramada de su Hijo. Debemos pararnos en sus declaraciones, limpios, redimidos e inconmovibles.

El Señor llama estas ofrendas de grosura y sangre "olor grato” (Levítico 3:16), significando, sabor dulce a sus labios. El Señor prueba este sabor dulce cada vez que le damos a Jesús la “grosura” y la "sangre" de nuestras vidas: rindiendo nuestros cuerpos como sacrificio vivo, y confiando en la sangre de Cristo como nuestra victoria. En realidad, estamos alimentando a Dios con algo dulce a su paladar.

Sólo cuando hacemos estas cosas manifestaremos a Jesús totalmente. Y sólo entonces nuestras vidas se llenarán del poder del Espíritu Santo, tocando las conciencias de todos a nuestro alrededor.